Prólogo
| Autor | Julio Virgolini |
| Páginas | 21-23 |
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INFORME SOBRE LA TESIS
PRÓLOGO
La publicación de este libro es el final de un largo camino que tiene inicio en
tiempos casi remotos, en un período de estudios que rea licé en la Universidad de
Bologna bajo la afectuosa tutoría de Massimo PAVARINI , a la que siguió una todavía
lejana i nvestigación que con José Marí a SIMONETTI hicimos para el Conicet a media-
dos de los años 80, y que luego ampliamos en un libro que el Ina cipe de México
publicó a fines de esa década, con el título Del delito de cuello blanco a la economía
criminal.
En ese trabajo, que solo parcialmen te y quizá con cierta vergüenza suscribiría-
mos ahora, inte ntamos señalar algo que po r e l m omento estaba aún en estado
embrionario: nuestra disconformidad con el modo en el que el particular campo
empírico de los delitos de cuello blanco vení a si endo considerado por la teoría
socioló gica más general, e n un mo mento en el que, en América L atina, recién
iniciaba la preocupación sobre el tema.
Ese desa cuerdo se refería a la improductividad de gran parte de los desarro-
llos corrientes sobre el tema, que se agotaban en discusiones circulares sobre deno-
minaciones y definiciones, tendientes a distinguir ese nuevo campo empírico res-
pecto de los delitos convencionales y a delimitar las numeros as subcategorías en las
que los delitos de cuello blanco se subdividieron, en una tarea casi de agrimensura
académica. Y con el hecho de que detrás d e esa maraña de clasificaciones y variadas
fenomeno logías siempre se as omaba la sempiterna e irr esoluble cuestión d e la
etiología, reducida aquí a establecer las motivaciones de los actos particulares que
constituían el delito de cuello blanco, sin atender suficientemente a sus determina-
ciones sociales más precisas.
En cambio, el delito de cuello blanco debía tener alguna característica que
justificara su invención, entendido como invención el hecho de que, luego de una
larga historia en la que la criminología había dedicado y concentrado su atención a
los crímenes de los pobres y los vulnerables, se asomaba por primera vez, de una
forma influyente y decisiva, el delito de los que no son pobres, ni defectuosos, ni
necesitados, ni vulnerables, ni enfermos, ni ignorantes. Y lo hacía de una manera
que, de a cuerdo a la precisa declaración de objetivos formulada por su inventor,
Edwin SUTHERLAND, en el inicio de su obra, estaba destinad a a reformar la teoría de
la conducta delictiva y a arrojar luz sobre la teoría social general, clarificando el
funcionamiento de la sociedad entera.
Efectivamente, las potencialidades del discurso de SUTHERLAND eran reales en
ambas direcciones, mas no fueron inicialmente seguidas en toda la a mplitud de sus
posibilidades por el tipo de discusiones subsecuentes a su formulación origin al,
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