La Federación Rusa y el orden mundial: el retorno de los espartiatas
| Autor | Edmundo Castillo Salazar |
| Cargo del Autor | Profesor de la Universidad Americana |
| Páginas | 503-563 |
503
Capítulo XXV
LA FEDERACIÓN RUSA Y EL ORDEN MUNDIAL:
EL RETORNO DE LOS ESPARTIATAS
I) EL FALLO DE LOS VATICINIOS FINISECULARES
Hemos visto que dos fenómenos históricos se produjeron en la década de
losnoventa(siglo XX)que,al nal,irradiaronsus efectosenforma diferentealo
anticipado: el colapso soviético y la globalización liberal. Ni el colapso soviético
fuedenitivo eirreversible, nila globalizaciónliberal haentusiasmo demasiado
a las parroquias estatales de poder dispersas por el mundo. El primero, ignoró
-en contra de la evidencia histórica- la demostrada capacidad de resiliencia de la
nación rusa, que ha pasado, en diferentes momentos de su historia, por verdaderas
hecatombes que amenazaron su independencia política y su integridad territorial
(Kiev,Moscovia,zarismo,UniónSoviética).
Con todo, la emergencia de estos dos fenómenos (colapso soviético y globa-
lización liberal), en su momento (y todavía ahora), rompió con los paradigmas y
seguridades globales de la segunda mitad del siglo XX y nos enfrentó a un mundo
desconocido y lleno de incertidumbres. Es así como estos dos fenómenos, que no
hanterminado de madurar, mantienenen vilo a juristas,sociólogos,lósofos y
politólogos, absolutamente abrumados, sin poder procesar los cambios y, menos
aún, formular hipótesis de trabajo estables y seguras que permitan “predecir” la
deriva del orden mundial.
El desconcierto inicial de los escoliastas estadounidenses, con la caída de la
Unión Soviética, era comprensible; acostumbrados, como estaban, por muchos
años a la estrategia diplomática-militar de la Guerra Fría (“la entente” y la “teo-
ría del dominó”), un nuevo escenario radicalmente diferente, tornó particularmente
azaroso el cálculo y ejecución de nuevos juegos estratégicos. Con ello, el estudio de
las relaciones internacionales se tornó tan fascinante como especulativo; y, hasta
ciertopunto,totalmente impredecible. George Keenan, tenidocomo uno de los
grandes doctrinarios de la Guerra Fría, aparentemente, se había tornado obsoleto.
El Derecho internacional que, como vimos, interactúa con la sociedad inter-
nacional,inuyéndolay siendoinuenciadoporella,nofueobjeto decuestiona-
Edmundo Castillo salazar
504
mientos,pues,andecuentas,superadalaGuerraFríayelberrinchetercermun-
dista, se habían impuesto las naciones occidentales tenidas como las creadoras de
este Derecho. Y en los años siguientes, vaya que sí cumplió a cabalidad su función
legitimante de las estructuras de poder triunfantes. En las décadas por venir, si este
Derecho internacional, ahora que se cuestiona el “orden mundial” y el “sistema inter-
nacional” mantendrá su identidad genética está por verse. Ya antes, con el proceso
de descolonización, este Derecho fue objeto de profundos cuestionamientos sin
que cuajaran las demandas de entonces en resultados sustanciales.
Por de pronto, hagamos una relación sucinta de estos importantes fenóme-
nos históricos a que venimos haciendo referencia. Enfoquémonos, por ahora, en la
cuestión rusa.
II) EL COLAPSO SOVIÉTICO
Del colapso soviético se ha escrito mucho; inicialmente, con evidente sobre-
dimensionamiento de sus efectos reales a largo plazo. Sus efectos inmediatos sí
se presentaron con mayor claridad y fueron: i) la caída del régimen comunista y
el surgimiento de nuevos actores políticos, sociales y económicos en el seno de la
sociedad rusa (que, con el tiempo, se irían reduciendo a uno); ii) la desintegración
de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y su reemplazo por una redimen-
sionada Federación Rusa reducida a la mitad de su población (una nueva entidad
que excluiría de su seno naciones como Ucrania, Bielorrusia, Georgia y los Estados
bálticos); iii) el desmantelamiento del Pacto de Varsovia y la liberación de los Es-
tados vasallos del este de Europa; iv) la aparente conclusión de la “Guerra Fría” y,
con ella, su espiral armamentista (que, con el tiempo, paradójicamente reemergería
connanciamientoeuropeo);y,nalmente,v)laarmaciónhegemónica estadou-
nidense como la única superpotencia mundial (al menos durante una ventana de
tiempo de veinte años, entre 1990 y 2010).
Elreujo de la historiapusoen evidencia que elEstado soviético, pese al
propagandizado internacionalismo proletario, no era sino una superestructura de
dominación ideológica y militar moderna que ocultaba la dominación imperial
rusa sobre las naciones eslavas y asiáticas que, entonces, conformaban la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas. Con el derrumbe de la URSS, como señalamos,
una forma más reducida de federación surgió en su lugar (la Federación Rusa) que,
con el tiempo pareciera ser más sostenible y manejable.
La “Guerra Fría”,porsuparte,consusáreasdeinuenciayjuegosdeescena-
rios, en esos años iniciales del desplome soviético se diluyó bastante, permitiendo
lareunicacióndeAlemaniayponiendoenjaquetantolasubsistenciadelaOTAN
(una organización política-militar de carácter defensivo para hacer frente al ex-
pansionismo soviético), como la “cuasi-alianza” sinoestadounidense cimentada por
Nixon y Mao sobre la lógica de la Guerra Fría.
En tal contexto, pudiera ser interesante ilustrar las expectativas que se te-
nían entonces en los análisis de algunos estrategas estadounidenses. Con ello, no
Orden y caOs entre las naciOnes
505
pretendemosoriginalidad en lareseña,tan solo delidada la comprensiónque
se tenía entonces. Adicionalmente, nos valdremos del marco estructural dado por
estos autores para los análisis que seguirán a continuación:
a) ZbigniewBrzezinski(“ElGranTableroMundial”,1997):
Zbigniew Brzezinsky fue un politólogo estadounidense de origen polaco,
que fungió como Consejero de Seguridad Nacional durante los años 1976-1980; sin
duda,juntoa Kissinger,fue unodelos másprofundosconocedores deljuego de
estrategiasdenalesdelsigloXX.Ensuanálisisdeescenarios,hizode“la geogra-
fía”(osisepreere,dela“geopolítica”) un elemento central de su análisis, que giró
alrededor de la idea de “Eurasia”; vale decir, el escenario disputado por Estados
Unidos, la Federación Rusa y la República Popular de China. En cierta forma, el
análisis de Brzezinksy excluye “la ideología” (que pareciera no jugar más ningún
papel facilitador de alianzas), como “la cultura” o “soft power”, que otros analistas
considerarán un factor clave en esta época. Pero vayamos un poco más despacio y
hagamos una sinopsis de sus ideas principales:
- Las reacciones iniciales:
Con la claridad mental de un experimentado funcionario y escoliasta de al-
tísimo nivel, el autor, ante el escenario del desplome soviético, iniciaba su obra
“El Gran Tablero Mundial” (1997) destacando que el rol de líder hegemónico glo-
bal no fue recibido con triunfalismo en Estados Unidos, por los sentimientos de-
mocráticos de la nación, incompatibles con la “idea imperial”, que avergüenza un
poco a la nación estadounidense (a esto agreguemos, que tampoco fue recibido
con triunfalismo por la misma prudencia del experimentado presidente G.H.W.
Bush y su formidable equipo). Con todo, dos ideas surgieron en la opinión pública
estadounidense que parecerían obedecer al curso natural de los años por venir: i)
laidea deaprovechar el momentopara retraerse,reduciendo signicativamente
los compromisos globales estadounidenses; y ii) la idea de apoyarse en la acción
concertada de los mecanismos multilaterales.699 Sin duda, este enfoque encajaba
bien en la política de Bush (padre).
Sinembargo, eln dela GuerraFría nosignicó,al nal,una revitalización
de la institucionalidad internacional (en gran medida por la voluntad profesa de los
Estados de hacer proselitismo para sus causas). Paralelamente, “en la calle del poder”,
a treinta años de la caída del muro de Berlín, el escenario internacional ha variado
ostensiblemente, siendo bastante especulativo cómo pueda evolucionar a partir de
ahora.
Para ser más claros, es evidente que, frente al orden liberal occidental, se va
congurandootra alternativa aéste, liderada porsociedades autoritarias (Rusia
699 Brzezinsky, Zbigniew: “El Gra n Tablero Mundial”. Editorial Paidós, Barc elona. Sin
dato de edición. Pág. 45.
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba