5. El concepto de soberanía en la historia de las relaciones entre estados - El concepto de soberanía - Libros y Revistas - VLEX 1027030933

5. El concepto de soberanía en la historia de las relaciones entre estados

AutorFrancis H. Hinsley
Páginas99-129
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EL CONCEPTO DE SOBERANÍA
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EL CONCEPTO DE SOBERANÍA EN LA
HISTORIA DE LAS RELACIONES ENTRE
ESTADOS
Aplicado a la comunidad, en el contexto de la estructura interna cional de una
sociedad política, el concepto de soberanía ha implicado la creencia de que existe un
poder polí tico absoluto dentro de d icha comunidad. Aplicado a los problemas que
surgen en las relaciones entre comunidades políticas, su función ha consistido en
expresar la antítesis de e sta argumentación: el principio de que internacionalmente,
fuera de las distintas comunidades, no existe autoridad suprema alguna .
Esto, en teoría, no es una paradoja, sino una consecuencia lógica de la natura-
leza del concepto de soberanía. La idea de que hay un a autoridad soberan a dentro
de la comunidad trae consigo —o conduce a— la idea de que esta autoridad es una
de tantas que de igual modo soberano rigen las otras comunidades: el Estado que
exige ser libre de limitación y control dentro de su comunidad, en pura lógica está
obligado a conceder la misma libertad a los demás Estados dentro de las suyas. No
debe sorprendernos, pues, que en el contexto internaciona l la teoría de la soberanía
nunca haya implicado más que la exigencia de independencia, que solo haya nega-
do la existencia por encima de la comunidad de un poder supremo semejante al que
se ha propues to mantener dentro de ella. Estas dos asever aciones se complementan.
Son la expresión extrínseca, el anverso y el reverso de la misma idea.
Por otra parte, en el pasado hubo que salvar de hecho grandes obstáculos y
pasar largas épocas antes de poder atribuir al concepto la significación que lógica-
mente adquie re al ser aplicado a un sistema in ternacional. Dura nte el Imperio
romano, y con su sucesor bizantino, si bien la idea de soberanía interna llegó a su
pleno desarrollo, nunca fue aplicada en tal sentido. Cuando la teoría de la soberanía
dentro de la comunidad fue de nuevo formulada, en la Europa occidental y a prin-
cipios de la Edad Moderna, la dificultad de adaptarla a las relaciones entre comuni-
dades resultó casi tan enorme como lo había sido la de llegar a la noción de sobe-
ranía dentro de la comun idad diferenciada, y su solució n iba a ser igu almente
aplazada.
La razón básica de este gran retraso es bastante obvia. Aconteció que l os
hombres hubieron de supera r grandes obstáculos antes de poder concebir que el
mundo que habitaban e staba formado por comunidades políticas diferentes. La
evolución de las categorí as jurídicas romanas no deja luga r a dudas de que la
explicación del fracaso romano y bizantino en proyectar la noción de soberanía
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FRANCIS H. HINSLEY
hacia un marco internacional se encuentra en el hecho de que Roma desarrollase
directamente un imperio universal partiendo de una ciudad-Estado. Tras la ca ída
del Imperio romano no pudo pensarse en la aplicación del concepto a los proble-
mas que surgían entre los Estados hasta tanto no se recuperó este concepto en el
contexto de la comunidad política diferenciada. Pero debido a esta misma impo-
sibilidad el concepto de sobera nía no se recuperó en este contexto hasta el siglo
XVI, después de más de un milenio de haberse perdido y olvidado en Occidente
este avance romano.
Sin embargo, esta imposibilidad ahora derivaba de causas má s complejas que
la existencia de una es tructura de poder imperial. Aun con su relajación —según el
patrón moderno— , el control que Roma ejerció superaba en mucho a l que después
de su caída podía reivindicar cualquier autoridad universal. Puede decirse, en efec-
to, que ya en el siglo IX —tras haber fracasado el esfuerzo carolingio en su objetivo
de restaurar el Imperio romano y de restablecer el poder legislativo del emperador
romano— se adivinó que si el concepto de soberanía tenía que reaparecer no se
desarrollaría en relación con la comunidad universal y no territorial de la cristian-
dad, sino en las sociedades políticas diferenciadas de que entonces ya se componía
Europa. Por otra parte, la idea de que Europa constituía una comuni dad en cierto
sentido única —idea que se consolidó mayormente cua ndo un papa se situó a la par
del emperador y las ideas de E uropa e imperio fueron absorbidas por el concepto
de cristiandad— siguió siendo suficientemente apta para conferir gran poder ritual
a estas a utoridades universales e impedir el desarrollo de la noción d e soberanía
entre los distin tos gobiernos. Por lo demás, hacia la misma época —y este hecho
explica en parte por qué la noción de cristiandad, tan desamparada territorialmente,
llegó a ser tan potente en lo ritual— los diferentes gobernantes regentaban comu-
nidade s te rritoriale s tan segmentaria s interiorment e c omo en general lo era la
comunidad de la cristianda d o el imperio de Europa . En tanto que este segundo
obstáculo vino a entrelazarse con el primero y a interceptar así el único camino a
través del cual este concepto podía desarrollarse, fácil es imaginar la insuperable
barrera que representaron para su a dvenimiento.
Aun después de reaparecer el concepto en conexión con el Estado diferencia-
do, había un profundo problema intelectual por resolver antes de poder extenderlo
al campo de las relaciones entre Estados. Lo que hacía falta para que esta extensión
se produjera no era descartar el concepto medieval o cristiano de sociedad interna-
cional en favor de las reivind icaciones del Estado que se hubiese j uzgado en pose-
sión de poder soberano. A pesar de que la reacción lógica de algunos tal vez fuese
la de concluir que así era en efecto, una condición del descubrimiento de la versión
internacional de la soberanía fue la de sustituir la noción de cristiandad por otra
concepción de la sociedad internacional que, a diferencia de la concepción medie-
val, fuese compatible con la creencia en la soberanía del Estado. Hasta finales del
siglo XVIII este problema no se resolvió, y aun después la solución siguió sujeta a
actitudes negativas. Y de nuevo el obstáculo subyacente fue la imposib ilidad de
concebir el mundo formado por comunidades diferentes, o por lo menos la intole-
rancia ha cia un mundo de este modo concebido.
Roma y Bizancio
Cuando la república dio paso al imperio en la ciudad de Roma el concepto de
soberanía evolucionó de acuerdo con el problema de definir la base y el alcance de l

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