Capítulo I. la persona y su dignidad inherente: noción y juridicidad del tema - La traición de los filósofos - Libros y Revistas - VLEX 1023494780

Capítulo I. la persona y su dignidad inherente: noción y juridicidad del tema

Páginas47-76
47
La traición de Los fiLósofos
crisis posmoderna de Los derechos humanos
capÍtulo i
La persona y su diGnidad inhe rente:
noción y juridicidad del t ema
1. introducción
En este capítulo y los que siguen expondremos, en breve síntesis, algunas
ideas rectoras que la civilización occidental ha elaborado en diferentes pe-
ríodos históricos (como su principal acervo cultural), para sustentar la ar-
mación según la cual, el hombre, goza de una “dignidad inherente”; dignidad,
que le otorga una condición jurídica anterior a toda autoridad, y de la que no
puede despojarse ni puede ser despojado.
A tal punto ha sido enaltecida esta noción que, esta civilización, incluso,
llegó a admitir que el hombre puede delegar cuotas de su libertad en el Estado
(en aras del “bien común”), sin poder admitir, por el contrario, la renuncia,
así sea parcial, del “sanctasanctórum” de su dignidad. Y esto, por cuanto la
persona es un n en sí misma y nunca un medio para la realización de ningún
otro bien.
Como toda síntesis, en esta exégesis histórica que nos hemos propuesto, es
de esperar que algunas corrientes de pensamiento hayan quedado, deliberada
o accidentalmente, excluidas de la exposición que seguirá a continuación; lo
cual, debe ser recibido con indulgencia, toda vez que el propósito de esta ex-
posición es, únicamente, servir de introducción conceptual para ir espigando
elementos de una polémica que se desarrollará en capítulos ulteriores.
En esta exposición, no reivindicamos ninguna pretensión de originalidad,
pero tampoco pretendemos que ésta consista únicamente en “…un panorama
de precisión cartográca de toda la historia de la losofía”.1 Alguna reexión hare-
mos en el proceso de aprender a losofar.
En tal sentido, decía Cassirer que “…la autognosis constituye el propósito fun-
damental de la indagación losóca”, el “punto arquimídico, el centro jo e inmutable
de todo pensamiento”. 2
Y tenía razón. Sin embargo, entendemos que no puede haber ningún inten-
to serio de “autognosis” basado solamente en la introspección, si no va prece-
1 Dilthey, Wilhelm: “Historia de la Filosofía”, Editorial Fondo de Cultura Económica, Mé-
xico, Segunda edición 1956, Novena reimpresión, 1996, pág. 8.
2 Cassirer, Ernst: “Antropología Filosóca. Introducción a una Filosofía de la Cultura”, Edi-
torial Fondo de Cultura Económica, México, Tercera edición, 2016, pág. 17.
48
Edmundo Castillo salazar
dido de una formación mínima previa, entre otros asuntos, de lo que ha sido
el panorama histórico del pensamiento losóco.
¿Qué soy o cómo debo ser? ¿Cómo me sitúo ante esas corrientes de
pensamiento, aparentemente sin n? No son preguntas que se puedan contestar
sin un equipo de herramientas conceptuales; que, por cierto, la inmensa mayoría
de ellas no han surgido espontáneamente, sino que son agregados yuxtapuestos
sobre armaciones losócas anteriores.
Decía Bernardo de Chartres en el siglo XII, que somos como enanos que cami-
namos a hombros de gigantes” (“Dicebat Bernardus Carnotensis nos ese quasi nanos,
gigantium humeris incidentes”).3 Lo que, en este contexto se traduce como “si
he visto más lejos, es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”.
Y es que entendemos que, si hemos de adherir a una concepción de la per-
sona y su dignidad inherente, será necesario historiar previamente sobre cuá-
les han sido las posiciones sostenidas por los pensadores más conspicuos;
para, seguidamente, formular nuestra propia propuesta, que no será sino un
condensado (y, por ende, un producto nuevo, tal vez no muy original, pero
sí propio), de todo lo antes dicho por pensadores verdaderamente creativos.
Como decía Xubiri: “En todo hombre, la losofía es cosa que ha de fabricarse
por un esfuerzo personal. No se trata de que cada cual haya de comenzar en cero o
inventar un sistema propio. Todo lo contrario. Precisamente, por tratarse de un saber
radical y último, la losofía se halla montada, más que otro saber alguno, sobre una
tradición. De lo que se trata es de que, aun admitiendo losofías ya hechas, esta ads-
cripción sea resultado de un esfuerzo personal, de una auténtica vida intelectual”.4
Se trata de un esfuerzo formativo que emprendemos en procura de un dis-
cernimiento que nos permita una toma de posición o, al menos, una compren-
sión aproximada de las corrientes que uyen en nuestro derredor, y con las
que lidiamos en forma cotidiana y, muchas veces, inconsciente.
2. oriGen etimolóGico de la no ción de persona
El jurista colombiano, Monroy Cabra, en su libro “Los Derechos Huma-
nos”, hace una reseña etimológica de la noción de persona, con sendas citas
de Boecio y Santo Tomás:
Dice Boecio (estadista y lósofo romano/cristiano, siglos V y VI d.C.)
que el nombre de persona parece haberse tomado de aquellas personas que
en las comedias y tragedias griegas [enmascarados, sic] representaban
hombres, pues persona viene de “personas” (resonar con fuerza), porque,
debido a la concavidad, necesariamente se hacía más intenso el sonido.
Los griegos llamaron a estas personas “prósopa” (máscaras), por la que
se ponían sobre la cara y ante los ojos para ocultar el rostro”. Agrega que
“debido a que en las comedias y tragedias se representaban a personajes
famosos, se empleó el nombre de persona para designar a los que tenían
3 Frase luego, erróneamente atribuida a Newton, tras emplearla en una carta dirigida a
Hooke, en reconocimiento de sus descubrimientos.
4 Xubiri, Xavier: “Nuestra Situación Intelectual” en “Naturaleza, Historia, Dios”, Madrid,
quinta edición, 1974.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR