Ley, obligación y consentimiento: reflexiones sobre Stair y Locke - Derecho legal y socialdemocracia. Ensayos sobre filosofía jurídica y política - Libros y Revistas - VLEX 976573485

Ley, obligación y consentimiento: reflexiones sobre Stair y Locke

AutorNeil MacCormick
Cargo del AutorProfesor de la Universidad de Edimburgo
Páginas59-76
59
DERECHO LEGAL Y SOCIALDEMOCRACIA
4.
LEY, OBLIGACIÓN Y CONSENTIMIENTO:
REFLEXIONES SOBRE STAIR Y LOCKE
I. OBSERVACIONES BIOGRÁFICAS
El tema de este capítulo va a ser ley, obligación y consentimiento; el subtítulo
me obliga a entrar en el tema reflexionando sobre el trabajo de dos grandes hom-
bres del siglo XVII: John Locke, a quien quizás podamos considerar el mejor de
todos los filósofos políticos ingleses, y James Dalrymple, primer vizconde de Stair,
a quien sin duda podemos reconocer como el mejor de los escritores jurídicos
escoceses. Como graduado en la Universidad de Glasgow, Stair trabajó allí algunos
años como doctor en Filosofía, antes de dedicarse al ejercicio de la abogacía ante los
tribunales escoceses de Edimburgo desde 1648 en adelante, obteniendo, pasado el
tiempo, el título de lord presidente del Tribunal de lo Penal*. Su obra maestra,
Instituciones del Derecho de Escocia1, está sin duda influenciada, en su estructura y
contenido, por la filosofía aristotélica que estudió y después enseñó en el antiguo
College de Glasgow.
Stair y Locke fueron contemporáneos casi de manera exacta: 1619-1695 y 1632-
1704 son sus fechas respectivas. Ambos estuvieron profundamente implicados en la
complicada política de sus respectivos países en el siglo XVII, Stair intentando des-
empeñar la función judicial bajo el Protectorado y, después, bajo la Restauración y
Locke siendo miembro de la casa de Anthony Ashley Cooper, primer conde de
Shaftesbury. Los dos se exiliaron a Holanda en los ochenta, Stair escapó allí en 1681
inmediatamente antes de la publicación de la primera edición de sus Instituciones, y
Locke en 1683 a causa de la implicación de Shaftesbury y otros en la conspiración
para llevar al trono al duque de Monmouth. Stair regresó con el rey Guillermo en
1688, y Locke con la reina María en 1689; Stair volvió a asumir la presidencia del
Tribunal de lo Penal en Escocia, y Locke fue designado secretario de Comercio en
Inglaterra.
Stair publicó en 1693 una segunda edición mejorada de las Instituciones; los
Dos tratados sobre el gobierno civil 2 de Locke aparecieron en 1690. Sus teorías sobre
*Este título equivale en España al de presidente de la Sala 2.a del Tribunal Supremo (N. de la T.).
1Ed. D. M. Walker, Edimburgo, 1981 (el texto se basa en la 2.a ed. de 1693). Véanse los escritos
generales sobre Stair en Stair Tercentenary Studies (Stair Society, vol. 33, ed. D. M. Walker,
Edimburgo, 1981).
2Los textos citados son de la edición Everyman, por W. S. Carpenter (Londres, 1924), y se
identifican con una «L» seguida en un número de Tratado (I o II), número de capítulo (i, ii, etc.),
y número de párrafo (1, 2, etc.) como en la edición Everyman.
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NEIL MACCORMICK
«Ley, obligación y consentimiento» son sorprendentemente similares, aunque la de
Stair ha tenido menor alcance. Es agradable especular sobre si durante su común
período de exilio fue posible su encuentro y la discusión de estos temas. Uno de mis
más admirados profesores, W.D. Lamont, hace más o menos veinte años, durante
un ciclo de conferencias sobre filosofía política en la Universidad de Glasgow, diri-
gió mi atención hacia esta posibilidad; me complace tener esta oportunidad de
recordar mi deuda con él.
Pero no existe evidencia alguna, que yo sepa, de su encuentro, y tampoco hay
evidencia cierta de que uno leyese el trabajo del otro. La doctrina común nos dice
que la primera edición de Stair debió de ser asequible a Locke, pero no aparece
registrada entre los libros que poseyó. En la segunda edición Stair añadió un breve
párrafo a la sección introductoria del libro II, que trata de la propiedad, el cual,
bruscamente y por implicación, rechaza el punto de vista de Filmer según el cual el
regalo original de Dios a la tierra y a sus criaturas fue hecho a Adán y a sus
descendientes varones y no a toda la humanidad. Esta edición sugiere un préstamo
del Primer tratado de Locke. Pero, como digo, lo fundamental de la doctrina de Stair
fue formulado hacia 1681 y permaneció inalterable.
Así pues, su encuentro y la lectura de sus respectivos trabajos es sólo una
posibilidad. Lo que es cierto es que compartieron presunciones: 1) que existe una
ley de la naturaleza asequible a los hombres mediante la razón; 2) que los hom-
bres necesitan también leyes (humanas) positivas y legisladores y jueces para
desterrar la inseguridad de un estado de naturaleza; 3) que estos legisladores y
jueces son instituidos por el acuerdo de los hombres; 4) que la obligación de
obedecer las leyes y dictámenes deriva de ese acuerdo y abarca sólo lo que ese
libre consentimiento abarca a su vez. Está claro que estas presunciones no son
totalmente originales. Pertenecen, de una u otra forma, al pensamiento
iusnaturalista tradicional de Europa occidental y, concretamente, a la versión ra-
cionalista de esa tradición sustentada a lo largo del siglo XVII y asociada a los
hombres de Grocio y Pufendorf.
Eso es ya sabido. Menos conocida es, según creo, la influencia de la obra de
Buchanan De Jure Regni Apud Scotos (traducida en 1964 por D.H. Mac-Neill bajo el
título The Art and Science of Goverment among the Scots3 [El arte y la ciencia de
gobierno entre los escoceses]). La obra de Buchanan, publicada por primera vez en
1579, exponía una teoría general de la monarquía e Inter alia justificaba la conduc-
ta de los escoceses al deponer a María, reina de Escocia, a causa de su mal gobier-
no y complicidad en el asesinato de su marido. Debido en parte a esa justifica-
ción, tuvo un considerable éxito (¿el éxito del escándalo?) en la Europa contem-
poránea, y fue adoptada por los parlamentarios ingleses, incluido Milton, como
texto en tiempos de la guerra civil. Fue prohibida —era de esperar— por el
Consejo Privado en 1660 y, de nuevo, en 1688. En 1683, mientras Locke era toda-
vía estudiante de la Christ Church, la Universidad de Oxford hizo que los verdu-
gos la quemasen en público.
Además de haber tenido la oportunidad de estar presente en su incineración,
es cierto que Locke conoció la obra de Buchanan y simpatizaba con ella. En el
último capítulo del Segundo tratado, donde expone su doctrina sobre la justificación
3Ed. W. Maclellan, Glasgow, 1964.

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