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Capítulo 5. La mente del jurista y sus formas de argumentar

AutorMinor E. Salas
Páginas161-180
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LA MENTE DEL JURISTA. CÓMOPIENSAN (Y SOBRE TODO CÓMONOPIENSAN)...
CAPÍTULO 5
LA MENTE DEL JURISTA Y SUS FORMAS DE
ARGUMENTAR
¡Ah, eso es distinto! –gritó Boxer-. Si el camarada
Napoleón [el Cerdo] lo dice, debe ser así.
G. ORWELL
Una mujer pasea, con su hijo de la mano, por las
orillas del Nilo. De pronto, de las aguas sale un
cocodrilo que, rápida y sorpresivamente, le arreba-
ta al ninÞo.
La madre rompe a llorar y grita: ´¡Devuélveme a mi hijo!´.
Río adentro, al estilo de tantos extorsionadores que
aparentan dialogar, el cocodrilo le responde:
´Hagam os un trat o. Si aciert as qué voy a hacer co n tu
hijo, te lo d evolveré. Pero si n o aciertas , me lo
quedaré´.
Creyendo y queriendo acertar, aterrorizada, la
mujer afirma: ´Te lo vas a comer.
Y el cocodrilo argumenta: ´Par a que hubier as
acerta do, me lo tendría que comer. Y te he dic ho que
si no acertabas, no te lo devolv ería: luego no te lo
devuelvo´.252
(La parábola del Cocodrilo)
[45] La argumentación jurídica (en los tribunales de justicia)
En este capítulo quiero explicar, dicho directamente y sin mucho protoco-
lo, algunas falencias de la teoría de la argumentación aplicada al campo jurídi-
252 «La parábola del cocodrilo», texto recogido en: CORRIENTE CÓRDOBA, J.A., Desconfianza e
ironía de la sociedad ante el arte del Derecho, Universidad Pública de Navarra, Pamplona,
2007, pág. 5.
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MINOR E. SALAS
co; en especial, tal y como estas falencias aparecen en un ensayo del profesor
Manuel ATIENZA titulado: «Algunas tesis sobre el razonamiento judicial».253
Me concentraré en este autor, pues él es considerado, junto con Robert
ALEXY, uno de los principales paladines de la argumentación jurídica en el
ámbito internacional. En resumen: voy a sostener que las tesis propugnadas
por ATIENZA en ese trab ajo son poco o nada pertinentes (¡e incluso contrapro-
ducentes!) para debatir los asuntos reales que pasan por los estrados judicia-
les, o de ganar los casos allí en litigio.
Antes de entrar en mate ria, una aclara ción: el profesor ATIENZA es una
persona inteligente , que ha escrito su obra de mane ra clara, ordenada y con-
creta. Eso se le debe agradecer a un in telectual. Especia lmente cuando hoy
más b ien están de moda la oscuridad y el misterio inne cesarios. ¡Orácu los
de la pala bra a diestra y sinie stra! ¡Brujería intelec tual disfrazada de ciencia
o filosofía!
Además, y esto lo digo con toda la sinceridad, el profesor ATIENZA se me
hace un buen ser humano. Yo no tengo ni amistad ni enemistad con él. En la s
pocas ocasiones que lo he tratado personalmente , me ha parecido un indivi-
duo abierto a la discusión y al diálogo; y creo, firmemente, que sus ideas y
planteamientos son de buena fe, con la creencia sincera de que ellos, de unas
u otras formas, directas o indirectas, pueden mejorar el estado de la justicia, o
de las discusiones jurídicas en general. ¡Que lo logren, es otra historia! Mis
ataques, pues, no se dirigen a él o a cualquier otro autor que yo invoque en
este capítulo, sino a sus ideas.
Empiezo señalando que yo mismo estoy de acuerdo con algunos de los
pensamientos concretos expuestos por ATIENZA en el artículo señalado. Sin em-
bargo, no podré discutir todas y cada una de las diez tesis que él expone ahí.
Eso sería difícil y demandaría un espacio mayor que el que acá deseo usar.
Voy a proceder, entonces, de una manera distinta, que si bien analíticamente
no es la más adecuada, creo que me puede ser de utilidad para hacer valer mi
punto de vista central sobre lo expuesto por el profesor de Alicante. Para ponerlo
de la manera más concreta posible, dividiré este capítulo en tres apartados:
En un primer apartado, explicaré que mi diferencia principal con el enfo-
que de ATIENZA no radica tanto en sus tesis y conclusiones, sino en su punto
de partida. Pa ra decirlo con una imagen bien gráfica del atletismo: la discre-
pancia entre cómo ve ATIENZA el asunto de la «argumentación judicial» y cómo
lo veo yo mismo, no está en la meta –en esa cinta dorada que generalmente
anuncia la conclusión de una carrera– sino en el punto de arranque, en la
salida misma de sus reflexiones.
253 Recogido en: AGUILÓ REGLA, J., y GRÁNDEZ CASTRO, P.P., editores, Sobre e l razonamiento
judicial. Una discusión con Manuel Atienza, Palestra Editores, Lima, 2017, págs. 11 y ss. En
lo sucesivo, y para una de las citas del autor comentado, se citará este trabajo específico
en el lugar señalado, salvo indicación en contrario.

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