Novena lección: Moral cívica (fin) - Lecciones de sociología - Libros y Revistas - VLEX 976808427

Novena lección: Moral cívica (fin)

Páginas109-116
109
LECCIONES DE SOCIOLOGÍ A. FÍSICA DE LAS COSTUMBRES Y DEL DEREC HO
NOVENA LECCIÓN
MORAL CÍVICA
(Fin)
Formas del Estado. La democracia
Tras haber definido la democracia hemos visto que puede ser concebida
y practicada de una manera que alteraría gravemente su naturaleza. Esencial-
mente es un régimen donde el Estado, sin dejar de ser distinto a la masa de la
nación, está estrecha mente en comunicación con ella y, en consecuencia, su
activida d a lcanza cierto grado de movi lidad. Hemos visto que, en algu nos
casos, es ta estrecha com unicación pod ía llegar a una fus ión más o menos
completa. El Estado, en lugar de ser un órgano definido, el núcleo de una v ida
especial y original, se convierte entonces en un simple calco de la v ida subya-
cente. N o hace más que traducir con una anotación diferente lo que piensan y
sienten los indivi duos. Su rol no es e laborar ideas nuevas, puntos de vist a
nuevos, como podría hacerlo gracias a la forma en que está constituido, sino
que sus funciones principales consisten en recensar cuáles son las ideas, los
sentimientos más generalmente expandidos, los que forman, como se dice, la
mayoría. Es resultado de ese recenso mismo. Elegir diputados es sencillamen-
te contar cuántos partidarios tiene tal opinión en el país. Dicha concepción es
pues contraria a la noción de un Estado democrático, porque logra desvanece r
casi totalmente la noción misma de Estado. Digo casi totalmente, porque, bien
entendido, la fusión nunca es completa. No es posible, por la fuerza de las
cosas, que el mandato del diputado sea ba stante determinado como para l i-
garlo completa mente. Siempre hay un m ínimo de iniciativa. Pero ya es mucho
que exista una tendencia para reducir esta iniciativa al mínimo. Por eso, en
este sentido, dicho sistema político se aproxima al que se observa en las socie-
dades primitiv as; en una como en otra parte el poder gube rnamental es débil.
Pero, al mismo tiempo existe la enorme diferencia de que, en un caso, el Estado
no existe aún, no existe más que en germen, en tanto que, en dicha desviación
de la democracia, está por el contrario con frecuencia muy desarrollado, dis-
pone de una organización extensa y compleja. Y es justamente este doble as-
pecto contradictorio lo que mejor muestra el carácter anormal del fenómeno.
Por una parte un mecanismo complicado, sabio, múltiples engranajes de una
vasta administración; por el otro una concepción del rapel del Estado que es
una vuelta a las formas políticas más primitivas. De ahí una m ezcla extrañ a

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