Capítulo primero: La acción y la especificación de sus fines - Fin y racionalidad en los sistemas: sobre la función de los fines en los sistemas sociales - Libros y Revistas - VLEX 976398937

Capítulo primero: La acción y la especificación de sus fines

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FIN Y RACIONALIDAD EN LO S SISTEMAS
CAPÍTULO PRIMERO
LA ACCIÓN Y LA ESPECIFICACIÓN DE SUS FINES
1. La interpretación teleológica de la acción y su critica
Hoy ha dejado de ser una evidencia el hecho de que el obrar tenga su sentido
en el cumplimien to de un fin. En verdad que no se ha podido sustituir esa interpre-
tación y que el esquem a de fin/medios sigue encontrando aplicación con entera
normalidad lo mismo en contextos representativos cotidianos que científi cos. Pero,
en cualquier caso, hace tiempo que se halla conmovida la pretensión de validez —
y más aún, la de verda d— de s emejante interpretación.
La fundamen tación del ser sobre el sujeto de la autoconciencia ha hecho apa-
rece r radi calmen te pro blemát ica, de sde los inici os de la Edad Mo derna , la
intersubjetividad del representar. Por ello se buscan nuevos raseros críticos pa ra
una determinación del ente que resulten vinculantes para todo ser raciona l. Bajo la
aguda clarida d de esa nueva luz pierden los viejos temas su contenido veritativo y
los viejos planteamientos su sentido. Es así como a raíz de las exigencias metódicas
de las ciencias modernas se ha visto desacreditada también la veritatividad que
antaño poseían los fines en su condición on tológica. La limitación de las posibilida-
des veritativas a objetos que puede n ser determinad os con certeza intersubjetiva
conduce a la subjetivización de los fines. Considerado en la Antigüedad como ele-
mento de la unitaria estructura de la acción, como culminación del proceso de la
acción a lo largo del cual la aspiración se ve cumplida y queda en reposo, el fin ya
sólo vale ah ora como represent ación semejante , a hora bien, se abre al aná lisis
científico en su facticidad, no en su corrección.
La agudización de las exigencias veritativas ante las que sucumbe la verdad
teleológica da testimonio de una nueva y particular conciencia de la complejida d
del mundo en perspectiva tempora l, material y social. La filosofía escolastizante,
sobre premisas antiguas, había exigido para las series de efectos un final natural
(«Ende») y , en ese sentido, un fin («Zweck» ), ya que la infinitud no puede ser1. Al
hombre de los inicios de la Edad M oderna ese pensamiento sólo le lleva ya a la
conciencia el carácter finito de su propio espíritu2, esto es: la discrepancia en tre la
inabarcable complejidad del mundo y la propia capacida d de aprehensión. Los fines
se convierten entonces en estaciones de paso —arbitrarias o, en todo caso, social-
1Cfr. Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1194 a; Tomás de Aquino, Summa contra Gentiles, 3, 2.
2Así Descartes, en las Premieres Réponses (edición de la Bibliothèque de la Pléiade, París, 1952, págs.
347 s.), en relació n a las causas y a las demostraciones escolásticas de la existencia de Dios.
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NIKLAS LUHMANN
mente convenidas— de un proceso causal infinito. Por otra parte, la inteligencia de
la limitación de la capacidad de raciocinio del h ombre es ahora algo distinto a lo
que era antes, no mer o m otivo de resignación, de mo deración o de reverencia
creye nte, sino c oncentra do de una cer teza que h ace de la subj etivida d de la
autoconciencia el punto de partida de procesos cada vez más penetrantes de reduc-
ción de complejidad sobre la base de premisas bien seguras.
El giro moderno del pens amiento ha cuestionado así la vieja interpretación
teleológica de la unidad de la acción y a un mismo tiempo, con sus conceptos de la
causalidad mecánica (neutral en lo que al tiempo atañe), de la representación y del
valor, ha confeccionado el marco de referencia conceptual en el que se despliega la
problemáti ca d el pensamiento en términ os d e fi n/medios. Estos concept os d an
paso primerament e a una conte mplación más diferenciada de la acción: fines y
medios (o, en su caso , decisión, acción y efectos) se tornan visibles como estaciones
diversas de un suceso, que ya no están invariante y necesariamente vinculadas, sino
que pueden poseer su propio destino. A su través, la interpretación de la acción se
ve penetrada de movilidad, variatividad, inseguridad. Por otra parte, de esta mane-
ra se ve estimulada precisamente la búsqueda de salidas y nuevas soluciones, alter-
nativas y combinaciones de nueva y particular fractura. El futuro ya no está obstrui-
do por fines previamente dados y verdaderos, sino que está abierto hasta la infini-
tud, contiene más posibilidades de las que pueden ser actualizadas y debe, pues, ser
fijado por medio de planes.
Esta diferenciación e inseguridad de la estructura de la acción da ocasión para
la diferenciación de una serie de ciencias de la a cción. La ética y el derecho natural
se disgregan en varias ciencias que asumen su sucesión y que representan un senti-
do, respectivamente distinto, de racionalidad. Las ciencias empíricas, que tratan de
explicar la facticidad de la determinación de los fines y averiguar sus consecuencias
pensadas y no pensadas, esto es: la psicologí a y la sociología, se separan de las
ciencias que, a bstrayendo de la realidad su idea de la acción, continúan ocupándose
del carácter correcto de la acción. Las ciencias económicas siguen aferradas al esque-
ma de fin/medios e intentan construir modelos racionales de la elección de medios
para la obtención de determinados fines que gocen de la validez más general posi-
ble (por ejemplo, la maximalización de las ganancias) . Otra s dis ciplinas —sobre
todo la ciencia del Derecho, que se puede apoya r en el derecho positivo y permitir
por ello, en cualquier caso, asignar a la estructura de fin/medios de la acción la
significación de un «supuesto de hecho»— pretenden alcanzar su jui cio sobre lo
correcto de la acció n va liéndose para ello de la interp retación de normas o de
valores.
Que las diferentes ciencias que se ocupan del establecimiento de fines por
parte del hombre sean analíticamente independientes entre sí, representa, por lo de-
más, una especie de sucedáneo (provisional) de verdad teleológica. La independencia
del marco conceptual de referencia y la dirección del interés a nalítico permiten a las
ciencias en particular limitar el foco de su atención y el con texto de variaciones que
inv esti gan y , en l os lí mite s, ace ptar como cons tant e o, en su ca so, c omo
aleatoriamente varia ble aquello que cae dentro de la esfera de otras ciencias. Es así
como resulta cara cterístico de las ciencias económicas el que se despreocupen de los
motivos que —de manera causal-empírica— generan los pr ocesos de establecimien-
to de fines o el que, de un modo u otro, traten de proteger los propios intereses
teóricos frente a una filtración de la problemática de los estudio s motivac ionales

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