Capítulo primero - El plagio - Libros y Revistas - VLEX 1023483720

Capítulo primero

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CAPÍTULO PRIMERO
Iniciase el asunto, guiándonos por la moral y la geografía.—Qué relación hay
entre el plagio y las costumbres.—Viajes fantásticos, viajes mundiales, y en
particular un viaje de París a Londres.—El libro más leído de una biblioteca
pública.—Cotejos a granel.—Cómo y por qué una encuesta literaria puede
resultar incompleta.—Que un plebiscito se convierte en un senadoconsulto,
dividiendo los votantes por categorías.—Variedad de razones con que se de-
ende el plagio, o más bien al plagiario.—Rapsodia de los defensores.—No-
table respuesta de Enrico Panzacchi.—Teoremas que de ella se deducen.—
Dos respuestas losócas de Arlequín, ngido príncipe.—Si el plagio ataca
a la propiedad privada.—Homenaje a dos insignes escritores italianos.—Se
dibuja cada vez más concretamente el programa.—Cómo se alcanza el n
de la moralidad.—La oración a Dios por los escritores. —Fracasos de los ca-
zadores de plagios.—Rostand, acusado de plagio, en ambos hemisferios se
deende triunfalmente con diez versos.
¿Ofende a la moral el plagio?
Si es verdad que no hay nada nuevo debajo del sol, el último que llega tiene
derecho a dar como suyo todo lo que hayan escrito los demás antes que él: toma
sus bienes donde los haya, y no tiene miedo a la intervención de los críticos. Ya se
sabe que estos ejercen su ocio: un ocio como otro cualquiera, parecido al de los
fabricantes de árboles genealógicos ejercido en cualquiera capital. Los críticos son
eruditos y han sufrido sus pruebas. Han demostrado que el juego de la oca se inven-
tó en Grecia. Críticos y fabricantes tienen una ciencia de pacotilla.
En cambio, si es cierto lo que declara Bourget en Voyageuses, que «el plagio
siempre es culpable, un delito contra el honor profesional, como la deserción del
soldado frente al enemigo, la falsedad en una letra de cambio para el comerciante»,
entonces el plagio es un fraude liso y llano, y la moral, arrojada por la puerta, vuelve
a entrar por la ventana.
Pero ¿qué es la moral? Un concepto abstracto, nebuloso, mudable según
los tiempos, según los grados de longitud y de latitud. No tiene nada de absolu-
to, nada de cierto, nada de verdadero: sus preceptos están subordinados a nues-
Domenico Giuriati
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tras costumbres. ¡Ay de quién (puesto que se hablado de los griegos) quisiera
defenderse invocando los usos de la antigua Grecia! El mismo sentimiento que es
honrosa gloria para el Oriente es un oprobio en Occidente. El huésped que entre
nosotros se atreviese a dirigir una declaración de amor a la señora de la casa, co-
meterla una acción punible hasta tener que lavarse con su sangre; por el contrario,
en ciertas regiones asiáticas y africanas, el primer ofrecimiento que el huésped
recibe es precisamente la mujer del dueño de la casa, y si no lo acepta pagará la
pena del ultraje.
Esta curiosa antítesis no me la saco de la cabeza, sino que la tomo literal-
mente de El honor de Sudermann. Me apresuro a declararlo, no vaya a creerse que
empiezo a tratar del plagio plagiando yo mismo.
Anticipados estos principios (principios en el sentido de observaciones por
las cuales se comienza, no en el sentido de axiomas fundamentales), podemos libre-
mente avanzar hacia una consecuencia, y es esta: cuanto más sencillo, probo y de
costumbres primitivas es un país, tanto menos se practica el plagio en él. Viceversa:
en un país atribulado por leyes engañosas contra las cuales están los ciudadanos en
perpetua lucha, infestado de panamás y de panamistas, amenazado por partidos
subversivos que minan de continuo los bienes privados, el plagio tendrá campo
libre por la suprema razón de que frente a los atentados contra la propiedad mate-
rial y a su defensa, las cuestiones de propiedad literaria y artística o no interesan de
ningún modo o parecen fruslerías.
Siendo así y no de otra manera nuestro estado social, y formando nuestro
astado social el punto de partida para el presente trabajo, debemos cerciorarnos
de él con rigurosa prueba. Lo cual es fácil de realizar mediante la demostración de
estas dos tesis:
1.º El plagio se encuentra donde menos se cree.
2. º El plagio es generalmente aprobado, legitimado y hasta aplaudido como
un mérito por muchos escritores nuestros.
Entre todas las ramas de la literatura, lo más fácil, lo que da menos que hacer
y lo menos plagiable son los Viajes. Prescindiendo del método profesado por Méry,
el cual en la Florida sostiene que para describir bien un país es preciso no haber
estado nunca en él, quien hace narraciones de viaje puede componer su libro con
suma facilidad. Cuando ha puesto en el papel todo lo que ha visto o entrevisto, todo
lo que ha oído él mismo u oído decir, todo lo que experimentó u otros experimen-
taron, añade a eso, a manera de relleno, según el temple de su propio ingenio, más
o menos estéticamente, el aporte de su imaginación o el material de la exactitud.
Ejemplo típico del primer sistema lo ofrece el viaje alrededor del mundo por J. E.
Arago: describe sus propios sentimientos, cuenta anécdotas, inventa escenas y con-
na tal vez con el Viaje sentimental de Sterne o con el Viaje alrededor de mi cuarto por
Xavier de Maistre. Ejemplo típico del segundo fue Ida Pfeiffer, quien rellenó la parte
narrativa con una innidad de particulares diligentemente recogidos en su libro de

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