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Capítulo XXIV. La persona y su dignidad inherente en la filosofía cristiana contemporánea

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La traición de Los fiLósofos
crisis posmoderna de Los derechos humanos
capÍtulo XXiv
la persona y su diGnidad inhe rente
en la filosofÍa cristian a contemporánea
1. los primeros intentos de re conciliación de los dos huma nismos
Al despuntar el siglo XX, el horizonte losóco -para el cristianismo- se
había distanciado profundamente. Un humanismo de tipo antropocéntrico se
aposentaba en las conciencias del hombre común y, frente a éste, el humanis-
mo teocéntrico, se mostraba añejo y trasnochado. La grieta estructural, que
tuvo múltiples manifestaciones, la representó el famoso “giro copernicano” de
la losofía trascendental de Kant (que nada tenía de “Trascendente”). Escri-
biendo en el año 1969, el entonces Cardenal Ratzinger sintetizó muy bien el
panorama losóco, de entonces y de ahora:
El dilema en que se encuentra hoy la fe cristiana tiene múltiples causas.
Pero una de las más importantes es el hecho de que la fe se encuentra
abandonada por la losofía, y de repente se ve, por así decir, suspendida en
el vacío. En la antigüedad y en la Edad Media, al ser humano se le posi-
bilitaba la fe porque la losofía le ofrecía una imagen del mundo en la que
esta fe podía ocupar su puesto con pleno sentido”.1
Veamos, entonces, algunos intentos por reconciliar fe y losofía en una
nueva síntesis que ofrezca atractivo a las necesidades antropológicas del
hombre moderno. Este intento de síntesis estuvo precedido, en el siglo XIX,
por los esfuerzos de una teología que, a la defensiva del racionalismo trascen-
dental de Kant o bajo los inujos del pietismo y del empirismo inglés, trató de
desplazar la centralidad de la fe hacia la esfera de la conciencia individual y
el sentimiento religioso del creyente. Así:
a) friedrich schleiermacher:
Con Schleiermacher (Bresleau, 1768-1834) dio inicio la historia de la teo-
logía en la Edad Moderna. Hans Küng dirá de Schleiermacher que “…ya no
vive, como Martín Lutero (y como Melanchton), en un mundo todavía en gran parte
precopernicano, en un mundo medieval de ángeles y diablos, de demonios y brujas,
1 Ratzinger, Joseph: “Fe y Futuro”, Editorial Desclée de Brower, Bilbao, 2007. Pág. 57.
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Edmundo Castillo salazar
con una actitud básicamente pesimista y apocalíptica, intolerante frente a otras con-
fesiones y religiones”.2
Reriéndose al “tiempo”, Ratzinger dijo alguna vez que el presente es sola-
mente un punto de intersección, carente de extensión, de pasado y futuro; “la
impresión del presente [dice, sic] surge sólo porque nuestra conciencia abarca y redu-
ce a una unidad un espacio de tiempo y lo comprende como su presente. El presente
es una creación de la conciencia humana que abraza en un hoy el pasado y el futuro”.3
Lo que explica que, para unos y otros, el presente tenga acentos muy diferen-
tes, estando lleno del pasado y de la tradición (el caso de las culturas tardías)
o totalmente repleto de una mirada hacia el futuro. La historia de la teología
-agrega-, da muestras de estos enfoques opuestos, cuando el “cristianismo pri-
mitivo” miraba hacia el futuro (la segunda venida del Mesías, o cuando la teo-
logía medieval (católica y protestante) miraba con nostalgia hacia el pasado.
Schleiermacher representa el conticinio, en la transición de la noche al día;
esto es, el momento de la noche en que todo está calmo y en silencio. Tal vez
esta imagen sirva para gracar el conticinio teológico de su tiempo. Una teo-
logía tradicional silente y en reposo ausente frente a la agitación de los albo-
res de la Edad Moderna. Schleiermacher fue, como señala Küng, el despertar
teológico ante una nueva era.
Y como pensador que se ubica en la línea divisoria de dos épocas, su perl
humano y teológico se presenta lleno de contradicciones: Por tradición fami-
liar desciende de una familia de pastores pietistas inamados de sentimien-
tos de arrepentimiento y penitencia, sin embargo, el padre, será un ilustrado
racionalista vergonzante. Estudia teología, pero siente una fascinación por la
losofía ilustrada de Kant. Ambienta círculos sociales y culturales berlineses
embriagados con las ilusiones del futuro y del progreso, sin embargo, él es
sólo un predicador portador de una verdad espiritual “desfazada”. En esta en-
crucijada, ¿cómo atraer a las nuevas generaciones hastiadas de la religión? Y
eso es lo que hace Schleiermacher en su obra “Sobre la Religión: Discursos a
sus Menospreciadores Cultivados” (1799):
-
¿Qué es religión?
Nuestro teólogo siente la necesidad de explicar que la religión no está en
litigio con las ciencias teóricas ni prácticas; por lo tanto, es compatible con
cualquier persona ilustrada. La religión -dice-, no es una ciencia (porque su
meta no es pensar ni explicar); tampoco es una moral. “Lo propio de la religión
es una misteriosa vivencia, es un estar motivo por el mundo de lo eterno”. La religión
es una vivencia, “su esencia no es ni pensar ni obrar, sino la contemplación y el
sentimiento”. Y, en forma más descriptiva, dice:
La religión es religión del corazón: el hombre se deja conmover, impresio-
nar, colmar y emocionar, en lo más íntimo de sí mismo y en su totalidad,
por lo innito que actúa en todo lo nito. Religión no es teoría ni práctica,
sino y gusto de lo innito. Ya no consiste, como en la Edad Media o en la
2 Küng, Hans: “Grandes Pensadores Cristianos: Una Pequeña Introducción a la Teología”.
Editorial Trotta, Madrid. Segunda edición, 2015. Pág. 146.
3 Ratzinger, Joseph: Ob. Cit. Supra, Pp.79-81.
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crisis posmoderna de Los derechos humanos
Reforma, en elevarse, en pasar-más-allá, a lo supra-terreno, a lo supra-na-
tural; tampoco es, como en la perspectiva deísta-ilustrada, un salir hacia
lo ultraterreno, meta-físico”.4
-
Crítica de su doctrina:
Esta teología protestante que, en su momento, fue ampliamente difundida
y aceptada (incluso, en ambientes católicos) fue, posteriormente, criticada y
tenida por superada. La crítica que se le formula es que, cediendo a la teoría
kantiana, se desplaza demasiado hacia la conciencia subjetiva, admitiendo
-con ello- que, toda otra verdad existente fuera del ámbito de la conciencia
del creyente acaso sea puramente especulativa e indemostrable. En palabras
bastante más densas, pero apuntando en el mismo sentido dice Moltmann:
Para Friedrich Schleiermacher, la “doctrina cristiana de la fe” no tiene nada que
ver con proposiciones acerca de la condición del mundo, sino con la expresión de la
devota conciencia acerca de sí mismo. Se entiende obviamente que en una doctrina
acerca de la fe no se puede hablar de otra manera acerca del mundo, en cuanto esa
doctrina se reere al hombre mismo”.5 Adviértase, cómo esta teología se aparta
de la objetividad de un Dios que existe indistintamente de lo percibido por la
conciencia. ¿No es ir demasiado lejos en este desplazamiento de las grandes
verdades metafísicas hasta el laberinto sin n, hasta los fondos abisales de la
conciencia?
Ratzinger señala los desvíos de esta teología que la describe como sigue:
Para Schleiermacher “…la religión es vivencia, la experiencia de lo innito y de que
el ser humano depende de ello; de este modo, la religión es algo especíco, totalmente
independiente de las reexiones de la metafísica, ya que representa un ámbito propio
del espíritu humano”. Y luego agrega: “El alcance de este planteamiento es inmenso
y tuvo, claro está, consecuencias graves y problemáticas para la fe cristiana. Si las
cosas son realmente así, entonces el elemento propio de la religión es lo indescriptible
de un sentimiento que percibe lo innito. Los contenidos en que se expresa la religión
son solo formas de la conciencia piadosa, que nalmente son secundarias, intentos
balbucientes de hacer presente de algún modo también en la palabra algo que siempre
es indecible”.6
En Schleiermacher, si hemos aprehendido correctamente la crítica que le
hace la teología más ortodoxa, la teología se volvía estética o poesía al quedar
reducida a la subjetividad de la conciencia. Bajo esta doctrina, se acabó el “lo-
gos” o, al menos, perdió su objetividad y alteridad frente a la conciencia. Por
ello dice Ratzinger: “Schleiermacher sigue siendo prisionero del giro kantiano”.7
Esta teología tuvo el mérito de entender la necesidad de hacer un “aggior-
namento” de la teología medieval al mundo moderno, sin embargo, no fue
acertada en la propuesta formulada.
4 Küng, Hans: Ob. Cit. Supra, pág. 147. No sabemos la impresión que esto cause en el lector,
pero esta descripción a nosotros suena a yoga.
5 Moltmann, Jürgen: “La Venida de Dios: Escatología Cristiana”. Editorial Sígueme, Sala-
manca. 2004. Pág. 125.
6 Ratzinger, Joseph: Ob. Cit. Supra. Pp. 60-61.
7 Ratzinger, Joseph: Ob. Cit. Supra, pág. 61.

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