Prólogo
Autor | Manuel García Mayo |
Páginas | 9-10 |
9
prólogo
Decía Albert Einstein que «No podemos resolver problemas usando el
mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos». Siendo cierta
tal armación, no lo es menos que, en muchas ocasiones, no es tarea fácil
evadirse de aquel pensamiento y sustituirlo por otro que, desde la templanza
y el sosiego, dejando a un lado las circunstancias que rodearon la situación
conictiva originada, pueda servirnos para alcanzar una madura resolución
del conicto.
Ante tal complejidad, en otras tantas ocasiones, la resolución de estos
problemas —para lo que, en cierta medida, hemos quedado incapacitados—
acaba encomendándose a un tercero, imparcial, como lo es el juez. Sea cual
fuere el sentido de lo resuelto por la autoridad judicial, se trata de una solución
impuesta por un tercero ajeno al conicto y que, en un gran número de
ocasiones, no satisfará a ninguna de las partes enfrentadas, quienes acabarán
incumpliéndola.
De ahí la especial importancia de la mediación y de la gura del mediador.
No es función de este imponer una solución. El mismo centrará sus esfuerzos
—nada más y nada menos— en acercar la postura de las partes para que sean
ellas mismas las que alcancen un acuerdo, las que formulen, en denitiva, esa
solución a la que ambas quedarán sometidas.
Cruzar esa meta, alcanzar ese n en cada procedimiento de mediación, pasa,
ineludiblemente, porque el mediador consiga cambiar el pensamiento de las
partes enfrentadas respecto al que usaron cuando originaron el conicto.
Para ello, el mediador se servirá de las distintas técnicas que su formación
y su experiencia le hayan proporcionado en el sector de la mediación. Tales
técnicas, junto a la propia gura del mediador, fueron ya tratadas en el
volumen que precede al que el lector tiene ahora entre sus manos y en el que,
bajo el título «La mediación por el mundo: un camino hacia la paz», se trató,
asimismo, la conceptualización y los principios de la mediación.
La consideración de la mediación, cuyas ventajas son sobradamente
conocidas por todos, como un camino hacia la paz, se encuentra estrechamente
unida a la posibilidad de que, a través de la misma, las relaciones existentes
entre las partes sobrevivan al conicto; relaciones que, de otra forma,
quedarían, irremediablemente, rotas para siempre. Este benecio —estas
ventajas— es extrapolable a muchos sectores de la sociedad, pues muchos son
los ámbitos en los que la mediación puede cumplir esta función pacicadora,
como comprobará el lector en las páginas que siguen a este prólogo
El que ahora se prologa constituye el segundo volumen de la nueva
colección creada por Ediciones Olejnik bajo la dirección de los profesores
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