Pólemica de Cesare Lombroso - La escuela criminológica positivista - Libros y Revistas - VLEX 976844412

Pólemica de Cesare Lombroso

Páginas13-42
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La EscuELa criminoLógica Posit ivista
PolÉmica de cesare lomBroso
resPuestas a gaBelli, orano, monti, tarde, a los
jurisconsultos y a la leyend a vulgar
«Una teoría que teniendo el delito por una enfermedad o una locura, por
natural antítesis hace de la virtud un delirio, del heroísmo un frenesí, de la
caridad no se sabe qué otro procedimiento, mezcla de un modo confuso las
nociones del bien y del mal y los anula, hace inicua la pena, absurda la re-
compensa, bestial la justicia humana e imposible la divina; y poniendo a la
sociedad entera en la necesidad de cambiar por completo sus códigos, leyes,
costumbres y hasta su mismo lenguaje, la conduciría a una existencia belico-
sa, aún más abyecta que la de las tribus más salvajes de la tierra conocida.»
Así nos trataba un ex-héroe, un ex-demócrata, convertido de pronto en
tribuno académico o eclesiástico. Y estas son caricias. Hay el ex-ministro que
nos moteja nada menos que de «enemigos de la libertad humana». Hay el
bueno y virtuoso sacerdote que a ratos perdidos, entre una jaculatoria y un
sermón, cree tratar del derecho penal y (¡ay de mí!) de losofía, y nos suelta
excomuniones mucho más tremendas. Hay el pobre curial que cree destro-
zarnos con signos de admiración, signos interrogantes y puntos suspensivos.
Pero nosotros no nos damos por entendidos; porque responder a las frases
cuando se manejan hechos, y a los artículos cuando se publican pensados
volúmenes, es tan poco generoso como si acorazados de acero y armados de
espada nos batiésemos contra quien nos embiste con montones de papeles o
con gritos.
Pero es muy diferente el caso cuando se trata de un escrito que lleva la
rma de Gabelli, la cual podía ser para nosotros prenda de que no nos ha-
bría juzgado, como aquéllos, sin habernos leído, ni leído sin comprendernos,
por esa especie de cataratas que ciegan a los hombres más honrados cuan-
do están prevenidos por una educación o convicción adversa, en particular
teológica. Tanto más, habiéndose publicado ese escrito en una de nuestras
mejores Revistas y con toda la apariencia de querer discutir en serio y no con
caricaturas, epigramas o excomuniones.
En efecto, hay en él una tentativa de examen que a primera vista tiene aires
de diligente y de imparcial. Pero, volviendo a leerlo con un poco de atención,
adviértase en seguida con asombro que, mientras que Sommer, Flesch y Kne-
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Cesare Lombroso/enriCo Ferri/raFFaeLe G aroFaLo/GiuLio Fioretti.
cht, en Alemania; Lacassagne, Letourneau, Bournet, Tarde, Bordier, Tane,
Pavlovski, etc., en Francia; Drill, Bilikow y Troyevski, en Rusia, y Ramlot,
Warnot, Heger, Prins, etc., en Bélgica, estudiaron algunos años a muchos
centenares de delincuentes, antes de criticar nuestros resultados, Gabelli los
condena, no solo sin comprobarlos, sino que sin leerlos, y juzgando de oí-
das por la leyenda que entre los más circula. No habiendo recorrido bien ni
siquiera el índice, olvida allí por completo los estudios acerca de las gregue-
rías, de los afectos, de la inteligencia de los reos; acerca del daltonismo y del
zurdismo, acerca de las causas de los delitos y modo de precaverlos, asuntos
que tanta parte de mi libro ocupan. Y olvida allí las numerosas investigacio-
nes pletismográcas respecto a los suicidios y a los delincuentes pasionales,
y, sobre todo, olvida que toda investigación somática se confrontó con otras
hechas, no solo en locos, sino que también en hombres honrados y cuerdos
(estudiantes y soldados).
Excepto alguna frase, ignora todos los descubrimientos siológicos y psi-
cológicos acerca de las valías especies de reos, descubrimientos contenidos
en los seis tomos del Archivo de Psiquiatría, en la Revista Filosóca, en la Revista
Cientíca y en todas las publicaciones de la Biblioteca Antropológico-Jurídica
(Barzilai, Pavía, Setti, Fioretti, Puglia); y del mismo Ferri solo ha visto la edi-
ción de un libro redactado por este cuando aún era estudiante.
Y lo que todavía nos causa más pena es el observar que aún es poca esta
negligencia en comparación con la que resulta en las conclusiones críticas, en
las cuales olvida Gabelli su mismo inexactísimo resumen preliminar.
En efecto, después de haber declarado allí que, aparte del cráneo y de
la cara, eran otras muchas mis investigaciones, escribe el resto de la crítica
como si estas solo se hubiesen limitado al cráneo; juicio, a decir verdad, co-
mún de todas las personas que no han leído mi libro y se imaginan que es
una especie de cúbala basada en el cráneo. Participa por completo de esta
opinión, y cree en serio que he restaurado el sistema de Grall; y llega hasta a
decir, como muchas comadres, que yo querría hacer condenar a los hombres
solo por la forma del cráneo o por las orejas salientes o los labios delgados;
mientras que no he creído todo esto ni siquiera digno de discutirse, cuanto
menos de aprobarse1.
No se ha jado en que hasta mis estudios craneológicos se basan en la ca-
pacidad y en la patología de los huesos craneales, comparados en los locos,
en los sanos y en los criminales; en la microcefalia, plagiocefalia, oxicefalia,
platicefalia, etc., que tienen que ver con el sistema de Gall cómo la anatomía
quirúrgica de la mano con la quiromancia. Y que, además del cráneo, exami-
né las anomalías de las orejas, de la nariz, etc.
1 Para conocer mis opiniones respecto al sistema de Gall, véase mi estudio acerca de El
Cráneo de Volta, Turín, 1876.

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