4. Historia moderna del concepto de soberanía en el interior de la comunidad - El concepto de soberanía - Libros y Revistas - VLEX 1027030890

4. Historia moderna del concepto de soberanía en el interior de la comunidad

AutorFrancis H. Hinsley
Páginas81-98
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EL CONCEPTO DE SOBERANÍA
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HISTORIA MODERNA DEL CONCEPTO
DE SOBERANÍA EN EL INTERIOR
DE LA COMUNIDAD
Cuando se formuló por primera vez en la Roma antigua, el concepto de sobe-
ranía conspiraba contra la continuación del desorden y la falta de gobierno que le
había dado origen —sin grandes obstáculos o efectiva resistencia por parte de los
defensores de los derechos de la comunida d— para establecer el absolutismo teóri-
co de los poderes del emper ador y consolidar el d espotismo real de su gobierno.
Cuando este concepto fue de nuevo for mulado, en la Europa de final es del siglo
XVI, su descubrimiento era asimismo una respuesta al desorden social y a la nece-
sidad política: obra del caos que iba difundiéndo se tr as la abru pta a pelación al
derecho d e desobediencia al monarca en las luchas políticas y religiosas, desafiaba
la validez del antiguo derecho afirmando que libertar de trabas al gobernante era
un mal menor a la luz de la necesidad apremiante de orden. Pero, en contraste con
la experiencia del mundo clásico, el ulterior desarrollo moderno del concepto iba a
ser un proceso en el que los derecho s de l go bernante, no menos que los de la
comunidad, sucumbirían a la doctrina de la soberanía del mismo Estado. Esta victo-
ria —sería mejor, quizá, decir este compromiso— se consiguió no sin duras pugnas
entre los partidarios de la supremacía del gobernante y los que defendían la de los
gobernados. Hubo una considerable demora, de duración variable en las diferentes
comunidades de Europa, antes de que dicha victoria se impusiera. Pero finalmente,
si bien solo cuando la soberanía popular pareció haber ocupado el terreno de las
teorías de la soberanía del gobernante, la doctrina de la del Estado se impuso.
Si n os preguntamos por qué ocurrió de este modo, hallaremos la explicación
en el inmenso, intrincado desarrollo de las comunidades políticas europeas hacia
una mayor complejida d de relaci ones y n ecesidades, creencias y formas, que el
mundo clásico nunca había alcanzado. Las tesis personales, pa ternalistas, acerca de
la sobera nía del gobernante no podían confiar en enraizar permanentemente s obre
esta base. Si deseamos saber por qué, aun a sí, esta tesis no fue admitida s in lucha y
dilación, debemos conceder la debida importancia a una consider ación opuesta. El
concepto de soberanía fue descubierto, saltó al debate político en un tiempo en que
las comunidades europeas, con todo su precedente desarroll o, se halla ban en el
inicio de su más r ápido progreso hacia esta mayor complejidad; cuando incluso las
más avanz adas entre ellas seguían encerra das en sus moldes medievales. Esta con-
sideración explica por qué los contemporáneos experimentaron tan gran dificultad
en captar de alguna manera el sen tido y las implicaciones de la idea de soberanía
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FRANCIS H. HINSLEY
aun una centuria después de que Bodin la hubiese formulado. Durante la mayor
parte del sigl o XVII este concepto fue, para utilizar una fr ase de Gierke, «desestima-
do en todos sus matices sin ser exaltado en ninguno»,1 debido a que se oponía
radicalme nte a l as c oncepciones intelectu ales que eran fruto de las condiciones
políticas y sociales medievales y que seguían ejerciendo una poderosa influencia
sobre el espíritu de la época.
Dos ulteriores observaciones contribuirán a clarificar la complicada historia
del concepto de soberanía en los tiempos modernos. Tanto si tratamos de descifrar-
lo en el período de finales del siglo XVII, cuando el concepto bregaba por su reco-
nocimiento, como en el período que siguió a es ta fecha, en que puede decirse que
empezó a dominar el pensamiento europeo en el campo del derecho público, lo
importante es distinguir entre los círculos de opinión intelectuales y profesionales
y el mundo de las tendencias públicas o comunes. Una cosa es establecer que la idea
de soberanía se convierte en un concepto dominante en derecho público y en el
campo de las concepciones políticas legales y profesionales aunque solo en la civi-
lización europea, desde el final del siglo XVII, y otra completamente distinta es
creer que en la misma Europa fuera comúnmente aceptada a partir de esta fecha, ya
que en el mundo de las tendencias colectivas sus implicacio nes au n h oy dí a se
comprenden vagamente. Asimismo importa recordar que si el concepto de sobera-
nía en principio es difícil de captar, y resultó también difícil de aplicar en socieda-
des cada vez más complejas, los problemas implicados en cualquier momento de su
historia pasaron a tener un carácter diferente del que presentaron cuando su triunfo
intelectual en círculos so lo minoritarios.
Hacia finales del siglo XVII tales problemas provenían de la dificultad que se
experimentó en asir el concepto como principio abstracto. Después de esta fecha la
dificultad fundamental consistió en ir desarrollando los ajustes de poder, las formas
de gobierno y los procedimientos y canales legales indispensables para lograr una
expresión práctica del concepto, sustituyendo al viejo conflicto entre gobernante y
comunidad, y las viejas posiciones hijas de este conflicto, por la nueva y más abs-
tracta noción de Estado. Esta dificultad era tan considerable debido a la creciente
complejidad de la vida de las comunidades: su exigencia de libertad y su necesidad
de gobierno se desar rollaban incontenib lemente. Las modernas teor ías políticas
han concluido muchas veces lo contrario, pero sin embargo el antagonismo entre
estas dos tendencias simultáneas se convirtió cada vez más en el punto de arranque
de todo análisis político relevante. Por la exigencia de libertad ahora el concepto de
soberanía solo podía evolucionar en la dirección popular. Pero aun cuando la doc-
trina de la soberanía popular había sido plena mente elaborada y había empezado a
echar de su campo a la soberanía del gobernante, fue preci so que lleg ara a lo s
puños con un dilema práctico —que de por sí conduciría a la doctrina de la sobera-
nía del Estado— antes de que l a tan requerida noción de soberanía alcanzara una
forma práctica.
De Bodin a Hobbes
En varias comunidades de Europa el primero de estos puntos distaba tanto de
ser verdad a fina les del siglo XVI —habí an evolucionado tan poco en el lar go
período desde la caída del mundo clásico— que la aparición de la soberanía perma-
1OTTO GIERKE,The Development of Political Theory ( trad. ingl., 1939), página 169.

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