Epílogo - Principios fundamentales del derecho penal. Estudio filosófico-jurídico - Libros y Revistas - VLEX 1027971757

Epílogo

AutorViktor Cathrein
Páginas111-112
111
PRINCIPIOS FUNDAMENTALESDEL DERECHO PENAL. ESTUDIO FILOSÓFICO-JURÍDICO
EPÍLOGO
Resumiendo ahora para terminar, lo que en las páginas precedentes hemos
dicho acerca de la nueva Escuela de Derecho penal llamada político-criminal, debe-
mos asegurar lo siguiente: Pres cindiendo de algunas proposiciones aisladas, dignas
ciertamente de tenerse en cuenta, acerca de la reforma del Derecho penal, las cuales
no se derivan sin embargo necesariamente de sus principios fun damentales, sino
que más bien están en verda dera oposición con ellos, hay que rechazar decidida-
mente la nueva Escuela penal.
Al nega r el libre albedrío del hombre, parte de un falso supuesto cond enado
de consuno por la sana filosofía y por la revelación cristiana. De aquí la necesidad
en que se encuentra de declarar expresiones vanísimas vacías de sen tido, los concep-
tos d e culpa, inmutabilidad y responsabilidad; de aquí el echar por tierra el muro
de sepa ración entre la locura y el crimen; de aquí el desechar toda idea de justicia
remuneratoria.
La pena pierde su carácter expiatorio y queda degradada hasta llegar a ser una
simple medida de seguridad, cual se emplea contra los hombres locos y las fieras
peligrosas. El juez es relegado a un lugar completamente secundario, como que su
misión queda reducida a hacer constar el acto criminal. El papel principal lo toman
los encargados de la ejecución de la pena; a ellos les incumbe el determinar la clase
y la cantidad del cast igo; en sus manos es puesto el delincuente c on su libertad
personal, para salva rlo o perderlo a su placer; de ellos depende el que el penado
haya de gozar de n uevo del sol esplendoroso de la libertad, o sea para siempre
privado aun de la vista de sus semejantes. ¡Ironía de la historia digna por cierto de
atención! esta teorí a que tan gra vemente amenaza la libertad persona l, p rocede
precisamente de los secuaces del liberalismo, de los mismos que se venden como
propagadores y amparadores de esta misma libertad.
En el Congreso de psicólogos de Munich (1896), decía el Ministro de cultos bávaro,
von Landmann, al saludar a los congresistas, refiriéndose claramente a la proposición
de v. Liszt, acerca de la imputabilidad en el Derecho penal: «Confiadamente espero que el
Congreso de Psicólogos de Munich contribuirá a orillar el gran peligro para la vida
pública de los pueblos civilizados que amenaza por parte de ciertas teorías psicológicas
y abrigo la firme convicción de que este Congreso no conmoverá con sus deliberaciones la
antigua fe en la responsabilidad humana, sino que más bien la confirmará».
Mayor todavía que la confianza en este Con greso de psicólogos es al presente
la que tenemos en el gobierno del Imperio y en el Reichstag al emán, que, según
esperamos, no echarán, seducidos por la sonora y presuntuosa llamada en nombre
de la ciencia moderna, por derroteros engañosos y sembrados de precipicios, sino

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