Finlandia y Ucrania
| Autor | Edmundo Castillo Salazar |
| Cargo del Autor | Profesor de la Universidad Americana |
| Páginas | 135-155 |
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Capítulo VIII
FINLANDIA Y UCRANIA
I) LA“ÉTICADELACONVICCIÓN”OLA“ÉTICADELARESPONSABI-
LIDAD”
La sociología también nos brinda otra perspectiva enriquecedora de la temá-
tica abordada en el capítulo anterior. Así, Max Weber, en “La Política como Pro-
fesión” (1919)”, que escribe como alegato de defensa de la nación alemana y en el
doble contexto de las imputaciones de responsabilidad de las Potencias victoriosas
sobre la Alemania derrotada y de la insurgencia socialista en contra de las ruinas de
la monarquía germana, hace una distinción entre la “ética de la convicción” y la “ética
de la responsabilidad”167que,pensamos,exigereexiónen estaparticularcoyuntura
del ”orden mundial”.
Para el sociólogo alemán, la “ética” (que rige las relaciones interindividuales
y sociales) no tiene la misma aplicación en el campo de la política; donde -sus acto-
res- deben actuar con responsabilidad y no con ideales éticos sublimados, cuya in-
vocación haga imposible la concertación política o, peor aún, exponga a la sociedad
entera a consecuencias onerosísimas. Y la razón es una: en política, se juega con un
instrumento explosivo: “el poder”. Esto cambia todo, y nos debe prevenir respecto
de quienes actúan en política guiados por “una voluntad clerical de querer tener razón
en todo”,168porque las consecuencias las padecen poblaciones enteras.
En política, diría Weber, no cabe el adagio “at justitia et pereat mundis” (hága-
se la justicia y que perezca el mundo). Weber, en tal sentido, nos previene respecto
del peligro de “la utilización de la ética para tener razón”.169
Veamos a qué nos conduce la aplicación de esta distinción weberiana.
167 Weber, Max: “La Política como Profesión”. Editorial Austral, Madrid. Tercera edi-
ción, 2007. Pp. 141 -142.
168 Weber, Max: Ob. Cit. Supra. Pág. 139.
169 Weber, Max: Ob. Cit. Supra. Pág. 139.
Edmundo Castillo salazar
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II) EL CASO DE FINLANDIA
a) Suhistoria:
- SuemancipacióndelReinoSuecoainiciosdelsigloXIX:
Finlandia,además de su particularubicacióngeográca en el extremosep-
tentrional escandinavo, es un país bastante diferente al resto de Europa; para co-
menzar, es de los Estados europeos cuya subjetividad internacional tardó más en
aanzarse.Y es que, a pesarde que la existenciadela nación nesa seremonta
al siglo XI d.C., durante muchos siglos permaneció bajo control sueco hasta 1809.
Modernamente, se olvida que el reino sueco, en los siglos XVII y XVIII, fue una Po-
tencia dominante en el norte de Europa hasta su derrota militar por el Imperio ruso;
loquesignicóquelaRusiazaristaseapoderaradeFinlandiaen1809.
- Su independencia del Imperio Ruso (1917):
En efecto, la dominación sueca sobre Finlandia terminó, como señalamos, en
1809, cuando -esta última- fue conquistada y anexada al imperio ruso, permane-
ciendo bajo su control hasta 1917, en que se produjo la Revolución bolchevique que
Finlandia aprovechó para declararse independiente. Sin embargo, rápidamente, los
comunistas soviéticos trataron de retomar el control del país por medio de grupos
comunistas locales, estallando -un año después, en 1918-, una sangrienta guerra
civil entre bandos democráticos y comunistas, apoyados, respectivamente, por Ale-
maniaylaUniónSoviética.Alnal,seimpusoelbandoprimero,eldela“Guardia
blanca”, y se instaló en Finlandia la democracia liberal, sustentada en una economía
muy básica de pesquerías, agricultura y explotación forestal. La paz con los sovié-
ticosfuermadaen1921.
- El Tratado Ribbentrop-Molotov (1939):
En 1939, la URSS y Alemania, esto es, los principales Estados socialista y na-
cionalsocialistade entonces,planicaron unaguerra deagresiónen contrade las
democracias liberales europeas, para lo cual, suscribieron el ignominioso Tratado
Ribbentrop-Molotov. En virtud de este tratado acordaron no agredirse mutuamente
yrepartirsesusáreasrespectivasdeinuenciaenEuropaorientalyEscandinavia,
comenzando con el ataque y desmembración de la República de Polonia, situada
entre ambos países. Y así comenzó la Segunda Guerra Mundial. Y comenzó a rega-
ñadientes de Francia y Gran Bretaña que, impasibles, veían cómo Alemania invadía
Polonia y la URSS hacía lo propio con los Estados bálticos y Finlandia, mientras
Gran Bretaña apostaba a los efectos de su bloqueo comercial sobre Alemania y los
franceses se parapetaban en sus viejas madrigueras de la Primera Guerra Mundial;
capítulo caricaturesco que los historiadores, con mofa, han denominado la “guerra
falsa” (the “phony war”).170
170 Kissinge r,Henry:“Diplomacy”.Simon&Schuster,NewYork.1994.Pág.351.
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