De los gobiernos primitivos - De las formas de gobierno y de las leyes por que se rigen - Libros y Revistas - VLEX 976580229

De los gobiernos primitivos

AutorHippolyte P. Passy
Páginas61-65
61
CAPÍTULO V
DE LOS GOBIERNOS PRIMITIVOS
Casi nada sabemos de los primeros principios de la humanidad; las únicas
tradiciones históricas que merecen alguna fe no se remontan a mas de veinte siglos
antes de la Era cristiana, y esta es la prueba de que, durante las edades anteriores,
ninguna agregación social tuvo bastante consistencia para dejar rastro duradero
de su paso por la tierra. De aquí resulta que en los pueblos menos adelantados en
civilización es donde hay que ir o buscar los informes que nos faltan tocante a los
métodos de organización gubernamental bajo los cuales corrió la larga y penosa
infancia de las sociedades humanas.
En el estado primitivo, los hombres no subsisten mas que de los productos es-
pontáneos de la naturaleza. Su vida se pasa en buscarlos: después de haber consumido
todo lo que ofrece el punto del suelo que ocupan, se alejan de él para ir a buscar en otra
parte nuevos recursos, recorriendo así sucesivamente espacios sumamente extensos.
En aquella época las asociaciones existen en el estado embrionario; la insuciencia de
los medios de nutrición coarta su desarrollo, y rara vez se componen de mas de un cen-
tenar de familias. Sin embargo, por mas miserables, por poco numerosas que sean las
comunidades salvajes, no carecen de asuntos que les impongan esfuerzos colectivos:
cada una de ellas tiene por enemigas a todas las demás; unos hombres, a quienes no
cesan de amenazar los mortíferos golpes del hambre, no consienten que unos extran-
jeros utilicen la caza y se lleven los vegetales de que para sí propios tienen necesidad.
Todo encuentro entre dos tribus ocasiona un choque sangriento, una batalla en pos
de la cual los vencedores degüellan sin piedad a cuantos vencidos no han logrado
sustraerse a su alcance; por esa razón las comunidades rodeadas de graves peligros se
someten gustosas a una dirección que es lo único que puede preservarlas de su ruina.
Hasta en los tiempos ordinarios, dejan a los mas hábiles, a los mas expertos el cuidado
de conducirlas, y lo que ellos proponen o aconsejan es la regla a que se someten todos.
«Indecible asombro causa, dice, hablando de las tribus de la América sep-
tentrional, el hombre que mejor las ha conocido, el reverendo Heckewelder11, ver
11 Historia, usos y costumbres de l as naciones indias que habitaban antiguame nte la Pen-
silvania y los Estados circunvecinos, por el reverendo Juan Heck ewelder, misionero
moravo, cap. VIII.

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