IX. Capitalismo y ecología ¡privaticemos el entorno! - Por qué la propiedad - Libros y Revistas - VLEX 1025763244

IX. Capitalismo y ecología ¡privaticemos el entorno!

AutorHenri Lepage
Páginas257-276
257
Por qué la ProPiedad
ix. caPitalismo y ecoloGía
¡Privaticemos el entorno!
No es posible ignorar la seducción ideológica y política de las campañas
ecológicas. Ya se trate del ruido, de la contaminación del aire o de las aguas,
de la conservación de los recursos naturales, de la preservación de las especies
animales o vegetales, amenazadas de desaparición, podría parecer que nunca
se había dado, anteriormente, semejante situación de imprevisión.
El mundo corre a la catástrofe. Tan solo una estrategia política que pusiera
n a los mecanismos depredadores del sistema capitalista podría salvarnos.
He aquí los argumentos con los que tratan de convencernos los intelectuales
que se sitúan en lo más avanzado del combate por la ecología, y los medios de
comunicación que les sirven de apoyo.
¿Tiene sentido una visión semejante? ¿Es verdad, como se nos dice tantas
veces, sobre todo durante las campañas electorales, que tales daños son el
producto inevitable de un sistema económico que se basa en la propiedad
privada y en la obtención del mayor benecio individual posible? ¿Podemos
conar realmente en el Estado y en sus intervenciones públicas para conseguir
una solución de estos problemas? Finalmente, ¿cuál sería el contenido de una
respuesta verdaderamente liberal a estas cuestiones? No es posible escribir
un libro sobre la propiedad sin suscitar, aunque sea brevemente, estas
preocupaciones.
un catastroFismo injustiFic ado
La calidad del medio ambiente se ha convertido en una de las preocupaciones
principales de nuestros contemporáneos. Hay cada vez más ciudadanos
que se preocupan por las consecuencias que pueda tener la vida industrial
moderna sobre el sistema de vida y sobre los grandes equilibrios ecológicos
del planeta. Nuestra sociedad, y ello no se puede negar, muestra una gran
sensibilidad por los problemas de la preservación de sus riquezas naturales.
Sin embargo, no se puede deducir de esa mayor sensibilización actual que
esos problemas sean hoy más graves de lo que lo hayan sido en el pasado,
ni que nosotros seamos más inconsecuentes que nuestros antepasados en la
gestión de los recursos naturales.
Tomemos, por ejemplo, la contaminación. Es difícil que pase un verano
sin que se nos cuente la historia del envenenamiento masivo de algún
río. Difícilmente pasa una semana sin que se nos recuerde que el aire que
respiramos, el agua que bebemos o en la que nos bañamos, contiene cada vez
258
Henri Lepage
más sustancias y gérmenes peligrosos para nuestra salud. Desde la escuela
se enseña a los niños que los valles, las montañas, los bosques, los pájaros,
los peces... están amenazados de desaparición, y el propio hombre lo está de
asxia. Todo ello a causa de un sistema —el capitalismo— el cual, según se nos
repite constantemente, se despreocupa por completo del patrimonio natural y
trata tan solo de fomentar el libre juego de los egoísmos individuales.
A nadie se le ocurre pensar que si todo eso fuera verdad, si realmente la
contaminación alcanzase los niveles que difunde la propaganda ecológica,
habría que llegar a la conclusión de que el estado de salud de la población de
los países industriales se iba degradando progresivamente. Pero la realidad
es que lo que se puede observar es lo contrario. La esperanza media de vida
al nacer es el indicador estadístico más simple y más directo para medir la
evolución de las condiciones sanitarias de la población. Pues bien, las cifras
señalan no solo que la esperanza de vida ha progresado enormemente desde
comienzos del siglo —menos de cincuenta años en 1900, más de setenta años
hoy— sino que, además, ha seguido aumentando a lo largo de los dos últimos
decenios. Lo cual podría servir para demostrar que lejos de aumentar, como
se nos dice, el grado de contaminación del que somos víctimas tendría más
bien tendencia a disminuir (o bien, que tendría un efecto positivo sobre la
esperanza de vida...).
El análisis de las causas de fallecimiento nos lleva a conclusiones idénticas.
Cada vez morimos más de cáncer, de crisis cardíacas y de enfermedades
del corazón; enfermedades todas ellas ligadas esencialmente a la vejez y
que no tienen relación con nuestro medio natural1. Hace un siglo, todo era
diferente: la mayoría de las gentes morían de enfermedades infecciosas como
la neumonía o la tuberculosis, directamente relacionadas con las condiciones
de vida, a menudo desastrosas, de la mayoría de la población. Al habernos
habituado al confort, nos hemos olvidado de las cloacas que, en otros tiempos,
eran nuestras ciudades. Aun cuando la contaminación de los automóviles de
las ciudades modernas no sea nada agradable, tenemos cierta tendencia a
idealizar las condiciones de vida y de trabajo de nuestros antepasados —y las
que siguen teniendo en la actualidad cerca de tres mil millones de hombres
en el tercer mundo.
He aquí el resumen que hace el autor americano Julián Simón, en su
destacable refutación del neo-malthusianismo del Club de Roma;
«Es cierto que el riesgo de que un avión caiga sobre nuestras cabezas
es, en la actualidad, innitamente mayor que hace cien años. Es
cierto que el peligro de envenenamiento por sustancias químicas
articiales es, en la actualidad, innitamente mayor que hace mil
años. Pero de esto no podemos sacar la conclusión de que el mundo
1 No está demostrado en absoluto que el aumento del cáncer esté relacionado con la
contaminación. Esta evolución resulta probablemente de que el aumento medio de la
duración de la vida produce como consecuencia la existencia de un mayor número de
personas que llegan a una edad en la que es más sensible a los riesgos cancerígenos. Sobre
este tema, véase el interesante artículo de la periodista Edith Efron, «Behind the Cancer
Terror», Reason, mayo de 1984.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR