Libro II. El derecho y el poder superior - Novísimo concepto del Derecho en Alemania, Inglaterra y Francia - Libros y Revistas - VLEX 1027316409

Libro II. El derecho y el poder superior

AutorAlfred Fouillée
Páginas79-94
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Novísimo coNcepto del derecho eN AlemANiA, iNglAterrA y FrANciA
liBro ii
el derecho y el poder superio r
i
rectiFicacióN de la doctr iNa
mecáNica y Fatalista
La idea del poder, ya sea mecánico, ya biológico y evolutivo, si fuera el único
fundamento del derecho, conduciría, primero a la lucha, más o menos brutal,
de los individuos entre sí, y luego a la absorción del individuo en la nación, en
la raza, en la humanidad, y, nalmente, en el número; sería un puro fatalismo
sucesivamente anarquista y absolutista —absolutismo nacional o absolutismo
socialista— ¿Qué objeciones se puede hacer a esta losofía del poder puro, que
desde el punto de vista metafísico, descansa por completo en la categoría de
causalidad y de mecanismo? Erigir al poder en único derecho, podría decirse a
los partidarios de Hobbes y de Spinoza, equivale a erigirle en regla, pero una
regla debe preceder, dominar y hasta producir, en parte, las cosas a las cuales
se aplica; vosotros, por el contrario, dais por regla de acción los resultados de
la acción misma y el éxito que espera del porvenir. La serie de estos resultados
no se agota jamás, y el buen éxito es siempre provisional. La fuerza no es
más que un resultado de acciones efectuadas en lo pasado, y no puede, por
sí sola, proporcionar una regla para las acciones por efectuar. La fuerza es
variable, y no hay en la historia un poder denitivamente superior; en ese
movimiento sin n, no sabe uno dónde jarse. Además, la palabra derecho
no tiene en vuestros labios sentido alguno, si no agrega al poder alguna idea
nueva. De que sois el más fuerte, podéis deducir sencillamente que sois el
más fuerte; esta es, como diría Kant, una proposición simplemente analítica,
que no adelanta nada, pero añadís que, en denitiva, el más poderoso tiene
razón. ¿Está sucientemente justicada esta síntesis de lo real y de lo racional?
¿No dejamos atrás a la realidad de dos maneras, con el pensamiento y con la
voluntad, concibiendo y queriendo algo mejor que lo que existe?
Hegel mismo, que al principio parecía someter la realidad a la idea, y
subordinar también la escuela histórica a la escuela losóca, acaba por someter
la idea a la realidad y por divinizar a la historia. «Dar la explicación de lo que
existe —nos dice—, tal es el problema de toda losofía, porque lo que existe
es la razón realizada. Para decir lo que el mundo debería ser, la losofía llega
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Alfred fouillée
siempre demasiado tarde, pues como no hace más que reejar el mundo en el
pensamiento, no puede venir sino después que el mundo está ya formado y
terminado por completo.» No habría, por lo tanto, más posibilidad de criticar
o de corregir a la historia que de corregir a la naturaleza; es la absolución
implícita de toda injusticia y de todo despotismo; es un optimismo universal,
como el de Spinoza. ¡Cuánto más cerca de la verdad están Schopenhauer
y Hartmann, cuando llaman a la historia «ensueño penoso y confuso de la
humanidad»! Se quiere que nos inclinemos ante el hecho consumado y que
adoremos al «derecho histórico», es decir, al buen éxito, pero la idea, lejos de
adorar al hecho, le juzga, y, lejos de someterse a él, le domina.
Otra cosa es explicarlo y justicarlo; de que toda realidad es racional,
en el sentido de que tiene su razón en causas sucientes, no se deduce que
sea racional, en el sentido de que tiene su razón en un n suciente: los
hegelianos y los spinozistas no deberían confundir tan fácilmente la causalidad
y la nalidad. Bajo esta última relación, la realidad no es nunca enteramente
racional, y esto es lo que la obliga a un trabajo sin n. «No habría evolución
—decía Schelling— si no existiera algo que no debe existir»; lo racional, por
otra parte, no es nunca enteramente real, y esto es lo que produce la rebelión
incesante del pensamiento contra las cosas. La historia de las ideas, la historia
intelectual se adelanta siempre, la historia física y política va siempre con
retraso. ¿De qué serviría la inteligencia si no se adelantase a las cosas y las
arrastrase consigo? El derecho no es el hecho, sino la idea adelantándose al
hecho y señalándole la dirección que debe seguir. Es una anticipación de los
hechos y un llamamiento al porvenir.
Esto es lo que los hegelianos han desconocido demasiado. Así, según la
observación de un hegeliano mismo, Arnold Ruge, «la losofía de Hegel, sin
perjuicio de continuar proclamando, con Kant y Fichte, a la libertad n de
la historia, vivía en paz con todo el mundo, hasta con la servidumbre más
absoluta; mostrándose satisfecha con cualquier situación, con cualquier
resultado actual, considerándole producido necesariamente1».
La idea del derecho (para no hablar más que de la idea) se confunde tan
poco con la del puro poder que logra realizarse a sí mismo, que en ninguna
parte descuella con más energía que en presencia de la debilidad. Si el derecho
es una fuerza, en nuestro espíritu es tanto el poder de los débiles como el de
los fuertes. Sin duda, por lo mismo que es el derecho ideal, debe ser, en caso
necesario, la fuerza real, pero aun sin ella sería, para nuestro pensamiento, el
derecho, y seria todavía el derecho entero. En cuanto al respeto al derecho,
inseparable de la idea del mismo, tiene tan poco de común con el mero temor
a un poder «desmesuradamente superior», como le dene M. Kirchmann,
que es el sentimiento producido por el pensamiento mismo de la igualdad;
es la libertad deteniéndose ante otra libertad, que estima semejante a sí, y
anulando la desigualdad de las fuerzas por la igualdad de los derechos.
1 Arnold Ruge: Zwsi Jahre in Paris. Lipzig, 1846.

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