Lección octava - Orígenes y evolución de la familia y de la propiedad - Libros y Revistas - VLEX 1027189856

Lección octava

AutorMaksim Kovalevskii
Páginas75-82
75
ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA FAM ILIA Y DE LA PROPIEDAD
LECCIÓN OCTAVA
En la s lecciones a nteriores hemos empleado constantemente las palabras mu-
jer, esposa y madre. Podría pensar se de esto que la monogamia se deriva esencial-
mente del patriarcado: esta verdad solo lo es a medi as. Como intentaremos demos-
trar en la presente conferencia , el régimen patriarcal conduce necesar iamente a este
resultado, pero sus orí genes se remontan a la época de la poligamia. Por mucho
tiempo la poligamia hasta es la regla general, pues está de perfecto acuerdo con la
forma más extendida de contraer matrimonio; con el matrimonio por compra. Bajo
tal régimen, el ri co puede constituir una fami lia con un número indefinid o d e
mujeres. Su interés le arrastra necesariamente a ello, pues aumentando sus mujeres
se acrecientan también sus medios de producción. En aquellas sociedades, la mujer
es el sos tén de la familia y el trabajador por excelencia: el marido se contenta con el
ejercicio de las armas o con la caza, y no solamente abandona a sus mujer es los
cuidados de la casa, sin o también los trabajos agrícolas y la cría del ganado. Para
comprender claramente tal trastorno en las reglas de la producción, basta pasar
algunos días entre las tribus bárbaras del Cáucaso. Lo que pr imero llama la aten-
ción es la indolencia de los hombres y la actividad de las mujeres. Tanto el cherkes
y el osseta como el tártaro d e lo s a lrededores de Elborou g y el Adi gué de las
estepas, pasan el tiempo en la ociosidad. Galopan en sus caballos, recortan con sus
puñales pedazos de madera para formar palillos y cuando se cansan se sientan y,
formando círculo, se entregan a la conversación; si añadimos a esto el tiempo que
pasan orando, lavándose y en galantear a las mujeres, tendremos un perfecto cua-
dro de la forma de vida de estos hombres. El marido no se preocupa para nada de
acarrear el agua desde la fuente, de preparar la comida , de mantener el fuego, de
vigilar el campo, ni del cuidad o de las labores agrícolas y ganad o; todo esto incum-
be a sus mujeres y a sus ayudantas, algunas veces a criados pagados, casi siempre
mujeres de la familia. En tales condiciones las ventajas de la poligamia se explican
claramente por ser la forma más sencilla de procurarse trabajadores. Esta preocupa-
ción surge a menudo en la historia del derecho y más de una costumbre encuentra
en ello su origen. Para no citar más que un ejemplo, me limitaré a recordar que
entre al gunas tribus eslavas y germanas se conservaba la costumbre de casar hijos
pequeños con muje res adultas, todo ello con el fin de que fueran, des pués del
matrimonio, las ayudas naturales y permanentes de su nueva familia.
A estas causas puramente económicas añadiré otra de carácter puramente so-
cial: me refiero a la necesidad de procurarse alianzas con el objeto de substituir el
estado de guerra continua característico de aquellos tiempos, con una paz durable.
Ahora bien, el matrimonio es uno de los medios más seguros para conseguir es te
resultado. Una vez contratado el matrimonio, las dos familias quedan ligadas con
los lazos del parentesco: son cognati, decían los romanos, son svoistvenniki, dicen los

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