De la tranquilidad pública - De los delitos y de las penas - Libros y Revistas - VLEX 975269918

De la tranquilidad pública

AutorCesare Beccaria
Páginas73-74
73
DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS
generación en generación, son las menos conocidas y las menos
deseadas. Un espíritu desasosegado y meticuloso, la tímida pru-
dencia del momento presente, una circunspecta rigidez frente a
las novedades, se posesionan de los sentimientos de quien combi-
na la multitud de las acciones de los pequeños mortales.
§ XXXIII.—De la tranquilidad pública
Finalmente, entre los delitos de la tercera especie29 están par-
ticularmente los que perturban la tranquilidad pública y la quietud
de los ciudadanos; como los estrépitos y las jaranas en las vías
públicas, destinadas al comercio y al tránsito de los ciudadanos;
como los sermones fanáticos, que excitan las fáciles pasiones de
la curiosa multitud, que toman fuerza de la muchedumbre de los
oyentes, y más todavía del oscuro y misterioso entusiasmo que de
la clara y tranquila razón, la cual nunca obra sobre una gran masa
de hombres.
La noche iluminada a expensas del público, los guardias dis-
tribuidos por los diferentes barrios de la ciudad, los sencillos y
moralizadores discursos de la religión, reservados al silencio y a
la sagrada tranquilidad de los templos protegidos por la autoridad
pública, las arengas destinadas a sostener los intereses privados y
públicos en las asambleas de la nación, en los parlamentos, o don-
de resida la majestad del soberano, son otros tantos medios efica-
ces para prevenir la peligrosa condensación de las pasiones popu-
lares. Estos medios forman una rama principal de la vigilancia
del magistrado, que los franceses llaman police; pero si ese ma-
gistrado actúa con leyes arbitrarias y no establecidas por un có-
digo que circule entre las manos de todos los ciudadanos, se abre
con ello una puerta a la tiranía, que siempre merodea en torno a
los confines de la libertad política. No encuentro excepción algu-
na a este axioma general: que todo ciudadano debe saber cuándo
es culpable o cuándo es inocente30. Si los censores, y en general

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