De la universalidad de la propiedad - Libro primero. Del derecho de propiedad - De la propiedad - Libros y Revistas - VLEX 976427075

De la universalidad de la propiedad

AutorLouis A. Thiers
Páginas37-41
37
CAPÍTULO III
DE LA UNIVERSALIDAD DE LA PROPIEDAD
La propiedad es un hecho constante y universal en todos los tiempos y en
todos los países.
Reconocido el método de observación como el único bueno para las ciencias
moral es así como para las ciencias físicas, examino desde luego la naturaleza huma-
na, en todos los países, en todos los tiempos, en todos los estados de civilización, y
donde quiera encuentro la propiedad como un hecho general, universal, sin excep-
cion alguna.
Los publicistas en el último siglo, queriendo distinguir entre el estado natu-
ral y el estado civil, imaginaron una época en que el hombre andaba errante por los
bosques y desiertos, no obedeciendo regla ja; y otra época en que se aglomeró y
reunió por medio de contratos llamados leyes. Dábase el título de derecho natural
á las condiciones supuestas de aquel primer estado, y el título de derecho civil á las
condiciones reales y conocidas del segundo. Esta es una pura hipótesis, porque el
hombre no ha sido descubierto en ninguna parte en el aislamiento, ni aun entre los
salvajes más groseros y estúpidos de la América y de la Oceanía. Así como entre
los animales hay algunos que, gobernados por el instinto, viven en manadas, ta-
les como los herbívoros que pastan en común, mientras que los carnívoros viven
aislados para cazar á sus enemigos, así también el hombre ha vivido siempre en
sociedad. El instinto, que es la primera y mas antigua de las leyes, le aproxima a
sus semejantes y le constituye en animal sociable. ¿Qué haría en otro caso de esa
mirada inteligente con que pregunta y responde antes de saber hablar? ¿Que haría
ese espíritu que concibe, generaliza y calica las cosas; de esa voz que las designa
por medio de sonidos; de la esa palabra, en n, ¿instrumento del pensamiento, lazo
y encanto de la sociedad? Un ser tan noblemente organizado, que tiene la necesidad
y el medio de comunicarse con sus semejantes, no podía ser creado para la socie-
dad. Aun esos tristes habitantes de la Oceanía, los mas parecidos á los monos que
la creación nos presenta, dedicados a la pesca, la menos instructiva de todas las ma-
neras de ser para el hombre, donde quiera que se les haya visto, ha sido reunidos,
viviendo en común, y comunicándose unos con otros por medio de sonidos roncos
y salvajes.

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