Luis Jiménez de Asúa - Por una política criminal humanista. Ensayos escogidos - Libros y Revistas - VLEX 1026895904

Luis Jiménez de Asúa

AutorLuis Arroyo Zapatero
Páginas287-293
287
POR UNA POLÍTICA CRIMINAL HUMANISTA. ENSAYOSESCOGIDOS
LUIS JIMÉNEZ DE ASÚA
Nació en el seno de una familia modesta. Su padre, Felipe, era procura-
dor de los tribunales y gestor. Su madre, Dolores, er a natural de Bilbao. Su
único hermano, Felipe, fue catedrático de Medicina y le acompañó en el desti-
no. Cursó los estudios de bachillerato en el instituto Cardenal Cisneros, que
culminó con sobresaliente. Siguió los estudios de la licenciatura en Derecho
como estudiante libre oyente, que concluyó con la máxima calificación en sep-
tiembre de 1911.
En los cursos de doctorado surgió su vocación académica, impulsada
por el penalista Quintiliano Saldaña, personalidad singular y plenamente in-
tegrada en el mundo académico interna cional de la época. Bajo su dirección
realizó la tesis doctoral en 1913 sobre «el sistema de penas determinadas a
posteriori en la ciencia y en la vida», tema clásico del positivismo criminológico
de la época, inspirado en la obra de Pedro Dorado Montero y de Constancio
Bernaldo de Quirós, quien prologó con entusiasmo la publicación. Obtuvo de
inmediato una pensión de la Junta de Ampliación de Estudios que le llevó a
las Universidades de París, Ginebra y Berlín, donde, junto a Camilo Barcia y
Pío del Río Hortega, le sorprendió la Gran Guerra, y a donde regresaría al
concluir ésta para completar la interrumpida estancia en el Instituto de Cien-
cias penales de Franz von Liszt, el más relevante penalista europeo de su
generación. A su regreso fue nombrado profesor auxiliar y después encargado
de la cáted ra de J. M. Vald és. La obtuvo en reñido concurso de oposición en
19 18. S u for maci ón ci entí fica se in spir ó en e l pos itiv ismo y en e l
correccionalismo español y se asentó en el estudio de la obra de las persona-
lidades científicas más relevantes de su tiempo: los positivistas italianos y
nuestros clásicos y correccionalistas citados. El aprendizaje que dejó más hue-
lla y resultó más fructífero en el tiempo es el que realizó junto a von Liszt, cuya
teoría jurídica del delito tradujo al castellano en los volúmenes segundo y
tercero de su Tratado (1916 y 1917). Tradujo asimismo el Programa del Curso de
Derecho criminal de F. Carrara (1922), p ríncipe de los penalistas clásicos.
Seguramente seducido por el optimismo humanista que siguió al Trata-
do de Versalles, incurrió en debilidad por el positivismo, plasmada en su obra
El estado peligroso (1922), cuya versión en italiano celebró el mismo Ferri, de
quien se despidió estruendosamente cuando éste abandonó el socialismo para
sumarse a las filas de Mussolini.

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