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Capítulo VI: El estado socialista

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FUNDAMENTOS DE LA TEO RÍA SOCIALISTA DEL ESTADO Y EL DERECHO
CAPÍTULO VI
EL ESTADO SOCIALISTA
§ 1. SURGIMIENTO DEL ESTADO SOCIALISTA
Factores objetivos y subj etivos del surgimiento del Estado socialista. El desarrollo del
régimen capitalista engendra inevitablemente las condiciones para su desaparición
y reemplazamiento por un nuevo sis tema social, el socialismo. Esta sustitución es
fruto de la victoria de la revol ución s ocialista. Comienza con la t oma del poder
estatal por los trabajadores, encabezados por la clase obrera, y la fundación del
Estado proletario, que se utiliza de instrumento para las sucesivas transformaciones
socioeconómicas, realizadas en interés del pueblo.
La premisa material, económica de la revolución socialista y el surg imiento
del Estado socialista consiste en la falta de correspondencia del carácter social de la
producción (las fuerzas productivas) con la forma capitalista privada de la apropia-
ción (relaciones de producción). Este conflicto, base de todos los antagonis mos de la
sociedad capitalista, se agrava particularmente en el período del imperialismo, en
el que las fuerzas productivas han alcanzado un crecimiento gigantesco y el carácter
social de la producción aumenta de for ma inusitada. La ley de la obligada corres-
pondencia de las relaciones de producción con el carácter de las fuerzas productivas
reclama la supresión de las viejas relaciones de producción y la implantación de
otras nuevas, sobre cuya base se forma también la nueva superestructura, incluidos
el Estado y el Derecho d e la so ciedad socialista.
En l as con dici ones del ca pital ismo madur an, a simis mo, l as pre misa s
sociopolíticas de la revolución socialista. En las entrañas de la sociedad capitalista
nace y, luego, c rece y se fortalece la clas e o brera, la clase más revo lucionaria,
profundamente interesada en la liquidación de la propiedad privada de los medi os
de producción y de todo el régimen ca pitalista. La cohesión y la orga nización de la
clase obrera las condiciona su vinculación a la gran industria maquinizada ; la exis-
tencia de un partido obrero independiente hace de esta clase el líder de todos los
oprimidos y explotados, ante todo del campesinado, así como de la pequeña bur-
guesía urbana, la intelectualidad tra bajadora, etc. La alianza de los obreros y los
campesinos se forma en base a la unidad de los intereses cardinales y los objetivos
de su emancipación de la explotación. Por su situación misma en el sistema de la
producción social, la clase obrera desempeña el papel rector en esta alianza.
En la presente etapa, la intelectualidad aparece más y más a menudo en cali-
dad de aliado de la clase obrera . Las fronteras de esta alianza se ensanchan también
a expensas de la incorporación provisional de la burguesía no mon opolista, que
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OLEG ZHIDKOV /VENIAMIN E. CHIRKIN / YU.YUDIN
experimenta la opresión de los monopolios. De esta ma nera, aparece la posibilidad
de crear un amplio frente popular, nacional, capaz de vencer en la revolución de-
mocrática, y de que esta última se transforme en revolución socialista.
En nuestros días han cobrado una importancia colosal las premisas ideológicas
de la revolución socialista: la influen cia del socialismo científico. Las tesis fundamen-
tales del socialismo científico, ideología de la clase obrera, las aceptan hoy otras capas
de los trabajadores. Muchos representantes del campesinado y la intelectualidad
comparten también esta doctrina. En algunos países africanos y asiáticos de orienta-
ción socialista, el socialismo científico ha sido proclamado base ideológica de los
partidos democráticos revolucionarios gobernantes. Todo esto eviden cia la enorme
fuerza de atracción que las ideas socialistas tienen en nuestros días.
Para la victoria de la revolución socialista y el nacimiento del Estado socialis-
ta son indispensables no solo los factores objetivos citados. Una condición trascen-
dental del surgimiento del Estado socialista es la presencia de los factores subjeti-
vos: capacidad de la clase revolucionaria para llevar a cabo acciones conducentes al
derrocamiento del viejo Gobierno; existencia de un partido suficientemente experi-
mentado y templado, apto para llevar consigo a las masas , y, finalmente, es impres-
cindible que exista una situación revolucionaria, es decir, una crisis del sistema de
la dirección estatal de la sociedad por par te de la clase domin ante, cuando «los de
abajo» (las clases opri midas) no quieren vivir a la antigua, y «los de arriba» (la s
clases dominantes) no pueden seguir gobernando a la antigua; que el agravamiento
de las cala midades de la clase oprimida sobrepase el nivel habitual (en las condicio-
nes de guerra, por ejemplo); que las contradicciones sociales se agudicen y la activi-
dad política de las masas cre zca notablemente.
Así pues, la aparición del Estado socialista no es, ni mucho menos, una casua-
lidad. El motivo del surgimie nto d e Esta dos socialistas en Europa, Asia y, más
tar de, en A méri ca ( Cuba ) no fuer on l as g uerr as, como afir man algu nos
«sovietólogos» burgueses, ni la «exportación de la revolución»; dichos Estados tam-
poco pueden surgir en base a la transformación pa ulatina del capitalismo en socia-
lismo; el Estado socia lista es producto de la victoria de la revolución socia lista
realizada por las masas populares de cada país.
Formas de la revolución socialista. El principal rasgo de toda revolución consiste
en el paso del poder es tatal de una clase a otra clase. La conquista del poder estatal
por los trabajador es c on la cla se obrera a la cabeza representa en sí la victoria
política de la revolución socialista, que se desarrolla luego en la esfera de la econo-
mía, las relaciones sociales y la cultura.
El paso del poder esta tal a l a clase obrera se efectúa de forma s d iversas.
Pueden señalarse dos formas fundamentales de la revolución socialista, la pacífica y
la no pacífica. Esta última consiste en conquistar el poder estatal como resultado de
la insurrección armada (Rusia en 1917; Bulgaria en 1944), en el curso de la guerra
civil o en la lucha contra la intervención extranjera.
La pacífica es el paso del poder estatal a otras manos sin emplear procedi-
mientos armados de lucha. No ocasiona las víctimas en masa ni el desbarajuste
acarreado por la guerra civil. V. I. Len in señaló: «La clase obrera hubiera preferido,
indudablemente, tomar el poder en sus manos pacíficamente»1.Pero indicó también
1V. I. Lenin. Una tendencia retrógrada en la socialdemocracia rusa, O. C., t. 4, pág. 264.
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FUNDAMENTOS DE LA TEO RÍA SOCIALISTA DEL ESTADO Y EL DERECHO
lo siguiente: «El desarrollo pacífico de cualquier revolución es, en general, una cosa
extraordinariamente rara y difícil»2. La realización de esta posibilidad depende no
solo de la clas e o brera, sino, en prim er término, del grad o y el ca rácter de la
resistencia que oponen los explotadores, que, pa ra mantener el poder en sus manos,
utilizan métodos armados de aplas tamiento de los trabajadores, desencadenan gue-
rras civiles y hasta organ izan intervenciones de Estados extranjeros.
Después de la segunda g uerra mundial, en varios países eur opeos, en los que
la revolución democrática, iniciada en conexión con la lucha contra los ocupantes
fascistas, se transformó en revolución socialista (Hungría , Ruma nia, C hecoslova-
quia y otros), ésta se desarrolló de forma preferentemente pacífica. En el curso de
este proceso, que duró de dos años y medio a tres (1944/45-1947/48) se utilizaron
también los métodos parlamentarios de lucha; los partidos de la clase obrera gana-
ron gradualmente la mayoría en el Parlamento y formaron el Gobierno socialista.
El cambio radical de la correlación de fuerzas en la arena internacional a favor
del socialismo ha creado una situación nueva, en la que han crecido las posibilida-
des de la vía pacífica de la revolución socialista. En las actuales condiciones, varios
partidos comunistas de países capitalistas industrializados (Inglaterra, Italia, Fra n-
cia, Noruega y otros) admiten la probabilidad de que los trabajadores conquisten el
poder por vía pa cífica, incluida aquí la utilización de algunas instituciones de la
democracia burguesa, ante todo del Parlamento, llenán dolas de un contenido nue-
vo. Empero, cualesquiera que sean las condiciones, la vía pacífica no es, en ningún
caso, un camino de reformas habituales y de transformación gradual de las institu-
ciones políticas burguesas, un enraizamien to del socialismo en el capitalismo, como
intenta hacer ver la socialdemocracia de derechas. La vía pacífica es también revolu-
ción, lo único distinto son los caminos de su desarrollo.
Por eso, al admitir la posibi lidad de las distintas formas de la revoluci ón
socialista, los partidos comunistas y obreros no absolutizan ninguna de ellas. El
éxito de la lucha de la clase obrera y su partido por el triunfo d e la revolución
socialista depende del grado en que a mbos dominen todas las formas de lucha —
pacíficas y no pacíficas, parlamentarias y no parlamentarias— y estén preparados
para el más rápido e inesperado cambio de una forma de lucha por otra. Pero,
los rasgos fundamentales de la revolución socialista y de la edificación socialista
conservan su vigor, independie ntemente de la vari edad de las for mas con cretas
de lucha. Toda la experiencia del desenvolvimiento del socialismo mundial testi-
monia lo siguiente: primero, la cuestión princi pal d e la revoluc ión s igue si endo
la del poder: o el poder de la clase obrera, que actúa en alianza con todo el pue-
blo tra bajador, o el poder de la burguesía, n o existe un tercer camino; segundo, el
paso al socia lismo es posible solo si la c lase obrera y sus aliad os, después de
tom ar el po der po líti co rea l, lo ej erce n para s upri mir l a domi naci ón
socioeconómica de los capitalistas y otros explotadores; tercero, la victoria del so-
cialismo es factible si la clase obrera y su vanguardia, los comunistas, saben ins-
pirar y cohesionar a las masas trabajadora s en la lucha por la edificación de la
nueva sociedad, por la transformación de la economía y de todas las relaciones
sociales sobre los principios socialistas; cuarto, el socialismo puede afianzars e úni-
camente si el poder de los trabajadores sabe defender la revolución fr ente a cual-
quier ataque del enemigo de clase.
2V. I. Lenin. La Revolución Rusa y la guerra civil. O. C., t. 34, pág. 222.

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