Conclusión
Autor | Alfred Fouillée |
Páginas | 203-213 |
203
Novísimo coNcepto del derecho eN AlemANiA, iNglAterrA y FrANciA
coNclusióN
las ideas directrices y su lucha por la exi steNcia.
porveNir de la idea del der echo
Como hemos visto, el derecho, principalmente tal como se le ha representado
la losofía democrática en Francia, no es más que un ideal, desde el punto de
vista cientíco. El error de esta losofía, al considerarle inmediatamente como
una realidad actual, ha estado en no tener una conciencia bastante clara de su
propio idealismo. Ha hablado sin cesar de derecho natural, cuando hubiera
debido hablar de derecho ideal, pues la naturaleza no conoce el derecho y
este no aparece más que en el pensamiento del hombre. Este primer error
depende de otro; nuestra losofía tradicional no ha visto que la libertad moral
es también una pura idea, una idea-fuerza y un devenir, no una realidad
presente y enteramente hecha; además, ha confundido a la libertad con el
libre albedrío, del cual se forma vulgarmente una noción anticientíca y
que, para la psicología, se reduce a un determinismo, en parte inconsciente,
pero exible y perceptible. Por último, no se ha dado cuenta siempre de la
categoría superior que corresponde a la libertad ideal y que hace de ella
para nosotros un n y no un mero medio; no ha rechazado con suciente
franqueza la antigua doctrina que subordina la libertad a un bien en sí, a
la virtud, a la verdad, o a cualquier otro principio absoluto, cuya posesión
se presupone. Estas imperfecciones de la teoría han traído consigo defectos
prácticos: olvido de la realidad, de la naturaleza, de la historia; tendencia a
proyectar el porvenir sobre el presente o sobre el mismo pasado y a confundir
lo que será con lo que fue; amor, demasiado exclusivo, a las declaraciones
de principios y negligencia de las aplicaciones; desdén exagerado hacia el
interés y la fuerza, órganos necesarios del derecho; en resumen, los excesos
del entusiasmo unidos a la falta de espíritu positivo.
Ha llegado la época de distinguir más claramente lo que debe ser, de lo
que es, la idea del hecho material. Cuando se tiene cuidado de no confundir
el dominio de lo ideal con el de lo real, no se corre el peligro de perder el
sentimiento de la realidad, y, por otra parte, se es más capaz de acomodar
aquélla poco a poco, por términos medios sabiamente combinados, a ese ideal
cuya realización se quiere apresurar.
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