Pólemica de Enrico Ferri - La escuela criminológica positivista - Libros y Revistas - VLEX 976844414

Pólemica de Enrico Ferri

Páginas43-116
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La EscuELa criminoLógica Posit ivista
PolÉmica de enrico Ferri
resPuestas a gaBelli, Pascale, Buccellati, camPolongo, mecacci ,
Barsanti, de notter. juicios de los m agistrados acerca de la
escuela Positivista
Los ocios veraniegos de este ano nos los alegró y reavivó un chubasco de
breves publicaciones, artículos de revistas o de periódicos, discursos de doc-
torado y otras obrillas por el estilo1 dadas a luz, como dice el venerable jefe
de la escuela clásica, para «poner dique a la corriente de incredulidad que
intenta invadir las escuelas jurídicas, a despecho de la moral2».
Antes de comenzar la lucha o la contienda entre los campeones adversa-
rios, acostumbrase a limpiar el campo de los pequeños estorbos y malezas;
así lo haremos nosotros.
Antes de reanudar los estudios invernales, para publicar algunos tomos
donde habíamos ofrecido y ofrecíamos a los criminalistas adversarios bata-
lla campal, que ninguno de ellos se ha sentido hasta ahora con ánimos para
combatir, preriendo las escaramuzas de la polémica menuda, nos ocupa-
remos, pues, en la fácil y veraniega distracción de quitar estos pequeños es-
torbos que hay en el palenque, vacío de clásicos combatientes, para prose-
guir después nuestro camino por la vía principal de los tratados sintéticos e
impersonales.
Y comenzamos por Gabelli.
A decir verdad, no porque su crítica sea la más cientíca o la más fuer-
te, pues aún sobresale de las otras por harto insuciente noción de nuestras
teorías, que él combate; sino únicamente por el simpático nombre del autor
y por la Revista que ha publicado el ataque, pero caballerescamente se ha
negado a publicar nuestra comedida defensa, y por la difusión aumentada
por la reproducción en el diario La Opinión, y hasta por el partido cientíco
1 Gabelli: La Nueva escuela de derecho penal en Italia (Nueva Antologia, 16 de agosto de 1885).
Buccellati: Trecenti avversari della scienza di diritto penale (Rendiconto dell’ Istituto Lombardo,
junio de 1885). Campolongo: Studio sul riordinamento della scienza criminale, Génova, 1885.
Barsanti: La Condizione degli innocenti nella scuola classica di diritto criminale (Rivista di scienze
sociale e politiche, Florencia, mayo de 1885).
2 Carrara: Carta-Prefacio de la Tesis de Campolongo.
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Cesare Lombroso/enriCo Ferri/raFFaeLe G aroFaLo/GiuLio Fioretti.
(y digámoslo, también político) que aquella revista y este diario representan
y por el público que los lee.
Pues el lector debe estar persuadido de que aun cuando se dice que en la
ciencia no debe intervenir la política, esto no siempre es verdad; sea porque
es ridículo el querer escindir a un solo hombre en tantos hombres, separando
según costumbre jesuítica, por ejemplo, el hombre público del hombre priva-
do, el cientíco del político, el funcionario público del ciudadano; sea porque
la política se conexiona con las ciencias, sobre todo con las sociales, como la
práctica debiera conexionarse con la teoría.
Pues bien, es natural que, así como las inducciones de la escuela criminal
positivista han agitado al mundo cientíco en Italia y en el extranjero, hayan
interesado también al mundo político, aunque casi siempre harto de oídas
nada más. Y sucede que, menos las raras excepciones a quienes rinde home-
naje nuestro prefacio y algunas otras más, los varios partidos políticos han
tomado esta respectiva actitud para con la nueva escuela, en sus relaciones
con la legislación práctica: los conservadores, sin tanto hacer almanaques,
la han aborrecido solo por su instintiva repugnancia por todo lo que hue-
le a innovación, que obliga a salirse de los gastados carriles de las rancias
costumbres mentales; y no han caído en cuenta (como, en cambio, lo ha he-
cho Bonghi, entre otros) de que la nueva escuela, después de las premisas in-
novadoras, llegaba a asegurar una garantía más sólida a la sociedad contra
los malhechores, más bien que a aumentar (como al principio se temía) los
muchos favores que a los delincuentes dispensaron y dispensan la escuela
clásica y la legislación penal vigente y próxima venidera3. Por otra parte, los
liberales o progresistas no han tenido ni tienen mucha simpatía práctica por
la nueva escuela: sea por hallarse preocupados también, como los conserva-
dores, por los usuales prejuicios espiritualistas que la común educación de
los pasados años ha inoculado en la sangre de las generaciones que ahora son
adultas; sea porque, dominados aún por el individualismo doctrinario, que
fue uno de los efectos más bienhechores y meritorios de la Revolución Fran-
cesa, pero que por ley natural ha llegado a exageraciones incompatibles ya
con el actual estado de la sociedad, encontraban en la nueva escuela criminal
premisas de losofía positivista y conclusiones de mayor equilibrio entre los
derechos de la sociedad y del individuo, poco conciliables con su modo de
pensar. Y nalmente los socialistas, al paso que aceptaron con mucho gusto
el nuevo y autorizado apoyo que a la parte negativa de sus doctrinas presta-
ba la escuela criminal positivista, en lo que concierne a las causas de muchos
delitos derivados de la actual constitución social, no quisieron, sin embargo,
aceptar las otras positivas de la misma escuela por las cuales también en el
individuo, sin culpa de la sociedad, e inevitables en el más perfecto ordena-
3 Reérese Ferri al nuevo Código penal italiano, a la sazón no promulgado aún, y que no ha
satisfecho a nadie. (N. deL traduCtor).
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La EscuELa criminoLógica Posit ivista
miento social, se establecían las causas subjetivas de otros muchos delitos,
por anormalidades orgánicas y psíquicas de los delincuentes mismos.
Pero últimamente parece que los conservadores comprendieron cuanto
partido hubieran podido sacar a favor suyo de la nueva escuela criminalista,
máxime después de mi polémica con los socialistas, que los conservadores
tomaron por más de lo que era4, y después de que Bonghi había reconocido
con claridad (aun haciendo sus reservas acerca de los prejuicios espiritua-
listas del libre albedrío y otros de los cuales no parece haberse librado por
completo), que todavía «solo de esta escuela puede hoy esperarse la correc-
ción en nuestra legislación penal, de todas las debilidades mentales y morales
que en ella se han introducido»5. Y parecía, pues, que de los varios partidos
políticos, el de los conservadores, el más fuerte aún (á lo menos entre bas-
tidores, por inuencias directas ¿indirectas), habría hecho suyas gran parte
de las conclusiones y propósitos de la nueva escuela criminalista. Lo cual,
a decir verdad, mientras que parecía ser grato a aquellos de mis colegas en
sociología criminal que tienen ideas políticas más anes con la derecha par-
lamentaria, me dejaba indiferente a mi, que políticamente estoy muy lejos
de la antedicha derecha; sea porque estoy convencido de que nuestras ideas,
que creo verdaderas y bienhechoras en sí y por sí, aparte de los abogados
políticos que puedan patrocinar su aplicación, llegarán a su destino de un
modo u otro, pero llegarán; sea porque estoy bien persuadido de que tarde o
temprano los espiritualistas, a pesar de su simpatía por una parte de nuestras
conclusiones, han tenido que rechazar nuestras premisas, que son orgánica-
mente inseparables de aquéllas, no pudiendo traspasar la profunda barrera
de sus creencias aprióricas.
Cuando cátate que aparece el artículo de Gabelli en la conservadora An-
tología, que sin embargo acá y allá, a imitación de la misma Revista de ambos
Mundos y como homenaje a los tiempos que corremos, deja ltrar algún rayo
de luz positivista o a lo menos ecléctica; y puesto allí en frente, en la primera
página, como pendón de guerra en campo... cerrado prudentemente a los
adversarios, y cual vistoso cartel de desafío a sus «audacias ingeniosas».
Por consiguiente, no fue poco el asombro, sobre todo entre mis antedichos
colegas; aun cuando yo no vi sino una ocasión más para cimentar nuestras
ideas y su difusión, tanto mejor llegada cuanto que mi deseo es que antes
de conseguir sus aplicaciones prácticas, nuestras ideas sufran y atraviesen
incólumes o corregidas y aumentadas el fuego de las, que auguramos más
fuerte y nutrido, de las críticas ajenas.
Y este es el motivo del presente volumen polémico.
4 Socialismo y Criminalidad, Turín, 1883.
5 Bonghi: La Cultura, 1.º de agosto de 1884, pág. 511. Y vuelve a elogiar a la nueva escuela
criminalista en La Cultura, Julio de 1885, pág. 425.

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