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El Señor Magistrado Bradley

AutorCharles Fairman
Páginas57-78
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El Señor Magistrado Bradley
por
charles Fairman
En The Formative Period of American Law, publicado en 1938, Dean Pound men-
cionó a los diez magistrados que él consideró de mayor altura que todos los demás
en la historia judicial norteamericana: John Marshall, James Kent, Joseph Story,
John Bannister Gibson, Lemuel Shaw, Thomas Rufn, Thomas McIntyre Cooley,
Charles Doe, Oliver Wendell Holmes y Benjamín Nathan Cardozo. Diez años más
tarde, el profesor Willard Hurst observó que seguían siendo esos diez nombres los
que surgían en los discursos a los abogados, y tenía una “inquietante sospecha de
que los más solemnes fallos... emanaban de los integrantes de la lista que Dean
Pound nos había dado”.97
La creencia de Pound en el valor intelectual del estudio de la historia jurídica
y de la biografía judicial, y los reproches de Hurst a los hombres de leyes por no
ofrecernos nuevas interpretaciones de tal historia y tal biografía, deben preocupar
a quienes han descuidado esto. La lectura de la historia y de la biografía judiciales
vale verdaderamente la pena, según creo, no solo para los abogados, sino también
para los ciudadanos inteligentes y responsables en general, los cuales, de otra suer-
te, no podrían comprender la historia de una nación bajo el derecho constitucional.
Es importante enterarse de lo que han dicho y hecho los juristas inuyentes,
y de algo acerca de sus personas; pero igualmente importa una nueva interpre-
tación de su historia desde un punto de vista contemporáneo. Entender de qué
manera el derecho ha respondido a las cambiantes necesidades humanas, es darse
cuenta de cómo las nuevas políticas, según la frase del ministro McKenna, “pa-
san de la fase militante a la del triunfo, o de la objeción a la abrogación”.98 Quien
entienda esto está más capacitado para valorizar las tendencias contemporáneas
y evitar el lamento, común en cada generación: “¡Ha desaparecido aquella Consti-
tución que conociéramos!”. Además, una idea de la fuerza (y de las limitaciones)
97 Who is the “Great” “Apellate Judge”? 24 IND. L. J. 394, 397 (1949).
98 Bunting v. Oregon, 243, U.S. 426, 438 (1917).
Allison DunhAm / PhiliP B. KurlAnD
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de los jueces norteamericanos conduce a una apreciación de la calidad de la justi-
cia norteamericana.
La cuestión práctica, de si la historia judicial debe enseñarse en las escuelas,
y cómo, no tiene que ser resuelta aquí, ni siquiera planteada. ¡Hay tantos y tantos
hombres que han adquirido una familiaridad de expertos en materias que nadie les
ha enseñado! La recompensa práctica de conocer la biografía judicial es obvia: los
grandes juristas son sabios consejeros.
Uno de esos hombres fue el ministro de la Suprema Corte, Joseph P. Bradley,
una de las tres guras más importantes durante un período crucial de la historia del
más alto tribunal de los Estados Unidos. Formó parte de la Corte desde 1870 hasta
1892; la segunda gura, el ministro Samuel Freeman Miller, de 1862 a 1890, y la ter-
cera, Stephen J. Field, de 1863 a 1897. Ellos fueron los gigantes de esa época. Después
de la Guerra Civil vinieron los ferrocarriles occidentales y una expansión económica
de la que surgieron en los Estados Unidos muchos de los problemas de la Cláusula
de Comercio. Bradley fue un decidido nacionalista y una gran gura en la ley de la
Cláusula de Comercio. De la guerra resultaron las enmiendas constitucionales de
Reconstrucción —en particular, la Decimocuarta— cuya historia interpretativa se ha
convertido recientemente en un animado tópico, dentro y fuera de la Corte. El minis-
tro presidente Warren, hablando en nombre de todos los magistrados en los juicios
de Segregación Escolar,99 hizo alusión a “el carácter nada convincente de la historia de
la Enmienda” con respecto a la cuestión que la misma entraña.
Durante once años, el juez Bradley tuvo a su cargo el Quinto Circuito —que se
extendía, como ahora, desde Georgia hasta Texas— y en él se encontró con algunos
de los más espinosos casos, procesos judiciales de la Reconstrucción, incluyendo
el del Slaughter House (rastro),100 en primera instancia. La década de los setenta fue
un período en que el Congreso Republicano creó nuevos derechos federales y abrió
los tribunales federales más ampliamente a los litigantes. Bradley nunca retrocedió
cuando se trataba de la expansión de la justicia federal. Más tarde, en momentos
en que atacaba la doctrina de Swift vs. Tyson,101 empeño que nalmente triunfó en
el caso Erie Railroad vs. Tompkins,102 él, con toda razón, se rerió a Bradley, conside-
rándolo como el que había perpetuado y ampliado la doctrina.103 Por el vigor de su
intelecto, por el completo dominio de su profesión y por el dilatado alcance de su
pensamiento, Bradley fue un gran magistrado. Ha habido muy pocos de quienes
podamos aprender tanto.
99 Brown v. Board of Education, 347 U.S. 483, 489 (1954).
100 Live-Stock Dealers and Butchers Association v. Crescent City Live-Stock Larding
and Slaughter House Co., 15 Fed. Cas. No. 8408; 1 Woods 21 (C.C. La., 1870).
101 16 Pet 1 (1842).
102 304 U.S. 64 (1938).
103 Holmes-Follock Betters (Howe ed., 1941), II, 215.

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