Prólogo - Por qué la propiedad - Libros y Revistas - VLEX 1025763003

Prólogo

AutorHenri Lepage
Páginas11-25
11
Por qué la ProPiedad
PrÓloGo
Es sabido que la propiedad es una institución altamente polémica, uente en extremo
y de importancia capital en la denición de las estructuras básicas de la sociedad y de
las reglas que delimitan las relaciones de la sociedad con el Estado. Por todo ello, no
se pueden separar las ideas, las creencias o las actitudes que han aparecido a lo largo
de la historia sobre esta institución, de las circunstancias concretas que las motivaron
y que daban lugar a unas preocupaciones, problemas o solicitudes a las que tales
ideas trataban, en su momento, de responder. Así, por ejemplo, sería difícil entender
medianamente bien la polémica y controvertida obra de Proudhon sobre la propiedad,
violenta y abusivamente condensada en la famosa frase «la propiedad es un robo»,
sin considerar el momento histórico en el que el autor francés escribió su Memoria,
cuando las leyes de la época revolucionaria y el Código de Napoleón habían atribuido
a la propiedad el carácter de un derecho absoluto, según el cual, «el propietario podía,
con toda libertad, gozar de su bien, disponer de sus frutos e incluso abusar de él, es
decir, disponer de él a su antojo e incluso destruirlo» (Introducción de Émile James a
Qu’est-ce la propiété, Garnier-Flammarion, París, 1966.) Es razonable pensar que
lo que escandalizaba a Proudhon era precisamente la situación a la que conducían
aquellas premisas jurídicas y que sus críticas «al orden existente» hay que situarlas
en las coordenadas ideológicas, económicas y sociales de aquel tiempo. (Y no está de
más aclarar, como señala, igualmente, Émile James, que las críticas de Proudhon a
la propiedad no se podían equiparar a un ataque al sistema en su conjunto, es decir,
al capitalismo, ni se dirigían contra cualquier tipo de propiedad ni contra cualquier
concepción de la propiedad, sino contra aspectos muy concretos de determinadas
concepciones de la propiedad.)
Más o menos lo mismo se podría decir de otra conocida y radical actitud hacia la
institución de la propiedad: la de Carlos Marx, expresada en muchas de sus obras.
Porque lo que hizo Marx en su tiempo fue, como señala Federico Rodríguez (Propiedad
y Trabajo, Fórum Universidad-Empresa, Madrid, 1984, p. 85), «arrojar una mirada
general sobre la realidad social, donde hierven una multitud de instituciones y de
relaciones sociales de unos hombres con otros, limitándose a señalar dentro de este
hervidero en movimiento, más aún, en fermentación, ese fenómeno que llamamos
propiedad que, obviamente, se encuentra en íntima relación, por todos lados, con el
resto de la realidad social en la que se encuentra». Es evidente que la realidad social
que contemplaba Marx para llegar a jar su actitud sobre la propiedad era la producida
por la propiedad burguesa y la Revolución Industrial con sus consecuencias sociales
inmediatas; consecuencias que escandalizaron a Marx (que consideraba que existía
una relación directa entre la propiedad privada burguesa y la miseria y la alienación
de los trabajadores) y a otros muchos contemporáneos suyos, que observaban aquellos
hechos con la misma preocupación, aunque desde perspectivas ideológicas diferentes.

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