Capítulo 4: La caída de la liberaldemocracia italiana y el advenimiento del fascismo
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HISTORIA DE LA DEMOCRACIA EN EUROPA. DE MONTESQUIEU A KELSEN
CAPÍTULO 4
LA CAIDA DE LA LIBERALDEMOCRACIA ITALIANA Y
EL ADVENIMIENTO DEL FASCISMO
El fin de las hostilidades de los frentes dividió a los Estados europeos en dos
categorías: Estados vencedores y Estados vencidos. Unos y otros debían realizar el
paso de la guerra a la paz. Este paso, conectado con las cuestiones de la desmilita-
rización, era más fácil para los vencedores: el orgullo de la victoria, las compensa-
ciones territoriales obtenid as volvían más ágil la acción gubernativa; si el sistema
político había rectificado las tensiones de un período excepcional, en razón de eso
podía funciona r para retornar a la normalidad.
El caso de Italia fue bastante atípico: el pa ís había vencido a los austría cos y
había rescatado al enemigo Trieste y Tr ento, pero los italianos hablaban de «des-
confianza en la mesa de la paz», y esta descon fianza era atribuible a la debilidad de
la clase política . E n un cl ima de desconfianza haci a lo s g obernantes el sistema
político que había surgido de los conflictos militares parecía incapaz de resolver sus
funciones gubernativas; los mismos partidos políticos no parecían interesados en
hacer funcionar el parlamento y auspiciaban un orden constitucional distinto, con-
templando las nuevas ideologías políticas. En su «International history» J. Joll (Europe
since, 1 870, trad. it., Bari, 1975) ha insistido en el proceso de la pol ítica exterior de
Wilson, que hizo caer las esperanzas de renovamiento del equilibrio, pero la caída
de las reclamac iones italianas formu ladas por el gabinete Orland o-Sonnino fue
destacado en el sistema parlamentario; no sin motivos, la agitación nacionalista,
escarmentada por la empresa de Fiume, se desarrolló fuera del orden constitucio-
nal. Los nacionalistas, agitando la bandera tricolor, recla maban para el Estado ita-
liano mayor prestigio.
Después de la guerra los nacionalistas, en todas las ocasiones, renovaban las
críticas sobre el funciona miento de los poderes y de los servicios liberaldemocráticos
de tipo parlamentario. No contradichos por los so cialistas, clamaban por el control
público de las iniciativas priva das y la reglamen tación de los órganos administra-
tivos. Era preciso evitar confundir la gestión política con la gestión administrativa;
la administración central del Estado estaba decidida a acelerar la producción bélica
y a equilibrar la distribución de los bienes, per o la gesti ón p arlamentaria en la
misma; esta gestión resultaba lenta con respecto a las necesidades de carácter admi-
nistrativo.
Los movimientos nacionalistas, comprendidas las asociaciones patrióticas, es-
taban de acuerdo en que el ejecutivo tuviese en las manos las riendas del poder,
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