La voluntad general es indestructible - Libro Cuarto - Contrato social o principios de derecho político - El contrato social - Libros y Revistas - VLEX 976582530

La voluntad general es indestructible

AutorJean-Jacques Rousseau
Páginas87-88
87
EL CONTRATO SOCIAL
CAPÍTULO I
LA VOLUNTAD GENERAL ES INDESTRUCTIBLE
En tanto que muchos hombres reunidos se consideran como un solo
cuerpo, no tienen más que una voluntad, que se refiere a la común conserva-
ción y al bienestar general. Entonces todos los resortes del Estado son vigo-
rosos y sencillos; sus máximas, claras y luminosas; no tienen intereses em-
brollados, contradictorios; el bien común se muestra por todas partes con
evidencia, y no exige sino buen sentido para ser percibido. La paz, la unión,
la igualdad son enemigas de las sutilezas poéticas. Los hombres rectos y
sencillos son difíciles de engañar, a causa de su sencillez: los ardides, los
pretextos refinados no les imponen nada, no son ni siquiera bastante finos
para ser engañados. Cuando se ve en los pueblos más felices del mundo
ejércitos de campesinos que resuelven los asuntos del Estado bajo una enci-
na y que se conducen siempre con acierto, ¿puede uno evitar el despreciar
los refinamientos de las demás naciones que se hacen ilustres y miserables
con tanto arte y misterio?
Un Estado gobernado de este modo necesita muy pocas leyes, y a medida
que se hace preciso promulgar algunas, esta necesidad se siente universalmen-
te. El primero que las propone no hace sino decir lo que todos han sentido, y
no es cuestión, pues, ni de intrigas ni de elocuencia para dar carácter de ley a
lo que cada cual ha resuelto hacer, tan pronto como esté seguro de que los
demás lo harán como él.
Lo que engaña a los que piensan sobre esta cuestión es que, no viendo
más que Estados mal constituidos desde su origen, les impresiona la imposi-
bilidad de mantener en ellos una civilidad semejante; se ríen de imaginar
todas las tonterías de que un pícaro sagaz, un charlatán insinuante, podrían
persuadir al pueblo de París o de Londres. No saben que Cromwell hubiese
sido castigado a ser martirizado por el pueblo de Berna, y al duque de Beauford
le habrían sido aplicadas las disciplinas por los ginebrinos.
Pero cuando el nudo social comienza a aflojarse y el Estado a debilitarse;
cuando los intereses particulares empiezan a hacerse sentir y las pequeñas
sociedades a influir sobre la grande, el interés común se altera y encuentra
oposición; ya no reina la unanimidad en las voces; la voluntad general ya no
es la voluntad de todos; se elevan contradicciones, debates, y la mejor opinión
no pasa sin discusión.

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