El matrimonio
| Autor | Hans Hattenhauer |
| Cargo del Autor | Profesor de la Universidad Christian-Albrechts de Kiel |
| Páginas | 165-192 |
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CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL DERECHO CIVIL
CAPÍTULO VIII
EL MATRIMONIO
BIBLIOGRAFÍA: AGUSTINUS(San Agustín): De genesi ad litteram libri XII,en
MIGNE:Patrología latina, vol. 34; Si. BUCHOLZ:Eh erecht zwischen Staat imd
Kirche, Preussische Reformversuche in den Jahren 1854-1861, 1981; F. ENGELS:
Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, 1884; Encíclica Casti
connubii de 31-12-1930, edición de S. Ma yer, 1952; M. ERLE:Die Ehe im
Naturrecht des 17 Jhdt.: J. GERNHUBER:Ehe und Familie als Begriffe des Rechts;
K. L.VON GROLMANN:Handbuch über den Code Napoleon, 2 vols., 1811; TH. G.
VON HIPPEL:Ueber die Ehe, 1774; M. LUTHER:Vom ehelichen Leben, 1522; P.
MIKAT: artículo «Ehe» en HRG, 1971; Cartas de NAPOLEÓN, ed. de H.
Landsbe rg, 19 07; W . H. RIEHL :Die Familie, 1855; F. C. VON SAVIGNY:
Dars tellun g der in den pre ussisc hen Gese tzen über di e Ehesch eidun g
unt erno mmen en Refo rm, 1 844; D . SCHW AB: art ícul o «Fa milie » en
Geschichtliche Grundbegriffe, vol. 2, 1975.
1. MATRIMONIO Y FAMILIA COMO INSTITUCIONES ASISTENCIALES
Mientras que las teorías de la relación obligatoria y de la propiedad regu-
lan los bienes económicos, en el matrimonio se trata de configurar legalmente
una situación biológica objetiva: asegurar la descendencia. Contrariamente al
Derecho patrimonial, este problema fundamental del Derecho de familia ha
sido el mismo en todas las épocas y culturas. El hombre, como el resto de los
seres vivos, está dotado para la reproducción, pero como quiera que su capa-
cidad reproductora no se limita, como es el caso de los animales salvajes, a un
corto período anual, hasta nuestro siglo ha existido siempre el peligro de una
superproducción de descendencia, peligro que era tanto mayor cuanto más
éxito tenía el hombre en combatir a sus enemigos naturales y a las enfermeda-
des. Así surgió el problema, siempre latente, de acomodar, por derecho y cos-
tumbre, el número de descendientes a las previsiones alimentarias, y especial-
mente de evitar la descendencia no deseada y, en cualquier caso, de adminis-
trar el exceso de prole, problema éste cuya solución nunca se dejaría a la
discrecionalidad privada. La Iglesia, con las soluciones dadas a este proble-
ma, ha llegado a una altura moral nunca alcanzada anteriormente. Su oferta
de vida monástica valorizó como virtud la renuncia al matrimonio y a la
reproducción de descendencia propia, al tiempo que estigmatizaba con el se-
llo de inhumanidad las formas anteriormente usuales de evitación y elimina-
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HANS HATTENHAUER
ción de descendencia, especialmente la muerte y exposición de recién nacidos.
Paralelamente, ratificó el matrimonio como único depositario de la reproduc-
ción legítima.
Junto a la reproducción aparece el problema de la crianza. De todos los
seres vivientes, el hombre es e l que más tiempo precisa para tenerse en pie,
alimentarse por sí mismo y engendrar su propia descendencia. El matrimonio
cumple la tarea natural de procreación y consiguiente ampliación de la fami-
lia, y por tanto es la base de ésta. Matrimonio y familia juntos constituyen una
institución de previsión. Los padres cumplen su función educadora en el seno
de la familia hasta que la prole no requiere ya sus cuidados, pero durante
dicho período se ocupan moral, espiritual y económicamente de sus hijos. Esa
tarea de criar, natural e instintivamente afianzada, fundamenta el deber de los
cónyuges de no separarse hasta la mayoría de edad de sus hijos. Pero incluso
después, el matrimonio y la familia conservan su carácter como institución de
seguridad social. Los cónyuges entrados en años se cuidan mutuamente «en
la prosperidad y en la pobrez a», socorro recíproco que se afianza con el paso
del tiempo. Asistencia que reciben también de los hijos ya mayores. La necesi-
dad permanente de cuidados que exige la propia naturaleza humana hace de
la familia el reducto social más antiguo y mejor protegido. Cumplía su misión,
y sigue cumpliéndola hoy, mucho antes de hacer su aparición el Estado mo-
derno, y destaca notablemente en tiempos de debilidad estatal.
Al margen de esta función invariable de procreación y e ducación de la
prole, el matrimonio se ha configurado legalmente de los modos más diversos
a lo largo de la historia. En lo esencial se re gía antes, y se rige ahora, por su
lugar en el seno de la familia y por su propio ordenamiento. Los germanos ya
conocían soluciones diversas. El matrimonio podía enmarcarse en un colecti-
vo familiar (Sippe) o en una gran familia (Haus) regida patriarcalmente, o bien
desligado de ella, como relación mutua dependiente de la voluntad de los
cónyuges (Friedelehe). La diversidad de formas matrimoniales gemánicas —no
dilucidadas hasta hoy totalmente— se vio incrementada por formas de convi-
vencia pseudomatrimoniales con rango jurídico inferior al matrimonial. La
unión de dos personas de estamentos diferentes obstaculizaba por disimilitud
de alcurnia (Ebenburt) el acceso al matrimonio tanto como la falta de coopera-
ción de padres y parientes. Si se quería que tales relaciones fuesen de por vida
y con descendencia, el cónyuge de inferior alcurnia debía renunciar a la posi-
ción familiar y hereditaria de la otra pa rte. Contrariamente a las esposas, las
concubinas (Kebse) eran con respecto a los hijos una especie de Kegel* integra-
dos sin plenos derechos en una relación pseudomatrimonial.
Éste es el contexto en el que debe entenderse la palabra Ehe (matrimonio).
Según los filólogos data del año 1000 y tenía dos significados superpuestos.
*Kegel, literalmente «bolo». Aquí el autor hace referencia a una frase coloquial: mit Kind und
Kegel (= «con niño y bolo»), equivalente a nuestro «con toda la c asa a cuestas». La idea es
que las concubi nas tenían un rango tan bajo en la famili a qu e era n co mo « bolos» o
cachivaches. (N. del T.).
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