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5. Proteger «la idea que odiamos». Libertad de expresión y derecho de asamblea pacífica

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FRENOSY CONTRAPESOS DEL PODER. ELEJEMPLODE LOS 200AÑOSDE LA CONSTITUCIÓN...
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PROTEGER«LA IDEA QUE ODIAMOS»
LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DERECHO DE ASAMBLEA PACÍFICA
Si existe algún principio de la Constitución que más imperativamente exige adhesión
que cualquier otro es el principio de libertad de expresión: no para quienes están d e
acuerdo con nosotros, sino para la idea que odiamos.1
Juez Oliver Wendell Holmes,
Estados Unidos contra Schwimmer
DEJON GE: UN PREC IO TERRIB LE QUE PAGA R POR IDEAS HE TE-
RODOXAS
Dirk DeJonge era un peón de 42 años, calvo, de dentadura rota, inmigrado de
Holanda y que trabajaba para la Portland Street Car Company (compañ ía de tran-
vías). Era tam bién miembro del Partido Comu nista. El 17 de julio de 1934 fue
detenido por distribuir propaganda comunista y senten ciado por un juez local. Se le
impuso una multa de 10 $.
Al día siguiente, le volvieron a detener y esta vez no salió tan bien librado. La
policía de Portland realizó una batida por sorpresa en la sede del partido comunis-
ta, en M orrison Street. Allí encontra ron a Don Cluster, de 22 años, quien «se negó a
declarar», y a otras dos per sonas. No satisfechos con su «captura», el contingente
policial esperó hasta que otras 32 personas fueron apareciendo. Entre ellas, se en-
contraba DeJonge, a quien se acusó de «propugnar el sindicalismo delictivo» 2 y fue
puesto en libertad bajo fianza establecida en 2.000 $, satisfecha por sus abogados.
Pero estas detenciones no hicieron desistir a DeJonge, otrora candidato a al-
calde de Portland y al parlamento d e Oregon en la lista comunista. Él y otros 260
comunistas estaban decididos a continuar su lucha.3 Creían que tenían derecho a
propagar las ideas de su partido. Su persistencia daría con el tiempo nuevo signifi-
cado a los derechos de libertad de expresión y de asa mblea pacífica de la Primera
Enmienda.
LA HUELGA DE ESTIBADORES
En el momento del arresto de DeJonge, Portland estaba inmer sa en una huel-
ga recrudecida y delica da de la International Longshoremen Association (sindicato
1United States v. Schwimmer, 279 U.S. 644, 654-6551929 (Ho lmes, J., d isintiendo).
2Oregonian, 19 de julio de 1924, p. 4.
3E Kimball MacColl, The Growth of the City, p. 485.
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FRED W. FRIENDLY / MARTHA J.H. ELLIOT
de portuarios). Dirk DeJonge se afilió a l Partido Comunista para «protestar contra
las acciones de los armadores, a quien es consideraba instrumentos del capitalismo
y enemigos de la clase trabajadora»4. Ahora, él y sus colegas se dedicaban a ayudar
a los estibadores a ganar su derecho a la negociación colectiva.
Los estibadores habían tra tado de organizarse sindicalmente en la costa del
Pacífico durante más de diez años. Para los armadores, el sindicalismo era impensa-
ble: una gigantesca conspiración comunista para corromper a las masas obreras.
Como el magistrado del Tribunal Supremo Oliver Wendell Holmes Jr. había obser-
vado en un discurso en 1915, «hace veinte a ños un terror difuso invadió el planeta
y comenzó a oírse la palabra ‘socialismo ’. Creí y sigo creyendo que el miedo se
tradujo en doctrinas que no encuentran su lugar adecuado en la Constitución ni en
el derecho común».5
En los años veinte, los armadores habían podido derr otar los esfuerzos por
organizar a los portuarios, pero la situación de la Gran Depresión había «reavivado
los rescoldos del sindicalismo» 6. En 1 933, «se c alculaba que en Po rtland y otras
áreas las tres cuartas partes de [los portuarios] ganaban un promedio de no más de
10-12 $ semanales, mientras que el resto estaba siempre a un paso de la inanición». 7
A veces trabajaban turnos de 36 horas. Se contrataba a los obreros por la mañana
para descargar barcos por la noche, pero, como recuerda uno de ellos, «[los obre-
ros] no se atrevían a irse (...) Se te contrataba pero no se te pagaba (...) Era terrible
(...) No les importaba si ibas a comer o no» .8
Cuando el Congreso aprobó la National Industry Recovery Act (ley de re-
construcción económica nacional) en j unio de 1933, pa recía haber cierta esperanz a
para los sindicatos, porque la ley daba a los obreros el «derecho a organizarse y
negociar colectivamente a través de representantes elegidos por ellos mismos».
El año siguiente a la ley, se celebraron elecciones sindicales en toda la costa
del Pacífi co, obteniendo el ILA un apoyo a rrollador. La elección de Portland había
sido fijada para el 11 de mayo de 1 934, pero a principios de aquella semana los
armadores declaraban que no reconocería n los resultados de la votación y que los
apelarían hasta el Tribunal Supremo de los Estados Unidos si fuera preciso. Al darse
cuenta que un recurso podría tardar años en resolverse, los estibadores convocaron
una huelga general para el 9 de mayo. Fue «la huelga más devastador a de la histo-
ria de Oregón». Duró 82 días y paralizó toda la navegación en el puerto y significó
la pérdida del trabajo de «al menos 50.000 obreros en Oregón (...) Prá cticamente
todas las aserradoras dejaron de producir para la exportación, y la expor tación de
granos y legumbres prácticamente desapareció». 9
Los huelguistas participaron en varias confrontaciones, no solo con la policía,
sino también con la recién creada Citizens Emergency League, dirigida por el gene-
ral Ulysses G. McAlexander. La CEL, financiada por empresarios locales a través de
4Ibid.
5Olive Wendell Holmes, «Law and the Courts», discurso ante la Harvard Law School Association of
New York, 15 de febrero de 1913.
6MacColl, City, p. 467.
7M. Paul Holsinger, «Patriotism and the Curbing of Oregon’s Radicals, 1919-1937", ponencia ante la
Seventh Annual Conference of the Western History Association, 14 de octubre de 1977.
8William W. Pilcher, The Portland Longshoremen, p. 42.
9MacColl, City, p. 468.

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