Cuarta lección: Moral cívica - Lecciones de sociología - Libros y Revistas - VLEX 976808412

Cuarta lección: Moral cívica

Páginas65-74
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LECCIONES DE SOCIOLOGÍ A. FÍSICA DE LAS COSTUMBRES Y DEL DEREC HO
CUARTA LECCIÓN
MORAL CÍVICA
Definición del Estado
Hemos estud iado sucesivame nte las reglas morales y jur ídicas que se
aplican a los contactos del individuo consigo mismo, con el grupo familiar y
con el grupo profesional. Vamos ahora a estudiado en las relaciones que sos-
tiene con otro grupo, más extendido qu e los precedentes, incluso el más exten-
so de todos los constituidos actualmente, es decir, el grupo político. El conjun-
to de las reglas sancionadas que determinan lo que deben ser esas relaciones
forman lo que se llama la moral cívica.
Pero, antes de comenzar el estudio, importa definir qué deb emos enten-
der por sociedad política.
Un elem ento esencial que entra en la noción de todo grupo político es la
oposición entre los gobernantes y los gobernados, de la autoridad con los que
le están sometidos. Es muy posible que en el origen de la evolución social esta
distinción no hay a existido; la hipótesis es tanto más valedera porque encon-
tramos sociedades donde está sólo muy débilm ente marcada. Pero, en todo
caso las soc iedades en las que se ob serva no pueden ser con fundidas con
aquellas en las que falta. La s unas y las otras constituyen dos especies dife-
rentes que deben designarse con palabras diferentes, y es a las primeras a las
que le está reserva da la calificación de políticas. Porque si esta expresión tiene
un sentido, quiere decir ante todo organización por lo menos rudimentar ia,
constitución de un poder, estable o intermitente, débil o fuerte, cuya acción se
ejerce sobre los individuos, sea la que fuere.
Pero un poder de este tipo se encuentra fuera de las sociedades políticas.
La familia tiene un jefe cuyos poderes son a veces absolutos , a veces está n
restringidos por los de un consejo doméstico. Con frecuencia se ha comparado
la familia patriarcal de los romanos a un pequeño Estado; y si, como veremos
muy pronto, la expresión no está justificada, sería irreprensible si la sociedad
políti ca se caracter izara única mente por la pres encia de una org anización
gubernamental. Otra característ ica es pues necesaria.
Se ha creído encontrarla en los contactos particular mente estrec hos que
unen toda soc iedad política al suelo qu e ocupa. Hay, se dice una rela ción
permanente entre toda nación y el territorio dado. «El Estado –dice Bluntsehli–
debe tener su comarca; la nación exige el país». Pero la familia está igualmente

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