11. La defensa de último recurso. La instancia de enajenación metal - Frenos y contrapesos del poder - Libros y Revistas - VLEX 980633615

11. La defensa de último recurso. La instancia de enajenación metal

Páginas183-192
183
FRENOSY CONTRAPESOS DEL PODER. ELEJEMPLODE LOS 200AÑOSDE LA CONSTITUCIÓN...
11
LA DEFENSA DE ÚLTIMO RECURSO
LA INSTANCIA DE ENAJENACIÓN METAL
¿Qué quiere decir «Inocente»? ¡Pero si se lo vi hacer!
Reina Victoria de Inglaterra, en reacción a un veredicto sobre un intento de
asesinato1
Desde que nuestro derecho de gentes ancestral surgió de la oscuridad de sus tempranos
días de barbarie, ha sido un postulado de la civilización occidental el de que la muerte
provocada por una persona alienada no constituye asesinato. Pero la naturaleza y
funcionamiento de la mente son tan esquivos a su captación por el entendimiento que la
base de formular normas de responsabilidad penal y los medios para determinar si tales
normas son cumplimentadas en un caso concreto han turbado a la medicina y al derecho
durante más de un siglo.
Juez Felix Frankfurter, disintiendo, en Smith contra Baldi
Iba camino de Yale, no a comenzar las clases, sino a perpetrar un delito espec-
tacular con el que lograría la meta de su vida: obtener el afecto de la actriz Jodie
Foster. Antes de decidir su plan, había pensado en muchas situaciones: cometer una
matanza, secuestrar un avión, o secuestrar a Foster. Pero ahora su autobús se dete-
nía en Washington, y hojeaba un periódico que publicaba la agend a del Presidente
Reagan para el día siguiente. De pronto, John Hinckley Jr. cambió sus planes: asesi-
naría al Presidente de los Estados Unidos.
Hinckley no tenía posibilida des de sobrevivir al ataque. Su fantasía era suici-
da. En su carta de amor final a Foster, escrita a ntes de abandonar la habitación de su
hotel en Washin gton, dice: «Reconozco ante ti que el moti vo por el q ue voy a
realizar este atentado es porque ya no puedo esperar más a impresionarte. Tengo
que hacer algo ahora para hacerte entender» 2.
Era el 30 de marzo de 1981 . Para sus padres y psiquiatra, Hinckley no era un
delincuente peligroso, sin o un niño travieso a l que había que da rle una patada en el
trasero. Pero el confuso joven no había vuelto a casa arrepentido; su obsesión por
ganar la admiración de Foster le absorbía totalmente. Cargó una de las muchas
armas de fuego que había acumulado y se dirigió al Was hington Hilton, una de las
citas del presidente aquel día. Cuando el Presiden te abandonaba el hotel, saludando
a la gente congregada, Hinckley comenzó a disparar. Hirió al Presidente Reagan, al
secretario de prensa James Brady, a un agente del servicio secreto y a un policía. No
1Henry Cecil, Just Within the Law, p. 66.
2Smith v. Baldi, 344 U.S. 561, 5701953 ( Frankfurter, J., d isintiendo).

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR