Las operaciones lógicas. El discurso del razonamiento y el razonamiento discursivo: la lógica y la retórica - La argumentación. Ensayo de lógica discursiva - Libros y Revistas - VLEX 976550479

Las operaciones lógicas. El discurso del razonamiento y el razonamiento discursivo: la lógica y la retórica

AutorGeorges Vignaux
Páginas101-133
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La argumentación. ensayo de Lógica discursiva
V
las oPeraciones lÓGicas. el discurso
del raZonaMiento Y el raZonaMiento
discursiVo: la lÓGica Y la retÓrica
“Quien encuentra al lenguaje interesante en sí es
otro que aquel que sólo reconoce en él el medio
de pensamientos interesantes. ”
(F. Nietzche. Poétiwe, 1971, 5, p. 134.)
La denición de una conducta propia al discurso de un sujeto no incita so-
lamente a vericar la separación entre este pensamiento y lo que la lógica clá-
sica formaliza, sino además a interrogarse acerca de la naturaleza misma de
lo que estamos tentados de calicar como inferencias. Ello proviene de que el
razonamiento natural es frecuentemente asimilado al silogismo y de que con
este propósito la denición aristotélica está presente en todos los espíritus.1 La
cuestión así resumida es la de saber si la deducción de los lógicos se inscribe
como un caso particular de los razonamientos inferenciales en general.
1. los Modos de la inFerencia
Una primera observación debe hacerse a propósito del lazo lógico que pue-
de vincular a la vieja dupla premisas-conclusión. Primeramente, aunque la
lógica lo ignore, este lazo puede ser el del hábito o de la asociación afectiva
entre nociones, hechos, acontecimientos. Y aún cuando evocara algo familiar-
mente lógico, ese lazo puede ser más o menos riguroso y simplemente esta-
blecer una relación de probabilidad entre las premisas y la conclusión. Por lo
tanto es preciso tener reservas acerca de lo que entendemos ordinariamente
por consecuencia lógica.
1 “Un discurso tal que si se plantean algunas cosas, alguna otra cosa resulta necesaria mente
de ellas solamente porque las primeras han sido planteadas. ” (Primeros Analí ticos.)
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GeorGes ViGnaux
La cuestión de la necesidad muy a menudo asociada a la de verdad intro-
duce una segunda observación. La proposición que aparece como conclusión
de un razonamiento discursivo no es siempre la consecuencia lógica de las
proposiciones que han sido tomadas como premisas. Un caso frecuente es
así el de la inversión de esta dependencia lógica. Armar será, por otra parte,
para el sujeto el medio de plantear y de plantear como verdadero. Finalmente,
el razonamiento puede asimismo originarse en premisas reconocidas como
falsas tal como en la refutación por el absurdo. La validez lógica de un razo-
namiento será así, como lo subraya alguna vez el lógico, independiente de la
verdad de las proposiciones que lo constituyen.
Vuelvo ahora a la cuestión de las superposiciones posibles entre el razo-
namiento y la inferencia. Es necesario subrayar primeramente que lo que se
calica de inferencia inmediata2 ignora al término medio constitutivo de todo
razonamiento comprendido bajo esta forma elemental que es el silogismo.
Podemos también preguntar si todo razonamiento se reduce a hacer una infe-
rencia: algunos autores como Lalande querrían identicar la inferencia sólo
a los razonamientos cuyas proposiciones son planteadas como verdaderas o
falsas.3 Pero esta manera de hacer depender la inferencia de la verdad ma-
terial de las premisas está poco de acuerdo con la concepción actual de los
lógicos. Está claro que las premisas pueden ser incluso falsas o absurdas y
que la demos tración debe poder leerse como una inferencia y que aún todo
razonamiento mantiene una relación necesaria con la inferencia, por el hecho
mismo de que hay una relación de principio a consecuencia.
Razonar es, por tanto, elaborar una inferencia o inferencias. Ciertamente
es preciso distinguir entre inferir y dar razones. Como lo enfatiza Perelman:
“Una razón no es una inferencia: las razones son argumentos que se presentan
a favor o en contra de una tesis, mientras que una inferencia es la aplicación de
una regla”.4 Podemos así disertar acerca de la inferencia correcta o incorrec ta,
el argumento fuerte o débil pero la justeza de una inferencia o la corrección
de un razonamiento se funda, bien lo sabemos, en la forma y no en el conteni-
do. Debemos disociar las premisas de un razonamiento y las razones que se
tienen para utilizar tales premisas, en otros términos, evitar confundir el len-
guaje con el metalenguaje. Todo razonamiento puede así ser traducido en
un esquema de inferencia del tipo de aquel que conocían los lógicos: todo
A es B y todo C es A, por lo tanto, todo C es B. Persiste aquí el problema de
determi nar lo que garantiza la validez de una inferencia así esquematizada.
En la lógica moderna ello se hace por medio de leyes que justican una
variedad de infe rencias y esas leyes se derivan de un pequeño número de
leyes fundamentales que, postuladas como axiomas, permiten entonces el
reagrupamiento de todas las otras en un sistema. Es paradójico constatar
2 A partir de “ningún X es Y” concluyo que “ningún Y es X”.
3 “Esta palabra no se emplea cuando se trata de una simple implicación lógica, extraída de
toda aserción acerca de la verdad o de la falsedad de proposiciones que se impli can; sólo
se dice del pasaje de proposiciones dadas como verdaderas o falsas a la ver dad o falsedad
de las que dependen de ellas. ” (Lalande, Vocabulaire technique et critique de la philosophie,
París, Alcan, 1932. Véase: Razonamiento.)
4 Logigue et Analyse, mayo-junio 1970, p., 25.
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que la lógica sirve siempre de referencia y de garantía al arte de razonar en
el momento mismo en que habiendo cesado de ser reexión acerca de los
razonamientos concretos, apunta a ser una ciencia próxima a las matemáticas.
La cuestión de la verdad de las leyes lógicas se torna entonces paradójica
en Ja medida en que las nociones de verdad y de falsedad se desdibujan en
benecio de una legitimidad y de una consistencia fundada en los sistemas
construidos por los lógicos. Pocos de ellos continúan pensando como Frege5
que las leyes lógicas son absoluta e intem poralmente verdaderas, como lo
son las leyes matemáticas a las cuales sirven de fundamento. La concepción
actual es así más bien próxima a la de Wittgens tein que consideraba a las leyes
lógicas, reducidas a su expresión simbólica, como tautologías, formas vacías
de contenido y desprovistas de sentido. La cuestión de su verdad se resuelve
entonces calicándolas como “siempre ver daderas”. Es evidente que ése es
un modo de expresión propio del lógico: no es la proposición lógica la que es
verdadera sino todas las proposiciones con cretas que ella podrá representar.
Es por lo tanto, como enfatiza R. Blanché6, “potencialmente verdadera, puesto
que es apta para devenir verdadera y que devendrá verdadera efectivamente
todas las veces que se concretice al relle narse con un contenido”.
Estas observaciones acerca de las leyes lógicas llevan por lo tanto a distin-
guir entre el acto de inferencia y lo que puede autorizarlo y, por ello mismo,
ser calicado como ley. Los objetivos de un razonamiento son independien-
tes, todos lo sabemos, de las modalidades de corrección de su forma. Hay
así una metodología del silogismo pero también un arte de orientarlo. Como
enfatiza con pertinencia R. Blanché7 el reconocimiento de las reglas de juego
basta para el árbitro pero no para el jugador. Una distinción análoga diferen-
cia las reglas de la lógica y las operaciones propias a la estrategia de un sujeto.
Un buen razonamiento no es así otra cosa que aquel que alcanza su objetivo.
El encadenamiento de las proposiciones que lo constituyen descansa en
la relación fundamental que vincula la consecuencia al principio y permite
infe rir del uno la otra.8 La verdad de una proposición conlleva la verdad de
su con secuencia. En el caso de una proposición considerada verdadera, la in-
ferencia es por tanto legítima si introduce la verdad de su consecuencia. Pero
la falsedad de la consecuencia deja presuponer la del principio y permite por
tanto la refu tación, ya que lo falso no puede derivarse de lo verdadero.9 Estos
dos princi pios de verdad y de falsedad en la relación premisa-consecuencia
pertenecen a los orígenes de la lógica. Son aún el criterio importante de toda
inferencia argumentativa. Como escribe Aristóteles en los Tópicos: “Si quere-
mos estable cer la tesis, buscaremos una proposición cuya verdad implique la
suya (pues si mostramos que esta proposición es verdadera al mismo tiempo
habremos de mostrado la tesis); y si queremos refutarla buscaremos una pro-
5 Cf. Bochenski, Formale Logik, Fribourg y Munich, 1956.
6 Le Reisonnement, París, P. U. F., 1973, p. 21.
7 Ibid., p. 23.
8 C. S. Peirce calica esta relación como ilativa. Cf. Collected Papers, Cambridge, Mass.,
Harvard Univ. Press, 1931-1935, III, 162, 440. Esta relación es transitiva pero no si métrica.
9 Se trata por cierto de lo que el lógico denomina: modus ponens y modus tollens: P q. p: q
y p q. - q: ~ p.

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