Conjeturas sobre los designios de la providencia en la revolución francesa - Consideraciones sobre Francia - Libros y Revistas - VLEX 976308698

Conjeturas sobre los designios de la providencia en la revolución francesa

AutorJoseph de Maistre
Páginas39-49
39
ConsideraCiones sobre FranCi a
ii
conJetUras soBre los desiGnios de la
proVidencia en la reVolUción Francesa
Cada Nación, como cada individuo, ha recibido una misión que
cumplir. Francia ejerce sobre Europa un verdadero magisterio, que
sería inútil discutir, y del cual ha abusado de la manera más reproba-
ble. Sobre todo, estaba a la cabeza del orden religioso, y no sin razón
era su Rey llamado cristianísimo: Bossuet no ha exagerado sobre este
punto. Pues bien: ya que se ha servido de su inuencia para desmora-
lizar a Europa, contraviniendo su vocación, no hay que extrañar que
haya sido conminada a volver a ella por los medios más terribles.
Desde hacía mucho tiempo no se había visto castigo tan tremen-
do inigido a un tan gran número de culpables. Hay inocentes, sin
duda, entre los que sufren; pero son muchos menos de lo que se imagina
corrientemente.
Todos los que han trabajado para desligar al pueblo de sus creen-
cias religiosas; todos los que han opuesto sosmas metafísicos a las
leyes de la propiedad; todos los que han dicho: “Podéis herir, con tal
que salgamos ganando con ello”; todos los que han puesto sus manos
en las leyes fundamentales del Estado; todos los que han aconseja-
do, aprobado, favorecido las medidas violentas empleadas contra el
Rey...; todos estos han querido la Revolución, y todos los que la han
querido, con justicia han sido víctimas suyas, aún ateniéndose a una
visión limitada.
Nos lamentamos al ver que sabios ilustres caen bajo el hacha de
Robespierre. Humanamente hablando, nunca se lamentará bastante
su pérdida; pero la Justicia divina no tiene el menor respeto por los
geómetras o los físicos. Demasiados sabios franceses han sido actores
principales de la Revolución; demasiados sabios franceses la amaron
y la favorecieron mientras, como el bastón de Tarquino, no abatió más
que las cabezas dominantes: Es imposible que se realice una gran revolu-
ción sin causar desgracias. Pero cuando un lósofo se consuela de estas
desgracias en vista de sus resultados; cuando dice en su corazón: Tole-
remos cien mil asesinatos si con ello logramos la libertad, si la Providencia le

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