Las teorías absolutas - Primera parte - La posesión - Libros y Revistas - VLEX 1016871288

Las teorías absolutas

Páginas59-72
59
LA POSESIÓN
IV
LAS TEORÍAS ABSOLUTAS
I. LA TEORÍA DE LA VOLUNTAD
Al lado de la opinión respecto de la cual acabamos de hablar,
se encuentra en Gans otra solución distinta del problema. La deten-
ción de la cosa, dice, considerada como acto de la voluntad del suje-
to, puede ya encontrarse en armonía con la «voluntad universal»,
es decir, con la ley —y en ese case tenemos la propiedad—, ya des-
cansar tan solo sobre la «voluntad particular»—y en tal caso tene-
mos la posesión el motivo por el que la voluntad es reconocida y
protegida, aun en esta última dirección, consiste en que la voluntad
en sí misma, es un elemento sustancial que reclama protección; la
voluntad particular de la persona, cuando se aplica a las cosas, es
un derecho y debe ser tratada como tal». Puchta(1) adoptaba la idea
de Gans y la convertía en su conocida opinión, según la que, la po-
sesión es un derecho de la persona misma. En sentir de este autor,
«la voluntad de una persona jurídicamente capaz debe, hasta cierto
punto (?), ser reconocida en derecho, aun antes de haberse afirma-
do como justa, precisamente porque es la voluntad de una persona
jurídicamente capaz, y que en tal supuesto es posible que sea justa.
En la posesión se encuentra, por consiguiente, protegida la posibili-
dad del derecho, es decir, la capacidad jurídica; el derecho de pose-
sión no es más que una especie particular del derecho de la perso-
nalidad, el derecho de personalidad aplicado a la sumisión natural
de las cosas».
(1) En su monografía, publicada primero en el Muse um Rhenan, 3.°, número 17, y luego
recogida en sus Misceláneas con el título deIn Welcher Klasse non Rechten gehört der Besitz (¿A
qué clase de derechos pertenece la Klasse?), Véase adamas la monografía publicada por prime-
ra vez en la misma revista,núm. 15, Uber die Éxistenz des Besitzrechts (Sobre la existencia del
derecho de posesión). No obstante, la polém ica violenta que sostenía contra Gans en la
primera de esas disertaciones, Puchta admite en la segunda (pág. 265, nota a) que «Gans
se expresa en el mismo sentido».

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