Pensadores irreductibles a una escuela - Nueva historia del derecho natural - Libros y Revistas - VLEX 976312236

Pensadores irreductibles a una escuela

AutorFrancisco Carpintero Benítez
Cargo del AutorCatedrático Emérito de Filosofía del Derecho de la Universidad de Cádiz
Páginas275-320
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Parecería que tras la remoción cientíca de Galileo y Descartes que culminó
Newton, y que con el triunfo del individualismo que se desarrollaba según el mos
geometricus, los cambios operados en el siglo XVII habían sido sucientes como para
calmar el ansia de novedades de la conciencia colectiva. Pero la Modernidad ha sido
la etapa más creativa que hemos tenido en nuestra historia, porque el capitalismo
–más allá de las ideas individualistas o democráticas- pugnaba por encontrar su
justicación jurídica y política; de ahí la obra de John Locke.
Entre los autores a que ahora aludo, este inglés fue el único autor verdade-
ramente jusnaturalista, aunque de forma muy singular y contradictoria. Rousseau
y Kant no creyeron ni armaron ninguna ley natural, en el sentido normal de este
término, sino que, a falta de ella, propusieron ‘sistemas de ética’, esto es, procedi-
mientos racionales para encontrar lo que es justo. Pero su inuencia histórica ha
sido tan grande que parece conveniente aludir a sus propuestas.
Thomas Hobbes tampoco diseñó ninguna explicación sobre el jus naturale,
sino que también diseñó un constructo, es decir, un conjunto de reglas lógicas que
parten desde algunas pasiones del hombre y que son corregidas por algunos laws of
reason, de modo que nalmente llega a construir doctrinalmente un Estado en el que
estaría ausente la violencia. Hobbes, a diferencia de Rousseau y Kant, no alcanzó un
éxito que pudiéramos llamar ‘directo’. Su losofía empirista alcanzó un cierto éxito
en el siglo XVIII -pensemos en David Hume- y se alzó triunfante en el siglo XX.
Pero su propuesta político-legal quedó encerrada en sus libros, en última instancia,
por la vivencia que expuso Rousseau: “También se vive seguro en los calabozos”822.
§ 43. THOMAS HOBBES (1588-1679): LA CONSOLIDACIÓN DEL CONS-
TRUCTIVISMO EN LA GÉNESIS DEL DERECHO
Descartes, al emancipar las realidades racionales de los objetos del mundo
exterior, había roto un criterio fundamental de la racionalidad, a saber: la propia
racionalidad de la evidencia de lo percibido por los sentidos, y la adecuación de
nuestras nociones intelectuales con los objetos externos. La historia dio el segundo
paso, más allá de esta negación de la racionalidad de lo suministrado sensorialmen-
822 El lector puede encontrar una exposición sobre Hobbes en Carpintero, La ley natural.
Historia de un concepto controvertido, Encuentro, Madrid, 2008, y más completa, con re-
ferencias bibliográcas, en el mismo autor, La ley natural. Una realidad aun por explicar,
UNAM, México, 2013. El último estudio en franciscocarpintero.com.
Francisco carpintero Benítez
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te, y este otro paso fue cuestionar la verdad de las mismas nociones interiores ope-
rativas en la mente y armar que constituyen únicamente contenidos contingentes
de nuestro psiquismo823, porque provienen de simples ‘fenómenos’. Esto lo hicieron
los empiristas ingleses y, en el área de cultura alemana, Christian Thomasius y sus
discípulos. Emergió un problema nuevo: si no son ables los datos proporcionados
por los sentidos, ni tampoco las ‘ideas’ que tenemos en la mente, ¿qué podemos
conocer realmente? Negada la objetividad de los datos de los sentidos y de los conte-
nidos mentales, la reexión losóca cayó en el empirismo, esto es, en armar que
solamente podemos conocer los datos sensoriales tal como se presentan, es decir,
aislados, pues estos lósofos entendieron gratuitamente que los datos de los senti-
dos llegan al hombre deslavazados; estos datos nos transmiten impresiones aisla-
das, sin que el hombre pueda armar que tras ellas, o debajo de ellas como soporte
suyo, existan ningún tipo de sustancias.
Perdido de vista ese equilibrio delicado, siempre frágil, entre las sensaciones y
la racionalidad, parece que la razón humana se asusta, y tiende bien a recluirse a sí
misma (actitud de Descartes), o a negarse a sí misma, como hicieron Hobbes o Hume.
Tomás de Aquino había establecido que no podemos conocer qué es la razón, sino
que la razón se nos maniesta oblicua o indirectamente, a través del conocimiento
de sus contenidos. Pero la Edad Moderna puso su conanza en una razón que se
contempla a sí misma, y que trata ella de comprenderse desde sí misma: desde esta
actitud tanto se puede armar incondicionalmente la racionalidad, como negarla.
Las fuerzas renovadoras estallaron con Thomas Hobbes de una forma radical.
Hobbes calicó a la cultura existente como Reino de las Tinieblas, y entendió que
desde los sostas que recoge Platón hasta entonces (circa 1640) no se había hecho
nada aprovechable824. Todo había sido pura demencia, y en lugar de los libros com-
plicados que se enseñaban en las Escuelas era preciso dejar en libertad el ‘pensa-
miento natural’ del hombre825, que proporcionaría una Filosofía sencilla y asequible
a todos. Él entendía que la Filosofía es el conocimiento de las causas, que nos ha de
llevar a un conocimiento cierto e indubitable (el tono dogmático es especialmente
fuerte en este inglés), por lo que hay que rechazar los conocimientos basados sola-
mente en la experiencia que dan lugar a la prudencia, pues la experiencia y lo que
se sigue de ella únicamente nos proporcionan datos de valor contingente826, y la
ciencia nueve que él quiere desarrollar ha de ser axiomática, de modo que conduzca
a resultados indubitables gracias al rigor matemático por el que han sido demostra-
dos unos por otros. Fue estrictamente materialista827 y rigurosamente nominalista.
823 En este contexto, contingente quiere decir que son así como pueden ser de otra forma.
824 Vid. Leviathan, or the matter, form and power of a Commonwealth ecclesiastical and civil.
London, 1839, p. 668, por ejemplo.
825 “Every man brouht Philosophy, that is, natural reason”. Elements of Philosophy, Lon-
don, 1840, § 2.
826 Vid. Leviathan.., cit., pp. 37 y 90.
827 Cincuenta años más tarde, John Locke oponía el cristiano al Hobbist. Vid. Essay of
Human Understanding, en “The Works of John Locke”. London, 1823, vol. I, p. 37.
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1’. La estructura de la nueva racionalidad. De la misma forma que Descartes,
él entiende que los sentidos nos engañan, también en la regulación de las conductas
personales y políticas, y dedica un capítulo entero de sus “Elementos de la Política”
a mostrar este tema con el signicativo título de The main deception of sense. Nosotros
solamente conocemos apariencias828. La gran piedra de escándalo que le llevaba a
pensar así ya la conocemos: falla la intuición de los objetos en el espacio. Si los sen-
tidos nos engañan, ¿para qué proponer una teoría del conocimiento y una Filosofía
nueva? En estos autores del siglo XVII estaba extendida la idea de que poco o nada
podemos conocer en sede de conocimiento teórico, esto es, no podemos conocer
qué es la naturaleza. Pero podemos obtener muchos conocimientos prácticos que
mejorarán nuestra situación. El lema que movió a toda esta época fue “Saber para
poder”, y éste fue el motto de Hobbes: The end of knowledge is power829.
Está especialmente preocupado por la Geometría y sus problemas. De hecho,
sus “Elements of Philosophy” constituyen, fundamentalmente, un tratado de teoría
de la Geometría.
Los materialistas siempre han concedido gran atención a los cinco sentidos del
hombre, porque entendieron que ellos son la única fuente de todo conocimiento. No
solamente el origen, sino el continente, la forma, los movimientos y transformaciones
de las sensaciones. Para los empiristas no existe la razón o racionalidad como una
facultad humana distinta de las percepciones, sino que lo que llamamos así es sola-
mente la sensación ya transformada por los sentidos y la memoria. Así explicaron al
hombre ya Empédocles y Demócrito, y Tomás de Aquino escribía que “Los antiguos
lósofos naturales, como Demócrito, Empédocles y otros, mantuvieron que el intelec-
to no es algo distinto de los sentidos, ya que los sentidos son cierta fuerza corpórea
que se sigue de algún movimiento de los cuerpos, y tal cosa es el entendimiento”830.
Descartes había mantenido que sólo existen dos realidades, el hombre que
piensa (la res cogitans), y aquello que él ha de conocer en el mundo exterior (que
sólo puede ser res extensa), con lo que armó que los sentidos son propiedades,
facultades o potencias de los hombres que se diferencian e incluso se oponen de
algún modo a las cosas que han de ser conocidas. Pero Hobbes no puede aceptar ni
siquiera este planteamiento porque él, en su materialismo estricto solamente reco-
noce la existencia de percepciones motivadas por el movimiento: la única realidad
828The main deception of sense. And from hence is also followed, that whatsoever acci-
dents or qualities our senses make us think there be in the world, they be not there,
but are seeming and apparition only: the things that really are in the world without
us, as those motions by which these seeming are caused. And this is the great deception
of sense”. Human nature, or the Fundamental Elements of Politic. London, 1840, p. 8. Las
intensidades son de Hobbes.
829 Elements of Philosophy, cit., p. 7.
830 “Antiqui enim Philosophi naturales, ut Democritus, Empedocles et hujusmodi, pos-
sunt quod intellectus non differt a sensu, cum sensus sit quaedam virtus corporea
sequens corporum transmutationem, quod ita esset etiam de intellectu”. Sum. Gent.,
cit., § 2591.

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