12. Esquemas históricos y esquemas ideales - Mitos y paradojas de la justicia tributaria - Libros y Revistas - VLEX 1026903429

12. Esquemas históricos y esquemas ideales

AutorLuigi Einaudi
Páginas243-272
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Mitos y paradojas de la justicia t ributaria
12
esqueMas histÓricos y esqueMas ideales
242. Si en este último capítulo se construyen, deduciéndolos de la
experiencia histórica, esquemas concretos de interpretación de los hechos
scales, no se arma con ello que dichos esquemas sean toda la realidad ni
que se den leyes de esta. ¿Estudia la ciencia las leyes concretas de los hechos
ocurridos o bien las leyes ideales que intentan realizar los hombres? ¿El
modelo de investigación que tiene el estudioso ante la vista quiere representar
la realidad efímera o el ideal perenne? Por ahora, limitémonos a plantearnos
estas solemnes preguntas.
243. Entre los esquemas antiguos es característico el de la hacienda del
τύραννος griego. Ha sido excelentemente analizado por Andreades1.
La τυραννίς; fue una forma de gobierno que, en la antigüedad griega, ocupó
un lugar normal entre las demás, principalmente como un instrumento
de reacción contra la oligarquía. El esquema de la hacienda tiránica es la
consecuencia lógica de la necesidad propia de ése, como de cualquier otro
modo de gobierno, de proveer a su propia conservación. De aquí las siguientes
características de los gastos públicos en el esquema de la τυραννίς:
1) Característica esencial del sistema era una guardia corporal devota y
numerosa; por ello, en la tabla “política”, el gasto correspondiente ocupa
uno de los primeros lugares, con altos índices relativos de importancia.
En lenguaje corriente, el gasto no es susceptible de reducción;
2) El gasto de guerra también es primordial y posee índices elevados.
Normalmente el tirano es un militar y se complace por ello en el ejercicio
de su profesión. Además, es necesario que el pueblo distraiga su atención
de las cosas internas y sienta vivamente la necesidad de un caudillo
1 Que la añade a los tres tipos de la Hacienda real, satrápica y ciudadana analizados en las
«Económicas» del pseudo-Aristóteles. Véase la extensa exposición que de los resultados
obtenidos por Andreades hace athanase I. sBarounis en André M. Andréadés, fondateur
de la Science des nances en Grèce, París, 1936, pp. 27-29. Cfr. también los capítulos cuarto
al sexto del libro de charles J. Bulloc K, Politics, Finances and Consequences, A Study of the
relations between Politics and Finance in the Ancient World, Mass., Cambridge, 1939, y los
capítulos sexto y séptimo del libro tercero de la Storia dei greci dalle origini alla ne del secolo
V, de gaetano de sanctis, Florencia, 1939.
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Luigi Einaudi
imperioso. El esplendor de la victoria reforzaba, por otra parte, la
posición del caudillo. Algunos historiadores modernos sostienen que no
se realizó ninguna guerra injusticada por los antiguos tiranos griegos;
pero es indudable que las guerras fueron muchas, probablemente
demasiadas en razón de los medios existentes y que fueron enormes los
gastos que ocasionaron;
3) Los gastos de obras públicas seguían inmediatamente en la escala
gradual, también con índices de importancia bastante elevados. El tirano
recurría a las obras públicas por muchas razones. Satisfacían su ambición
y su vanidad. La construcción de templos convenía al espíritu teocrático
por él cultivado; las fortalezas daban el sentimiento de seguridad; el
culto de las bellas artes realzaba el prestigio del tirano sobre el pueblo; la
ocupación proporcionada al pueblo le distraía, en tiempos de paz, de las
conspiraciones y de las revoluciones; las clases medias y trabajadoras,
sostén máximo del tirano contra las oligarquías, obtenían trabajo; el
pueblo soportaba las cargas scales sin protestar;
4) Los gastos enumerados hasta ahora se reeren a bienes que el gobierno
considera “públicos” en grado eminente y con índices elevados de
importancia, porque juzga que la perpetuación de su sistema de
gobierno es preferible, no solo en su propio interés, sino también en el
de la colectividad, a la vuelta a los sistemas opuestos y, principalmente,
a la oligarquía. Puede ser que el juicio haya sido erróneo alguna vez;
pero, hecha abstracción de la incertidumbre de los criterios sobre cuya
base se podría constatar el error, aquí no se pretende emitir un juicio
moral o político del esquema, sino simplemente vericar su lógica, que
hasta ahora parece indudable. El cuarto capítulo de gastos recordado por
Andreades —el de los gastos personales y de la corte— no es igualmente
lógico en todo, desde el punto de vista de la conservación del sistema. Si
se hubiera mantenido dentro de límites razonables, estos gastos podrían
haber contribuido a conferir esplendor al gobernante; pero arma
Andreades que “ningún tirano conoció ni la frugalidad ni la mesura”.
Dentro de los límites en que es exacta la armación, se puede decir que
se ha introducido en la tabla “política” un factor de gastos no lógico, es
decir, que no actúa en pro de la perpetuación del sistema. No conviene
a la polis, o sea a la conservación y al incremento de la cosa común, aun
mirada desde el punto de vista del tirano, la creación del descontento y
la envidia en el pueblo;
5) Igual es el juicio en cuanto al quinto capítulo de bienes públicos incluido
por el tirano en su tabla “política”. Andreades lo describe del modo
siguiente: “La avidez de los tiranos y de sus eles, así como la necesidad
de atesorar para el caso probable de que tuviesen que abandonar el
poder y el país, incitaban al tirano a amasar riquezas”. En este caso, de
existir lógica, era lógica privada y no pública. Desde el punto de vista
de la persistencia del sistema, el tesoro atrae a los rivales y les incita a

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