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Capítulo VII

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CAPÍTULO VII
Carácter especial del plagio artístico.—Otro colmo en la justicia francesa.—
El copiar es fundamento de las artes grácas.—A invenciones nuevas, de-
rechos nuevos.—Disquisición lingüística algo pedante acerca de la manera:
¿valen los adjetivos para explicar el substantivo?—Una lección de historia
del arte.—De cómo Rafael imitó a Leonardo da Vinci y Barabino a Domenico
Morelli.—Los dos primos de Tranquillo Cremona: bello ejemplo de lealtad.—
Caracteres distintivos del plagio artístico.—Contradicciones humanas.—
Único litigio acerca de la manera decidido por el Tribunal de París.—Plagio
clásico de un Médicis.—Daguerreotipo, fotografía, kodak.—Los abusos de la
fotografía descienden de la Capilla Sixtina.—Si las instantáneas pueden y de-
ben ser objeto de protección legal.—Otras contradicciones humanas.—Una
instantánea en las faldas de la Jung Frau.—Qué signican las arias y los moti-
vos musicales.—Los lólogos no se hacen cargo de ello, y los jurisconsultos no
están de acuerdo.—El leit motiv.—Excursión por el campo musical.—Conde-
na de Wagner por plagiario. —Un dueto1 entre Tolstoi y Nietzsche.—El gato
en el teclado del piano. —Instintos músicos de los animales.—Legitimidad
de los plagios musicales.—Derechos de los noctámbulos2, de los acionados
y de los cantantes callejeros.—Exageraciones y crueldades judiciales.—El
Fausto de Gounod en los tribunales ginebrinos.—Argumento en favor de los
1 La R. A. de la Lengua ad mite muchos extranjeri smos y lo conesa: no es un arance l
prohibitivo su ley económica, y t ampoco llega a la libr e admisión; su fallo vie ne a
ser un modesto derecho scal de introducción. Entre los extranjerismos veo en esta
forma: «Dueto. (Del ital. duetto ) m. d. de Dúo.» El Diccionario hace fe ha sta en orto-
grafía. A quien medio se je, le chocarán los dos signos diferentes e mpleados en el
desate de los diptongos uo y ue (acento y diéresis); pero será por no jarse del todo.
Dúo es bisílabo por el ace nto (idus) en la pri mera vocal; su derivado Dueto es trisí labo
llano, con el ictus (sin acento ortog ráco) en la segunda sílaba.—(L. M.)
2 Son muchos más los noctámbulos que los sonámbulos; sin embargo, los que and an de
noche sin dormi r ni soñar no son noctámbulos, sino que son poét icamente noctivagos
y fueron nocharniegos segú n el Dicc. de la R. A. E. Sin embargo, la palabra noctámbulo
es muy usual y tiene buen a estructura; n i es poética ni es ant icuada. Debiera constar
en él.—(L. M.)
Domenico Giuriati
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trozos de música cantados y tocados.—Qué relaciones hay entre libretistas y
compositores de una ópera.—Historieta del melodrama: libretos admirables,
pasaderos, deplorables.—Diferencia entre Italia y Francia sobre los referi-
dos derechos del poeta y del maestro compositor de música.—Vicisitudes
judiciales de la Cavalleria Rusticana.—Enseñanzas que de ellas se sacan.—El
Congreso de Vevey.—La Sociedad de Autores, la actividad gubernativa y un
voto para lo venidero.
Siempre que nos ocurre prescindir del plagio literario propiamente dicho
para ocuparnos en el artístico o en el cientíco, nos parece que salimos de nuestro
campo para invadir el territorio ajeno. Lo cual, si es cierto desde el punto de vista
de nuestra incompetencia personal, por ser más peritos en desarrollar asuntos artís-
ticos o cientícos, es absolutamente falso en lo que atañe a la moralidad íntima de
la acción, el daño al público, el perjuicio a los particulares, la protección legislativa
y las ambigüedades judiciarias.
A decir verdad, estas últimas se multiplican también en los dos antedichos
campos (el cientíco y el artístico), porque en ellos el derecho preeminente del autor
literario, que consiste en la no reproducción, se esfuma como por encanto y hasta se
convierte en derecho del primer ocupante. Y aún me quedo corto. La jurisprudencia
práctica de los tribunales (en especial de los franceses) llegó hasta el extremo de
atribuir el derecho de reproducir un objeto artístico... ¡al comprador! Y con eso está
dicho todo.
Para circunscribir la atención al plagio en las artes grácas se tropieza con
otra cosa más, se tropieza con suma dicultad de concebirlo. Si es de regla que las
artes grácas imiten a la naturaleza, será por ende muy difícil distinguir entre la
imitación de la naturaleza y la imitación de su imitación. Bien puede decírseles a
los pintores y a los escultores, con Dante: «Que el arte vuestra cuanto puede sigue,
como el maestro hace al discípulo, tanto que vuestro arte casi es pariente de Dios.»
(Inf., c. IX.)
Además, en todos tiempos y lugares ¿no se ha admitido siempre que las
obras de mayor mérito se copien y recopien3 con entera libertad, por lo que hasta las
copias mismas tienen sus gradaciones de mérito y valor? En Roma una virgencita
de Sassoferrato o una Beatrice Cenci de Guido Reni se compran a precio variable
desde unas cuantas liras a centenares y centenares de ellas. En Ámsterdam, al paso
que las pequeñas copias al óleo (no confundirse con las oleografías) de la Ronda de
Noche de Rembrandt abundan tanto que se pagan con poco dinero en el comercio de
Van Pappelendam fue vendida, estando yo presente, una copia al precio de dos mil
orines al contado, y quien la compró no era ningún tonto. Por otra parte, desde la
invasión del kodak cualquiera nulidad puede sin obstáculos regresar del viaje con
3 Este verbo, de uso corriente, no se h alla en el Diccionario de la R. Academ ia Españo-
la.—(L. M.)

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