Capítulo XV. Filangieri. Beccaria - Introducción general a la historia del derecho - Libros y Revistas - VLEX 1027332652

Capítulo XV. Filangieri. Beccaria

AutorJean-Louis-Eugène Lerminier
Páginas133-139
133
CAPÍTULO XV
Filangieri—Beccaria
El genio original de Vico había colocado la Italia al frente de la jurispru-
dencia europea por la atrevida iniciativa que había tomado en la losofía de la
historia. Pero la segunda mitad del siglo diez y ocho presenta un espectáculo
bien distinto; pues la Italia, como asombrada del espacio que Labia andado,
corre a colocarse a fuera de humilde discipula en pos de la losofía francesa,
como lo atestiguan Filangieri y Beccaria. Despues de Vico, Genovesi enseñó
con aplauso la metafísica y la economía política; Gennaro combinando opor-
tunamente la teoría y la práctica, escribió su curiosa y extraña obra Respublica
jurisconsultorum y tuvo por contemporáneo al joven Gaetano Filangieri.
Este nos parece lugar a propósito para exponer rápidamente los princi-
pales trabajos históricos y de mera erudición que ilustraron la Italia durante
el transcurso del siglo diez y ocho. Únicamente citaré los nombres de Mura-
tori que reunió innitos materiales para la historia del derecho, de Mazzochi,
el primero que explicó las tablas de Heracleo, de Tiraboschi, de Alejandro
Maquiavelo, de Sarti, de Fattorimi, de Fantuzzi, de Facciolati, de Lupi, respe-
tado como autoridad soberana por Savigny acerca de una parte de las leyes
lombardas, y de Sanzi, sagaz intérprete de la arqueología etrusca. Todos estos
trabajos de la ciencia italiana a los cuales es deudora de mucho la Alemania,
fueron emprendidos y ejecutados con el solo objeto de la erudición, y no se
reeren ni al cartesianismo italiano, ni al sistema de Vico, ni a la losofía fran-
cesa que va a reinar en Nápoles y en Milán.
Montesquieu murió en 1759 y dejó el campo libre a la losofía de Loche
y de Condillac; con él desapareció la inteligencia verdadera y profunda de
la historia que en adelante ya no tuvo otro partidario sincero que Mably, ni
otro erudito que Freret. Juan Jacobo con su antipatía por el hombre social y
sus estudios harto superciales de la historia antigua y moderna difícilmente
pudiera ser mirado como un genio político a pesar del vigor de su lógica, de
la brillantez de su estilo y de la riqueza de su imaginación. En cuanto a Vol-

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