Ciencias sociales y ciencias naturales - Segunda parte - Metodología de las ciencias sociales - Libros y Revistas - VLEX 1016865251

Ciencias sociales y ciencias naturales

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METODOLOGÍA DE LAS CIENCI AS SOCIALES
1. CIENCIAS SOCIALES Y CIENCIAS NATURAL ES
La afirmación de que los planteamientos, elaboraciones y soluciones de pro-
blemas agrupados bajo el título de ciencias sociales o de ciencias del espíritu mere-
cen el no mbre de ciencias únicamente si se conducen con métodos científico-natura-
les, descansa en dos gru pos d e a rgumentos que, verdaderam ente, no se suelen
distinguir con rigor en la disputa metodológica actual.
El primer grupo de argumentos, que podemos designar como behavioristas, se
apoya en la tesis fundamental de que no es posible un conocimiento objetivo más
que de los objetos del mundo exterior. Mientras los fenómenos del mundo exterior
pueden ser observados de la misma manera por todos los hombres n ormales, nadie
tiene acceso al alma o al espíritu de otro yo. Por eso la experiencia lograda por un
nombre mediante introspección no puede ser controlada por una experiencia del
mismo género de otro hombre. Con esto se tiene la respuesta neg ativa respecto al
carácter cientí fico de las proposiciones refere ntes a l a vi da anímica de otro yo;
porque en el concepto d e ciencia está incluido el de conocimiento objetivo. Pero un
cri terio de obj etivi dad l o cons tituy e la in ters ubjeti vida d, esp ecia lment e la
comunicabilidad intersubjetiva, que en el caso falta por comple to. Porque de los
juicios acerca de otros hombres son verificables intersubjetivamente tan sólo aqué-
llos que se refieren a sus cuerpos. Con esto se señala objeto y método a las ciencias
sociales. Su punto de arranque ha de ser la obser vación de la «conducta humana
exterior» y sus razones determinantes biológicas y fisiológicas. Su finalidad ha de
consistir en descubrir, mediante la observación consecuente —siguiendo los princi-
pios de la estadística— del comportamiento h umano típico, las leyes naturales de la
conducta humana . Por lo tanto, la investig ación social tiene que apoyarse en los
resultados y en los métodos de aquellas ciencias naturales que se ocupan del cuerpo
humano, especialmente del cer ebro.
En la mayoría de estas argumentaciones se considera que el método de las
ciencias naturales está representado por la física, cuya objetividad parece garantiza-
da por su carácter formal. La gran aportación de la física consiste en haber traduci-
do, media nte u n sist ema a decua do de c oord inaci ones , los d atos sensi bles
precientíficos en un sistema científico, y permite abrigar la esperanza de que será
igualmente posible un ordenamiento semejante de esos agregados de conocimien-
tos precientíficos que se denominan ciencias del espíritu o ciencias so ciales.
En este sentido hace ya más de cincuenta años que se acogieron con las mayo-
res esperanza s las investigaciones psico-físicas1 de Fechner, especialmente su famo-
1Apenas si hace falta indicar que el sentido en que se emplea en este trabajo el término «psicológico»
no coincide con el de Fechner.
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FELIX KAUFMANN
so principio psico-físico que establece una función logarítmica entre estímulo y sensa-
ción —esperanzas que, por lo demás, se han cumplido en muy poca medida— y lo
mismo puede decirse de l a fisiología del cerebro, de la que se esperaba una solu-
ción de los problemas referentes a la conexión psico-física.
Así como los argumentos del naturalismo que acabamos de exponer se refie-
ren a los criterios de objetividad del saber, que se atribuye por exclusividad al pensa -
miento científico-na tural, las tesis naturalistas del segundo grupo se concentran en
la pretensión de que sólo los métodos de las ciencias naturales abstractas pueden
proporcionar un saber exacto, es decir, un conocimiento en el sentido más agudo de
la palabra. Todas las demás disciplinas científicas, y en especial las sociales, en la
medida en que no se depuren acogiendo estos métodos, no pueden sino establecer
reglas o constatar tendencias y permanecen, en realidad, en la antesala del conoci-
miento científico.
Esta afirmación se apoya, sobre todo, en los métodos matemáticos, únicos que
proporcionarían la exactitud. Por eso la cuantificación, es decir, la sustitución de
cantidades intensivas por cantidades extensivas, se presenta como el criterio autén-
tico de lo científi co. Ya en la primera parte aludimo s r ápidamente a las raíces
especulativas que han prestado tanta fuerza a esta idea, de tal modo que ha sido
sostenida con perfecta convicción por importantes filós ofos contemporáneos. Un
ejemplo ilustre lo tenemos en Hermann Cohen. Para Cohen las magnitudes inten-
sivas representan el obstáculo más grave del pensamiento puro.2
Junto al naturalismo, orientado en la física , ha desempeñado un papel impor-
tante en diversas disciplinas sociales al biologismo, que opera con la anal ogía del
organismo vivo. Pero no tenemos que ocuparnos en detalle de esto s argumentos
organológicos, porque la idea de finalidad, que constituye el núcleo del concepto
de organis mo y el fundamento de las analogías organológicas, procede de la expe-
rie ncia inter na, d e suer te que los ar gume ntos b iofis ioló gicos de la pugna
metodológica se revelan como no naturalistas a un examen más atento.
A la argumentación radical por parte de los naturalistas se oponen argumen-
tos no menos radicales de los antinaturalistas. Pero así como las tesis na turalistas se
presentan con esencial unidad, las tesis de sus contrarios son de diversos géneros y
sólo las más importantes han de ser analizadas ahora brevemente.
Tenemos que mencionar a aquellos investigadores que se propusieron encon-
trar leyes rigurosamente peculiare s dentr o de las ciencias sociale s y trataban de
construir estas ciencias, con el carácter de nomotéticas, como independientes de las
ciencias natur ales (así, por ejemplo, Carlo s M enger y su escuela). Como en las
ciencias naturales, la idea de leyes absolutamente rigurosas cobra a menudo una
significación decisiva. Las líneas generales de la argumentación típica de estos in-
vestigad ores son las siguien tes: el intento de somete r l as leyes del alma y del
espíritu a las categorías y leyes de las ciencias naturales está abocado al fracaso. El
investigador de las ciencias del espíritu no envidia al naturalista la exactitud de sus
leyes n i sus métodos matemáticos, porque el método matemático, que descansa en
la medición de fen ómenos, es aplicable tan s ólo a a quellos fenómenos qu e, en
2Ernst Kassirer, el más destacado de los discípulos de Cohen (escuela de Marburgo), se ha liberado
de esta unilateralidad.
3Sus dos obras principales son: Grundsaetze der Volkswirtschaftslehre, Vie na, 1871, y Untersuchungen
über die Methode der Sozialwissenschaften und der politíschen Oekonomie insbesondere, 1885.

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