Capítulo V. El crimen organizado - Crímenes excelentes. Delitos de cuello blanco, crimen organizado y corrupción - Libros y Revistas - VLEX 1025765829

Capítulo V. El crimen organizado

AutorJulio Virgolini
Páginas153-186
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CRÍMENESEXCELENTES. DELITOSDE CUELLOBLANCO,CRIMENORGANIZADOY CORRUPCIÓN
CAPÍTULO V
EL CRIMEN ORGANIZADO
Su relación con el delito de cuello blanco. La definición y la delimitación del
campo. La dimensión política de la desviación. El crimen organizado y el
derecho: el abatimiento de la ley
1. El crimen organizado
1.1. Crimen organizado, crimen convencional y delito de cuello blanco
Es innegable el parentesco entre las nociones próximas de delito de cuello
blanco, económico o corporativo, con el crimen organizado. Ese pa rentesco ya esta-
ba en el pensamiento de su fundador, Edwin SUTHERLAND293, quien había señalado
que, en el fondo, delito de cuello blanco siempre era crimen organizado.
Este paralelismo proviene de semejanzas objetivas: su realización presupone
una necesaria organización, formal o informal, una conjunción de i ntereses y de
esfuerzos dotados de una cierta coordinación y un despliegue de medios aptos para
alcanzar su objetivo. Todo esto era evidente, además, a partir del hecho de que los
datos empíricos analizados en la investigación de SUTHERLAND provenían de la con-
ducta delictiva protagonizada o generada por corporaciones industriales y comer-
ciales; p or lo demás, a ese orig en debe remitirs e e l hecho de que la corrie nte
principal de la sociología de la desviación estadounidense en este campo se haya
dirigido a des arrollar el llamado corporate crime294.
Sin embargo, aun en aquella primera referencia que vinculaba ambos concep-
tos estaba presente una distinción que por mucho tiempo los separaría como perte-
necientes a dos campos que, aunque relacionados, no se identifican plenamente o lo
hacen con dificultad.
Esa distinción era , o riginalmente, más bien subjetiv a: el de lito organizado
pertenece a un universo en el que sus integrantes, más que nada por su identidad,
sus ante cedentes, su cu ltura, su orige n o su misma morali dad, se difer encian
netamente del protagonista habitual del delito de cuello blanco, pero no lo hacen
de la misma m anera resp ecto del crimen convencional. De esta forma, el cri men
organizado formaría parte de un continuum con el delito común, del que solo algu-
nas de sus características, fundamentalmente las referidas a la existencia de u na
293 SUTHERLAND,El delito de cuello blanco, cit., 167 y siguientes.
294 Véase el capítulo III.
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JULIO VIRGOLINI
estructura organizada y a la forma que ésta adopta y los objetivos que pers igue,
permitiría n di stinguirlo295.
De esta forma, hacia la mitad del siglo XX los anál isis corrientes sobre la
delincuencia comprendían una corriente importante, aunque cuantitativamente mi-
noritaria296, dedicada a los delitos no convencionales, que se distinguían del va sto
universo de la criminalidad común básicamente por la respetabilidad de su autor o
por su vinculación con el desempeño de una ocupación en el área de los negocios,
y solo secunda riamente por sus aspectos organizativos297. Ya hemos visto que los
dos primeros parámetros, que fueron los q ue indicar a Edwin SUTHERLAND con su
teoría del delito de cuello blanco, señalan vagamente un cruce entre clase alta y
criminalidad. Los delitos no convencionales son en general los que pueden encon-
trarse en las inmediaciones de este cruce, aunque la ambigüedad de este señala-
miento haya provocado los intensos debates fenomenológi cos que hemos tenido
ocasión de examinar a propósito de las cuestiones referidas a la delimitación de los
campos y a las definiciones correspondientes.
Por el contrario, el crimen organizado fue considerado como una parte -la
más temible- de ese abigarrado y pintoresco universo de los criminales ordinarios,
claramente diferenciados o diferenciables de la gente de bien, pero también dife-
renciados o diferencia bles del delincuente de cuello blanco, cuya prox imidad a la
gente hon esta era la raíz de las ambigüedades del concepto.
De este modo, de ordinario el crimen organizado ha sido considerado más
bien una especialización, un subgrupo o una organización d iferencial que se hace
presente entre los criminales ordinarios, compuesta por individuos que compartían
los caracteres de éstos, y como un campo que se mantuvo conceptual-mente separa-
do de los igualmente organ izados pero respetables crimi nales económicos o de
cuello blanco.
1.2. El concepto ortodoxo de crimen organizad o
El origen histórico del con cepto de crimen organizado difiere sustancialmente
de la matriz académica que dio vida al delito de cuello blanco298. El primero nació
como resultado de las definiciones de las agencias de seguridad estadounidenses,
que procuraban delimitar un conjunto de fenómenos que se distinguían, de alguna
manera, de la criminalidad convencional, pero que tenían en común con ésta el
carácter ma rginal o culturalmente descentrado de sus actores.
295 Un análisis agudo de estos temas se encuentra en RUGGIERO,ECOnomie Sporche: L’impresa criminale
in Europa, cit., esp. ps. 38 y siguientes.
296 La publicación de artículos, ensayos e investigaciones sobre el delito de cuello blanco en general
tuvo diversas fases con diferentes volúmenes de producción y distintas orientaciones; un detalle
de estas fases y de las obras más significativas en cada una de ellas en GEIS, Gilbert, Introduction,
en GEIS, MEIER y SALINGER,White collar crime: classic and contemporary views, citado.
297 Como hemos visto en capítulos anteriores, el corporate crime constituía una especie de subdivisión
de los delitos ocupacionales, atendiendo al sujeto corporativo por el cual o a cuyo favor el agente
individual com etía el acto ilegal; era en este sector, ocupado por empresas formalmente consti-
tuidas y jerárquicamente organizadas, donde el análisis de los aspectos organizativos asumió
importancia, especialmente en función de la difícil cuestión etiológica que proponía el comporta-
miento de personas que no se encontraban afectadas por déficit alguno.
298 Una reseña histórica y crítica de la formación y de las limitaciones del concepto se encuentra en
ZAFFARONI, E. Raúl, El crimen organizado : una categorización frustrada, en BAIGÚN, ZAFFARONI, GARCÍA-
PABLOS y PIERANGELI,De las penas. Homenaje al profesor Isidoro De Benedetti, cit., ps. 251 y siguientes.
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CRÍMENESEXCELENTES. DELITOSDE CUELLOBLANCO,CRIMENORGANIZADOY CORRUPCIÓN
La elaboración del concepto proviene sobre todo de la respuesta que las agen-
cias federale s intentaron dar a ciertas manifestaciones criminales que se desarrolla-
ron básicamente en los años de la Prohibición, que estuvo vigente entre 1920 y
193 3; la s for mas de licti vas q ue pro sper aron en esos a ños e ran fá cilm ente
diferenciables de los episodios criminales que habían constituido el objetivo de los
muckrakers de dos décadas atrás, que h abían estado fundamentalmente enderezados
a develar las activid ades de los rob ber barons de la últim a mi tad del siglo XIX:
aunque muchos de estos magnates tenían orig en h umilde, el éxito y el pod erío
alcanzados h abían determinado que sus apellidos integraran la base de la más alta
sociedad en las finanzas o en la industria estadounidenses y que su prestigio ejer-
ciera una influencia y un temor considerables299.
En cambio, el crimen organizado se constituyó atendiendo a muy distintos
materiales. Ésa fue la designación utilizada para significar formas de criminalidad
que represen taban una amenaza a los estilos de vid a do minantes de las clases
medias, por e xtenderse en la explotación de una serie de actividades ilícitas o de un
conjunto de servicios culturalmente desaprobados. Así, el juego, la prostitución, la
distribución de alcohol durante la prohibición, el sistema de la protección extorsiva
y otras actividades criminales menores, hasta alcanzar con el tiempo a la distribu-
ción de estupefacien tes, constituyeron, más que simples acti vidades prohibidas,
marcas criminales que se dirigían a un preciso estereotipo de criminal: el del inte-
grante de una sociedad secreta, verticalmente jerárquica, cohesionada a través de
lazos de fidelidad personal fundados en la identidad racial y cultural, los vínculos
familiares y el empleo de la violencia .
Estas definiciones sugerían sobre todo el cará cter conspirativo de la organiza-
ción, su ajenidad a la forma de vid a de la sociedad estadounidens e y una seria
amenaza representa da por su apetito de poder y de riqueza. Una definición, que se
remonta a 196 7 y que se debe al trabajo de análisis efectuado por agencias policiales
estadounidenses, sostiene que el crimen organizado se constituye como una socie-
dad secreta que trata de operar fuera del con trol d el pueblo america no y de su
gobie rno300 .
Esa i dentificación del crimen organizado como la expresión de una suerte de
conspiración secreta, portadora de un mal temible por su violencia, su clandestini-
dad y su difusión en el territorio, incorpora ba la con vicción de que esos grupos se
encontraban divididos en segmentos s emiindependientes, organizados de tal ma-
299 Los barones ladrones fueron personajes como John Jakob ASTO R, Cornelius VANDERBILT, Daniel
DREW, Jay GOULD, Russ ell SAGE, Leland STANFORD, Joh n D. RO CKEFELLER, J. Pierpoint MORGAN,
Andrew CARNEGIE, entre otras; en cambio, los nombres de los miembros del crimen organizado
en sus primeras déca das eran tales como Arnold ROT HSTEIN, Dutch SCHULTZ, Me yer LANSKY,
Lucky LUCIANO, Frank COSTELLO , Vito GENOVESE, Albert ANAST ASIA, Carlo GAMBINO, John Gorti,
etc.; cfme. AB ADINSKY, Howard, Organized crime, Ed. Nelson Hall, C hicago, 1999, ps. 39 y ss., y
80 y ss. No se recuerdan fundaciones, universidades o bibliotecas que lleven el nombre de estos
últimos.
300 Estas definiciones de origen policial se extend ieron sin mayores modificacion es a los ámbitos
académicos, sob re la b ase del empleo de una teoría conspirativa ; tal fue el caso de Donald
CRESSEY, que aplicó la noción de burocracia al análisis de las familias criminales, individualizando
su estructura jerárquica, su complejo de reglas formales, la segmentación de sus funciones y los
roles de cen tralización y de co ordinación rev estidos por alguno s de sus integrante s; cfme.
RUGGIERO,Economie Sporche: L’impresa criminale in Europa, cit. , ps. 49 y ss., con cita de CRESSEY,
Donald, Theft of the nation: the structure and operations of orga nized crime, Ed. Harper and Row,
New York, 1969.

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