Conclusión: La separación entre investigación empírica y normativa - Fin y racionalidad en los sistemas: sobre la función de los fines en los sistemas sociales - Libros y Revistas - VLEX 976398942

Conclusión: La separación entre investigación empírica y normativa

Páginas205-208
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FIN Y RACIONALIDAD EN LO S SISTEMAS
CONCLUSIÓN
LA SEPARACIÓN ENTRE INVESTIGACIÓN EMPÍRICA
Y NORMATIVA
Ha llegado el momento de sintetizar nuestras reflexiones y de observarlas a
la luz de la id ea que las ha guiado. En lugar de repetir condensadamente unas
disgresiones ya de por sí comprimidas, escogemos a tal efecto un tema metodológico,
de naturaleza aparentemente especial, pero que en verdad posee una significación
capital: la relación existente entre investigación empírica (descriptiva o caus al-ex-
plicativa) e investigación normativa, y, en especial , racional-prescriptiva. El cisma
de estas dos intenciones investigadoras y de la s formas metódicas correspondientes
domina la situación presente de las ciencias sociales1. Hoy se exige tajantemente de
todo investigador que quiera proceder con conciencia de método se decida por una
perspectiva o por la otra. Nosotros no hemos tomado esa decisión, sino que más
bien la hemos eludido conscientemente. Las razones de esa reserva guardan rela-
ción con la teoría que en términos de sis tema/ambiente hemos presentado, y es en
ella d onde se l es ha de llevar a la consciencia.
A la vista de este cisma, una posibilidad de hacerle frente se cifra en llamar la
atención sobre el extremo de que la separación de ambas perspectivas no resulta
adecuada al objeto de la ciencia de la organización y, tal vez, tampoco a l de la
misma ciencia social. Pues el obrar organiz ado o, en su caso, la acción social sería
siempre un obrar normado y que acepta normas, de modo que no resulta posible
comp render su senti do sin q ue la cien cia se a propie d e esas n ormas e n su
normatividad misma. En otro caso, su objeto se desvanecería ante nuestras miradas,
disolviéndose y convirtiéndose en algo que h a dejado de ser acción. Este argumen-
to, empero, carece de consistencia. En el fondo a boga por un retorno a la unidad
aristotélica de la visión cósmica de la ciencia y la acción, pasando por alto con ello
la función que cumple la diferencia ción de la s perspectivas científica y práctica.
Semejante actitud resultaba adecuada mientras la ciencia y la praxis podían
identificarse en su pretensión de sentido, mientras se referían y perseguían en últi-
ma instancia «lo mismo», mientras —digámoslo con más concreción— era posible
imaginarse fines verdader os. A la ciencia le correspondí a ent onces la mis ión de
presentar al ag ente su correcto obrar y de señalarle y ex plicarle qué tenía que h acer,
cumpliendo así una doble función de conocimiento y amonestación. Esta unitaria
perspectiva del saber y el obrar correcto hacía que la cuestión de si el llamado a
actuar seguía o no el consejo de quien se encontraba en posesión del saber apare cie-
ra en definitiva como un asun to de la buena voluntad y de la virtud.
1A este respecto, con mayor detalle, Luhmann, op. cit., 1966 b, págs. 22 ss., 112 ss.

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