Capítulo 8: Exposición a riesgo de substancias químicas
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LA SALUD OCUPACIONAL
Editorial El Jurista
CAPÍTULO 8
EXPOSICIÓN A RIESGO DE
SUBSTANCIAS QUÍMICAS
“...los trabajadores que se desempeñan en ciertas artes
y ocios a veces sufren en ellas graves lesiones, de tal forma
que en su expectativa de subsistencia que prolongaría sus
vidas y el alimento para sus familias son frecuentemente
compensados con las enfermedades más peligrosas...”. En
De Morbis Articum Diatriba, Bernardino Ramazzini, 1700.
El acceso a las prestaciones del Seguro Social por una enfer-
medad que se alega es el resultado de una exposición a un cierto
agente químico dependerá, como en otros casos de enfermedad
profesional, de la demostración tanto del tipo de substancia quí-
mica como de la fuente donde se originó por la cual la empresa
sería responsable.
Nuestro ambiente, en su sentido amplio, es una suma de
todo los que nos rodea –agua, tierra, aire– y además alimentos,
bebidas, aditivos, los contaminantes, el fumar, la luz solar y to-
dos los factores que contempla nuestro estilo de vida. La ubicui-
dad de las substancias químicas hace que frente a un caso de
enfermedad sospechosa de ser provocada por un tóxico lo prime-
ro que se discutirá será si la exposición ocurrió en el trabajo o
depende de la presencia del agente en el aire, agua o alimentos,
o en substancias de uso cotidiano en los hogares y en diversas
actividades no laborales.
Los efectos de las substancias químicas en las personas
pueden clasicarse simplemente en agudos y crónicos; o distin-
guirlos por sus lugares de acción: toxicidad local, ocurre donde
RODRIGO BENAVIDES CASTELLÓN
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Editorial El Jurista
se produce el contacto con el tóxico, y sistémica, que requiere
la absorción del tóxico por el organismo y su distribución por la
sangre. También pueden identicarse por el órgano donde ac-
túan: hepatotoxinas (hígado), nefrotoxinas (riñones), neurotoxi-
nas (nervios), teratógenos (malformaciones congénitas).
Los efectos agudos caen, como es de comprender, en el con-
cepto de accidente y por la forma en que ocurren es generalmen-
te fácil identicar el agente, la fuente y la dosis, si se siguen los
procedimientos que se han diseñado para estudiarlos.
Al contrario, quizás no haya en el ámbito de la toxicología
una situación más difícil de investigar que los efectos crónicos,
especialmente los que abarcan las enfermedades profesionales,
en los que se exige al trabajador probar que su enfermedad fue
causada por una determinada exposición laboral.
De la causalidad en las enfermedades
por tóxicos químicos
Por su misma naturaleza, los problemas de calicación de
una enfermedad como de origen laboral por exposición a una
substancia tóxica representan un formidable desafío. Dicha ex-
posición pudo haber ocurrido en el curso de su trabajo, pero
también pudo tener su origen en una exposición a productos de
consumo doméstico o la enfermedad puede ser la consecuencia
de hábitos personales como es la ingesta alcohólica, medicamen-
tos, o de una enfermedad común (viral). Por lo tanto el afectado
está obligado a probar el nexo causal entre su patología y la ex-
posición al agente en su trabajo.
Si obviamos los cuadr os agudos de intoxicación que serán ca-
talogados como accidentes del trabajo y fácilmente identicados,
los cuadros derivados de intoxicaciones crónicas crean situacio-
nes muy difíciles de analizar desde el punto de vista causal. Sus
síntomas presentan largos períodos de latencia, manifestándose
muchos años después que la exposición ocurrió haciendo difícil
reconocer el agente y evaluar el grado de exposición. Claramente
la falta de estudios y mediciones en los puestos de trabajo hacen
de estas investigaciones algo imposible.
Incrementando aún más las dicultades, existen muchas
otras enfermedades de origen común imposibles de diferenciar
de las de origen laboral.
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