Capítulo V - El plagio - Libros y Revistas - VLEX 1023483872

Capítulo V

Páginas101-124
101
CAPÍTULO V
Falla la memoria.—Las reproducciones, las traducciones, las remembranzas
clásicas, lejos de ser plagios, son homenajes a la superioridad de los maes-
tros.—Que en los asuntos de naturaleza especíca son inevitables las coin-
cidencias.—El caballo en la Biblia, en Virgilio, en Tasso, en Metastasío, en
Foscolo.—Método práctico para evitar el creer plagio lo que no lo es.—Los
contraindicios.—Sagaz consejo de Bonghi.—Si los criterios del arte apoyan a
Bulwer o a Sienckiewicz.—Cómo se deende de una coincidencia Ferdinan-
do Martini, y cómo se conduce Enrico Pauzacchi.—Procesos indiciarios.—
Conveniencia de simplicar.—Analogías constitucionales entre Gustavo
Flaubert y Gustavo Modena.—Cotejo entre ambos epistolarios.—Las profe-
cías, la conciencia, los periodistas, los honores, los contemporáneos, la burla,
colección de frases.—Ilusión materna compartida por el hijo.—Una visita a
la nodriza.—Si Manzoni plagió a Battacchi.—¿Se pueden condensar en cinco
renglones veinticuatro endecasílabos, y se plagia al condensarlos?—Cuándo
basta una añadidura para eliminar la sospecha de plagio.—Saludo a Olindo
Guerrini.—Si Manzoni plagió al más vano de los autores del siglo XVII.—
Cotejo entre los textos del uno y del otro.—Si Manzoni plagió a Annibale
Caro.—Quien cita no plagia.—Motivos por los cuales se prueba que el pla-
giado ha sido el plagiario.—Conclusión.
Quien tenga equilibrio mental y honradez de carácter, o una sola de las dos
cosas, debe ser muy cauto y muy circunspecto en lo de creer que ha descubierto un
plagio. Son frecuentes las falaces apariencias que inducen a error. Y cuanto más se
piensa que el plagio merece nota de mala acción, tanto más necesario es proceder
con aplomo en lo de opinar que se ha cometido. ¡Ay de quien repentinamente se
abandona al júbilo de Arquímedes cuando saltó fuera del baño y corrió desnudo
por la ciudad, gritando de continuo: Eureka!
De todas nuestras facultades intelectuales, aquella en que menos se puede
uno ar es precisamente la memoria. El entendimiento puede errar, la imaginación
puede descarriarse; pero la memoria sufre mezcolanzas extrañas, intercalaciones
profundas, alucinaciones verdaderas. De ahí que no valga nada por sí misma la
impresión de haber leído u oído antes la misma substancia o bien idéntica forma.
Domenico Giuriati
102
Prima frons decipit multos. Conviene poner en claro si no ha sido errónea la primera
impresión, inquirir con paciencia cuál es la verdad; y hasta qué punto coincide el
nuevo trabajo que se tiene a la vista con el precedente, que vaga embrionario en las
células de la memoria. Esta es una investigación más subjetiva que ninguna otra, un
examen de conciencia, un cuidado tan debido como necesario para evitar equivo-
caciones. En efecto, desde que estamos tejiendo esta tela de Penélope, ¡oh, cuántas
veces nos ocurrió suponer plagios que luego descubrimos que no tenían nada ni
siquiera de semejanzas ni analogías!
Hecha la indagación, es decir, comprobada la semejanza maniesta o la ana-
logía que se aproxima a la identidad, queda otro examen enteramente objetivo, que
consiste en confrontar el texto que se supone plagiado y el texto al que se acusa de
plagio. Aquí no basta ya la paciencia. Hace falta aguzar a viva fuerza el entendi-
miento para sorprender la intención ajena, hacer uso de la propia perspicacia y pro-
fundizar todo hallazgo; porque contra la hipótesis del plagio pueden presentarse
ciertos elementos de hecho que en medicina legal se llamarían contraindicios.
En primer término, la reproducción literal de alguna frase esculpida suele
signicar el reconocimiento de que no cabe decirlo mejor. Si la frase es clásica, la
reproducción es el debido homenaje a una superioridad que sería vergonzoso ig-
norarla. Cuando Virgilio traduce en estas cuatro palabras latinas: vera incessu patuit
Dea, las cuatro palabras equivalentes que están en el tercer libro de la Ilíada, que
Monti a su vez ha traducido «por su aspecto es verdaderamente Diosa», Virgilio no
plagia a Homero, sino que le atribuye la excelencia en pintar el prestigio que tiene el
porte de una espléndida dama. Cuando Tasso transcribe «bello y fuerte arnés para
resistir», los dos hemistiquios atestiguan que el modo insuperable de denir una
fortaleza es el empleado por Alighieri al describir la de Peschiera. Cuando Carducci
comienza la oda a la reina de Italia con los dos versos1:
Onde venisti? Quali a noi secoli
Si mite e bella ti tramandarono?
Eneas no plagia, no, de ninguna manera la virgiliana pregunta de
quae te tam laeta tulerunt Saecula?
sino que incita al lector al recuerdo del famoso apóstrofo. El concepto y la forma
fuerzan al voluntario parecido. No ignoro que, al traducir, la inversión de las pa-
labras ha sido objeto de acerba crítica (Guido Fortebracci, Gazzeta litteraria, 26 de
septiembre de 1896). Pero a mí no se me da nada de esa crítica, ni quiero entrar en
ella de ningún modo.
1 ¿De dónde viniste? ¿Qué siglos te enviaron a nosot ros, tan benigna y h ermosa?
(L . M.)

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR