Tercera lección: La moral profesional (fin) - Lecciones de sociología - Libros y Revistas - VLEX 976808410

Tercera lección: La moral profesional (fin)

Páginas55-64
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LECCIONES DE SOCIOLOGÍ A. FÍSICA DE LAS COSTUMBRES Y DEL DEREC HO
TERCERA LECCIÓN
LA MORAL PROFESIONAL
(Fin)
Fuera del prejuicio histórico del qu e hemos hablado la última vez, hay
otro motivo que ha contribuido a desacreditar el sistema corporativo: el aleja-
miento que inspira de ma nera gene ral la idea de reglamentación económica.
Nos represe ntamos toda regla mentación de este ti po c omo una especie de
policía más o menos molesta más o menos tolerable, que puede obtener ciertas
acciones exteriores de los individuos, pero que no dice nada a los espíritus, y
que no tiene raíz en las conciencias. Se la ve como una especie de vasta disci-
plina de taller, extendida y generalizada, a la cual es posible someterse mate-
rialmente, pero qu e nadie desearía en verdad. Se confunde la disciplina esta-
blecida por un individuo e impuesta militarmente a otros individuos que no
están interesados en tenerla, con una disciplina colec tiva a la que todos los
miembros de un grupo están constreñidos. Esta regla solo puede mantenerse
si descansa sobre un es tado de opinión, si se basa en las costu mbres. Y son
estas costumbres las que importan. La re glamentación establecida no hace en
cierto modo más que de finirlas con mayor precisión y sancionarlas. Traduce
en preceptos ideas y sentimientos comunes, un vínculo comú n a un mismo
objetiv o. Es por lo tanto equivoca rse singularment e sobre su naturalez a e l
verla desde afuera, no percibir más que la letra. Considerada así puede pare-
cer en efecto una especie de consigna simplemente molesta , que impide a los
individuos hacer lo que quieren en favor de un interés que no es el de dios: en
consecuencia es muy natural que se procure sacudir esta molestia o reducirla
al mí nimo. Pero, bajo la letra, hay un espíritu que la anima; hay lazos de todo
tipo que unen el individuo a l grupo del que forma parte y a todo lo que intere-
sa a este grupo; existen sentimie ntos sociales, aspiraciones colect ivas, tradi-
ciones a las que nos aferramos y que se respetan, que dan sentido y vida a la
regla, que dan calor a la manera en la que es aplicada por los individuos. Por
lo tanto es una concepción sumamente superficial la de los economistas clási-
cos para quien es toda disciplina col ectiva es una especi e de m ilitarizació n
más o m enos tiránica. En realidad cuando es normal, cuando es lo que debe
ser, es una cosa muy distinta. Es a la vez el resumen y la condición de toda
vida en común, que importa tanto a los particulares como su propia vida. Y
cuando deseamos ve r a las corporaciones reorganizarse sobre un modelo que
procuraremos determinar en seguida, no es porque nuevos códigos se añadan
a los ya existentes; es, ante todo, para que la activida d económica se penetre

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