Una explicación veraz de los totalitarismos - La búsqueda intelectual de lo trascendente. Ensayo - Libros y Revistas - VLEX 976720237

Una explicación veraz de los totalitarismos

AutorSantiago González-Varas
Páginas93-125
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La búsqueda inteLectuaL de Lo tra scendente. ensayo
caPÍtulo tercero:
una eXPlicaciÓn Veraz de loS totalitariSMoS.
i. a Modo de introducciÓn: literat ura no eS realidad.
“¡Cuántos absurdos dogmas losócos tuvieron su origen en Homero,
porque muchos antiguos le leían no como poeta genial, sino como lóso-
fo doctísimo y gravísimo!” (Cap.III, Libro 1, Disciplinas de Luis Vives).
La realidad como acabamos de ver insatisface, porque no satisface
un mundo no gobernado por principios intelectuales. Esta armación
nos lleva a apostar por una segunda realidad intelectual más able.
Pero el problema es que, como vamos a ver, esta otra segunda rea-
lidad, cuando se maniesta en sentido propio, en un plano social,
tiene riesgos para el orden social. Que parecen convertir aquella en
un imposible. Es necesario observar tales riesgos y si es posible una
solución, un posible rescate de alguna manera. O, al menos, dar una
explicación real de que está ocurriendo.
Vayamos por partes. A modo de introducción (pues el problema
central se expondrá más adelante) se plantea qué valor o alcance pue-
den llegar a tener las armaciones de tipo intelectual en relación con lo
social y lo político. Es discutible hasta qué punto aquéllas tienen una
traducción política o social. Si se plantea dicha cuestión es, por tanto,
porque a veces no parece fácil descifrar su signicado real. ¿Existe un
código especial, un código propio, de interpretación? Los intelectuales
pronuncian palabras, exponen pensamientos. El hombre pronuncia
discursos que, como tales, no son traducción siempre de la realidad
Pongamos algunos ejemplos que sean grácos de armaciones ge-
nuinamente intelectuales antes de avanzar en estas reexiones.
1. “Prended fuego a los estantes de las bibliotecas” (Marinetti).
2. “Lástima que no haya más nihilismo en tu Constitución” (Saul Below)1
1 Y completa (en Ravelstein): “Yo me moría de ganas de ponerme en contacto con la política,
pero no política local ni maquinaria política nacional, sino política como Aristóteles y
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3. Azorín: “para igualar a nuestra patria con otras naciones es pre-
ciso cortar muchas ramas podridas de este censurable tronco” 2.
4. Valle-Inclán: “¡solamente ardiendo en una gran hoguera se puri-
ca España!” 3.
5. Baroja: “A mí, cuando me hablan de democracia, me entra una
risa tal que temo que me pase como a aquel lósofo griego de que
habla Diógenes Laercio, que murió a carcajadas al ver un burro
comiendo higos” 4. Asimismo: “los españoles hemos sido gran-
des en otra época amamantados por la guerra, el peligro y por la
acción; hoy no lo somos; hay que atraer la guerra, el peligro, la
acción, y llevarlos a la Cultura y a la vida moderna” 5.
6. Antonio Machado: “lo especícamente español es que las botas
no lo hagan siempre peor que las cabezas”. Pero matizando, tam-
bién, oportunamente en este caso: “no toméis, sin embargo, al pie
de la letra lo que os digo” 6.
7. Unamuno: “odio a la ciencia y echo de menos la sabiduría” 7.
8. Joaquín Costa: en España hay que “hundir el cuchillo en la gan-
grena hasta el mango” a n de “extraer el pus y los gusanos y
arrojarlos al basurero”.
9. Ortega: “¡Ojalá que hubiese en España alguien con ansia de lu-
char! Por desgracia, acontece lo contrario. Hay disociación; pero
lo que podía hacerla fecunda, una impetuosa voluntad de comba-
tir que pudiera llevar a una recomposición, falta por completo” 8.
No parece ser necesario seguir. ¿Qué valor tienen este tipo de de-
claraciones? Cuando menos, puede dudarse de su contenido político.
¿Existe un propio código de valoración? Interesa recoger algunas de
las interpretaciones de las muchas que se han dado.
Acusa por su parte Juan López Morillas “un excesivo liberalismo
de que adolece la cultura española del período en cuestión (del 98),
Platón entendían el término, una política con raíces en la propia naturaleza”.
2 Lecturas españolas.
3 El Ruedo Ibérico.
4 Juventud, egolatría.
5 Divagaciones apasionadas 109-114.
6 Juan de Mairena.
7 Miguel de Unamuno, “Epistolario entre Unamuno y Ortega”, Homenaje a Unamuno en el
Primer Centenario de su nacimiento. Tomo VII, Revista de Occidente 1964.
8 España invertebrada; véase también D’Ors ante el Estado, Sesión de apertura del Curso
Académico 1981-1982 celebrada el día 27 de octubre de 1981 en la Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1981.
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motivo de que se pongan en advocación de la literatura temas que
convendría remitir a otra disciplinas menos subjetivas”.
A su juicio se maniesta una cierta perversión en el “hábito de iden-
ticar la crisis nacional de 1898 con sus derivaciones literarias y esté-
ticas” 9.
Para Evelyne López Campillo serían aquéllas “divagaciones deshil-
vanadas” propias de ensayistas o, más bien, “ideólogos frustrados” 10.
Según Lechner este tipo de textos son “literarios” y por tanto han
de valorarse como tales textos literarios 11. Pero el problema es que si
se dicen cosas que no tienen sentido propio, nalmente nadie las hace
caso. Y el problema que estamos tratando es precisamente el del arrin-
conamiento de lo intelectual, a lo que no satisface dejar la literatura
como irrealidad. Aunque parece no hacer solución, propondremos al-
gunas respuestas más adelante.
Reriéndose en concreto a Unamuno dice Pla: “Unamuno siempre
ha sido para mí un enorme confusionario” 12.
Pero también se ha dicho sin tapujos (por Javier Varela) que “los
intelectuales españoles son gente poco propicia a la democracia plu-
ralista” 13.
Podrá ser que, en realidad, en nuestros días exista demasiado con-
servadurismo y, como consecuencia de ello, el intelectual nos parezca,
con error de apreciación, un totalitario (véase Félix Duque, Boletín de
la Fundación Juan March, 290, 1999).
Una interpretación tan singular, como certera, es la que aporta José
Carlos Mainer para quien, bajo este programa de “literatura como
subversión” o “impureza política” lo que se oculta en realidad (sin
que ello lleve a dudar de la valía de las obras de estos autores) es una
intención de “ganar el público” y por tanto una búsqueda de fama y
popularidad 14.
Una visión comparatista del asunto lleva a decir que esta manera
de “divagar apasionadamente” no es exclusiva de nuestro país, por
9 Hacia el 98, literatura, sociedad, ideología, Editorial Ariel 1972 p.190.
10 Evelyne López Campillo, “Apuntes sobre una evolución en la temática del ensayo español
1895-1930”, Cuadernos Hispanoamericanos, nº255 1971 p.445.
11 “Poesía anarquista en la guerra civil”, Revista de Documentación Cientíca de Cultura nº148,
sept.1993 p.148.
12 Josep Pla, El cuaderno gris, Millenium 1999.
13 Puede verse también Javier Herrero, Los orígenes del pensamiento reaccionario español,
Alianza 1988.
14 La edad de plata, 1902-1939, Cátedra 1981; véae, igualmente, Cecilio Alonso, Intelectuales
en crisis. Pío Baroja, militante radical, Instituto de Estudio Juan Gil-Albert, Alicante 1985, in
toto; asimismo, Varios Autores, Revista de Occidente nº202-203, marzo 1998.

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