El sensacionismo. La realidad para mi - La búsqueda intelectual de lo trascendente. Ensayo - Libros y Revistas - VLEX 976720266

El sensacionismo. La realidad para mi

AutorSantiago González-Varas
Páginas203-276
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La búsqueda inteLectuaL de Lo tra scendente. ensayo
caPÍtulo quinto.
el SenSacioniSMo. la reali dad PaRa mi.
“¿No es el espíritu el primero de los sentidos y algo así como el lugar de
reunión de todas las sensaciones?” (La Mettrie).
i. la SenSaciÓn MuSical.
1. un PoStulado cierto.
Ante el desconcierto de la realidad, y en la línea de dotar sentido a
ese intento de segunda realidad intelectual, el sensacionismo se ja en
que es real aquello que se experimenta cuando se produce una sen-
sación, que aunque lógicamente puede provenir de aquella realidad
convencional, encuentra mejor expresión en el arte o la naturaleza. En
especial, por razones que todos ignoramos, el caso es que, en particu-
lar, la música es aquello más capaz de expresar tal sensación de la que
no puede dudarse de su realidad misma.
Ciertamente, todo este proceso o descubrimiento o evolución pue-
de ser un tanto casual, un día cualquiera en que, en medio de esa
realidad un tanto inconsciente, y tras años en que la idea ha ido ma-
durando, uno se pregunta qué es realmente esa sensación que se ex-
perimenta cuando se produce una determinada audición. No puede
dudarse de que es real, es interna y sentida como propia. Su contenido
no es claro... qué es, qué signicado tiene, por qué se produce este
fenómeno. Pero su existencia como realidad es incuestionable. Sobre
todo en contraste con esa otra realidad material, que puede pasar des-
apercibida o no dice nada, donde esas mismas sensaciones (de las que
no podemos dudar) son posibles pero de forma más ocasional y sin
tanta claridad y generalidad como las que provienen de la música. No
se trata obviamente de dar a la música mayor protagonismo, importa
poco en realidad que sea un fagot o un oboe, pero el caso es que (por
las razones que sean) se produce interiormente algo que sí es innega-
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Santiago gonzález-VaraS
ble que es real. ¿Qué es en verdad todo esto que causa esa sensación
tal?
Uno se pregunta por qué, tratándose de la música, el fenómeno de
la sensación y captación de realidad es regla general o característica,
mientras que en aquella otra “realidad” solo excepcionalmente uno
experimenta una vivencia tal de realidad. Por qué la música. El descu-
brimiento de la realidad provoca curiosidad. Una vez experimentada
esa sensación, con un contenido tan claro de realidad, los objetos y
las cosas pasan a apreciarse de forma distinta ya que su signicación
interesa si consigue traducirse en sensación similar.
El paso siguiente es empezar a valorar las cosas de esta forma que
aporta la sensación musical. Y, en denitiva, esto es importante por-
que la búsqueda de la realidad lo es.
Éste es, pues, el origen del sensacionismo. La sensación como rea-
lidad es especialmente clara cuando además aquella se presenta en
forma de emoción “emoción”. Estamos ante algo que inicialmente se
presenta como una intuición, después una extrañeza y nalmente se
deja ver de forma clara. La sensación no entiende necesariamente de
arte, es algo espontáneo y poético. Pero es claro que convencional-
mente puede decirse que el arte está en el origen de tal sensación. En
este sentido cabe ver en el sensacionismo una traslación del arte a la
vida, una forma de descubrir la realidad.
La sensación de este tipo es claro que existe, el resto de las cosas po-
siblemente también aunque no puedo armarlo con igual grado de se-
guridad o certeza, porque no se produce la misma sensación interna.
Este fenómeno es por otra parte puramente intelectual, se trata en el
fondo de la racionalización de algo espontáneo e incierto. Poniendo el
centro en la sensación como realidad, sin ella dudo. Pero lo cotidiano
o inmediato adquiere entonces un nuevo sentido cuando se trasforma
en sensación, todas ellas tienen valor1.
Podría pararse la lectura. Cada obra habitual en el repertorio musi-
cal tiene más o menos dos o tres momentos de este tipo. Son innitas
las referencias, como es sabido, pero también piezas más pequeñas
como por poner algún ejemplo el
Wondrous Machine de Purcell, el Ces-
sate, omai cessate de Vivaldi, o entre un innito etcétera el segundo movi-
miento para piano y orquesta de Kachaturian. El último minuto y medio del
primer movimiento de la novena sinfonía de Beethoven es un ejemplo de una
clara emoción.
1 La perspectiva de alejarme totalmente de la sociedad y vivir por algún tiempo como
señor de mí mismo no dejaba de tener su encanto. Se trataba de buscar un rincón tranquilo
para mudar de piel” (Ernst Jünger, Eumeswill).
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Se experimenta así la realidad de forma distinta buscando en ésta
sensaciones similares. Estoy en la segunda realidad un día podría
decirse, popularmente, una realidad certera y posible, de sensaciones
intelectuales innegables como realidad. Certeza, frente a “exceso de
realidad” aparente, o material. Una realidad para momentos. Valdrán
las sensaciones espontáneas y aquellas otras más meditadas o dura-
deras 2. Un momento para la realidad. Canto al símbolo, después la
racionalidad pura, incluso más perfecta. Un momento para cuando se
precise un referente de que algo existe. Algo real imposible. ¿En qué
lugar? La intensidad de colores y sonidos contribuye seguramente a
dotar de mayor arraigo esta realidad. En el fondo, al parecer, una sim-
ple combinación de notas, con un sentido determinado, produce algo
que es innegable como realidad, al menos en comparación con otras
cosas que no causan la misma sensación de ser. Curioso fenómeno
éste de que la realidad sea, entonces, una combinación de notas mu-
sicales. Se descubre así una forma de espiritualidad intelectual, no
alternativa a la religiosa sino complementaria. Que está pendiente de
constituir. Realidad en momentos, como un lugar para entrar y sa-
lir, luz tras los túneles necesarios del camino. No es posible quedarse
siempre en ella, tampoco renunciar. No hace falta ser lósofo para
darse cuenta de todo esto 3.
2 Es claro que es cuando se conoce bien una cosa, fruto de una meditación o reexión, cuando
la sensación tiene mayor calidad y fundamento. Pero la sensación podrá ser también
pasajera. “Era bella en demasía para vivir mucho tiempo” dice Baudelaire. Y Robert Musil
nos recuerda también aquello que ya sabemos, que “casi toda pasión primera dura poco y
deja detrás un gusto amargo”. La sensación espontánea puede ser sensación de sorpresa
y puede ser el origen de otra sensación posterior para desembocar en un proceso creativo.
Puede hablarse también en este sentido de subrepción como forma engañosa y de sentido
cambiado.
3 No quiere entrar en el debate acerca de si la sensación es fruto de reexión o si más bien
(como piensa Codillac) la “reexión no es en su principio sino la sensación misma porque
la reexión es el canal por donde pasan las ideas que vienen de los sentidos” (Extracto
razonado de las sensaciones). O si la sensación es puramente sensorial (o aisthesis, afectividad
física) o si las cosas existen o no fuera e independientemente de la conciencia del sujeto
(como sostiene en sentido armativo el realismo metafísico).
Más bien, cuando por ejemplo Azorín (en La voluntad) conesa experimentar “sensaciones”
es claro que no está pensando ni en Hilas ni en Filonús, ni en los universales, ni en De las
ideas de Jaime Balmes ni en el método de Descartes ni en aquella máxima de Leibniz a
cuyo tenor la sensación es un modo confuso de pensar. Azorín nos cuenta simplemente lo
que le ocurre, lo que pasa por su interior.
Aceptable es también la explicación literaria, al problema losóco apuntado, de Ramón
Pérez de Ayala, cuando dice que “lo humano-instinto y lo humano-razón son en la
naturaleza del hombre como la raíz y el fruto. Ni el fruto cuajaría sin raíz, ni la razón
maduraría sin las gestaciones previas y sombrías del instinto” (Las máscaras. Ensayo de
crítica teatral). Pero nos vale hasta J. Poncela (¡Espérame en Siberia, vida mía!) “y hemos
desarmado de tal manera el mecanismo del mundo y de la vida, se ha vuelto la Humanidad
tan egoista, tan sedienta de goces, tan hambrienta de sensaciones”.

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