Derecho y ontología - Fundamentos de Teoría y Filosofía del Derecho - Libros y Revistas - VLEX 1023482791

Derecho y ontología

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FUNDAMENTOS DE TEORÍA Y FILOSOFÍA DEL DERE CHO
III
DERECHO Y ONTOLOGÍA
Ahora entramos en el conjunto de problemas que más temáticamente
quiero tratar. Diría imprecisamente, siguiendo a Moore, que pretendo exponer
mi punto de vista para proceder a un ‘General inquiry into what is good’. La
razón de este estudio la expone Francesco Viola: «En nuestra época la presen-
cia de la ética es fuerte pero su racionalidad es débil. A la sobreabundancia de
las emociones morales no le corresponde la robustez de la crítica mora l. La
ética contemporánea está debilitada por la pérdida de la universalidad»1.
Aludí antes al hecho de que no son buenos tiempos para hablar de ética:
algunas personas no entienden bien el arte de la prudencia y, en lugar de
razonar, la conciencia de ellas está constituida como un puzle de pequeños y
grandes principios y normas agregados sin ord en, que están vigentes o valen
‘porque sí’. Si se acosa argumentativamente a estas personas puede que digan
que ‘se les respete’, que ‘ese es su modo de pensar’, etc. E n cualquier caso, no
saben dar razón de lo que afirman. Es la mentalidad conocida usualmente
como ‘de principios’, de la que participan buena parte d e nuestros coetáneos,
sean personas de mentalidad tradicional o a la moda. Singer nos dice que
«Algunas personas piensan que la moral está pasada de moda. Consideran
que es un sistema de rígidas prohibiciones puritanas destinadas principal-
mente a conseguir que la gente no se divierta»2. Me parece que el modo aludi-
do de entender la moral lleva casi necesariamente a esta conclusión.
A esta inteligencia de la vida práctica del hombre se opone (si es que
queremos irnos al extremo opuesto) lo que expresa David Lyons: «La única
fuente de valor moral es el interés humano, entendido en términos de deseo o
preferencia. El interés humano también constituye la única base racional para
la acción. Si existe un interés al que pueda servirse, existe la razón para hacer
lo necesario con el fin de ayudar a ese interés ... Se pueden clasificar los inte-
reses según el grado de satisfacción o f rustración que produciría su realiza-
ción. En consecuencia, es razonable tratar de conseguir la satisfacción en el
máximo grado posible» 3. Esto viene a ser una pequeña proclama de la teoría
1Los lugares de la ética contemporánea ..., cit., p. 125.
2Etica práctica, trad. de M. Guastavino, Barcelona , 19 84, p. 1 1.
3Etica y derecho, trad. de M. S erra, Barcelona, 1986, p .121.
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FRANCISCO CARPINTERO B ENÍTEZ
ética utilitarista, una teoría que siempre deja de lado la faceta autorreferencial
de la moral porque parece ignorar la distinción -que ya hicieron los griegos-
entre praxis y poiesis.
De este modo las actitudes fundamentales de hoy ante la moral oscilan
entre un normativismo un tanto irracional (son ‘mis’ ideas, ‘mis’ principios), y
la afirmación de unos intereses individuales en los que está ausente cualquier
categoría normativa (yo sigo ‘mis’ intereses). Ambas actitudes coinciden, sin
embargo, en que siguen o llevan a un relativismo: los intereses son muchos, y
los ‘principios’ también son muchos, unos y otros no sólo plurales sino con
frecuencia opuestos. El relativis mo, tr as va rias ge neraciones, ha acabado
desprestigiando la noción misma de Moral: si la moral es estrictamente asunto
de cada uno, cada cual hace lo que le pa rece oportuno según su conciencia o
sus intereses. Y está de sobra la noción misma de la moral: ¿para qué sirve? Se
puede recurrir al sucedáneo de la Ética entendida del modo corriente: pero no
hacemos más que sustituir nombres.
El lector puede comprender que frente a la ética de los prejuicios y frente
a la de los intereses, voy a proponer atender a la Realidad. Pero no es fácil
invitar hoy a una reflexión sobre la misma realidad, sobre ‘las cosas’, porque
este tipo de argumentaciones ni está muy desarrollado ni posee hoy gran
prestigio4. El autor que dio el aviso más conocido para volver a las naturale-
zas de las cosas fue Gustavo Radbruch, al acabar la II Guer ra Mundial5. Pero
la misma terminología de Radbruch, plagada de ‘esencias’, de ‘sentidos obje-
tivos de las cosas’, hace desconfiar a quien ha estudiado a Aristóteles o Tomás
de Aquino. De hecho, este mismo autor demuestra que no va mucho más allá
de un cierto tono declamatorio cuando nos indica que «La naturaleza de las
cosas viene a ser la resistencia que el tosco mundo opone y a la que las ideas
jurídicas tiene n que acomodarse más o menos en gracia a su realizabilidad
(ratione temporum habita6.
Al parecer Radbruch estimaba que el hombre posee muchas ‘ideas’ y que
la Realidad sólo ofrece una materia que opone resistencia a la realización
ef ecti va de esa s ide as: m uest ra no hab er su pera do la men tali dad
específicamente moderna, que separaba a la Razón inteligente, que es libertad,
del material amorfo y gris que componen los objetos físicos y las leyes natura-
les. Es decir, reproduce la división moderna-ilustra da entre Naturaleza inhu-
mana y Razón humana.
4Trigeaud nos indi ca q ue « Les justifications tire és de la na ture n’ont pas toujours été
étayées sur une argumentation sérieuse.. .». La fonc tion critique du concept de nature des
choses, cit., p. 118.
5«¿Y qué se entiende por ‘naturaleza de las cosas’? Se entiende la esencia, el sentido de
las cosas, el sentido objetivo, tal como se desprende de las estructuras mismas de l as
relaciones de la vida. Es l a respuesta a la pregunta de cómo esta relación de vida así
estructurada puede ser pensada como realizac ión de una determi nada idea de v alor’.
Introducción a la filosofía del derecho, ed. cit., p. 28.
6Introducción a la filosofía del derecho, cit., p. 29.
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FUNDAMENTOS DE TEORÍA Y FILOSOFÍA DEL DERE CHO
Quizá la dificultad más fuerte para entender estos temas es hoy la que
presenta el Dogmatismo. Al hablar de dogmatismo alguno puede pensar en el
pensamiento tradicional; pero es muy posible que sea más dogmático el pen-
sar a la moda, casi siempre ideológico, que cambia últimamente en ciclos cor-
tos de tiempo, y que viene encarnado por la moral positiva, es decir, por lo que
la mayoría vivencia y siente. Esta forma de sentir, con todos sus dogmas,
forma la ética actual, que se transmite por ósmosis o porosidad, pasa desaper-
cibida y no necesita razones: es evidente su razón.
Suele ser poco útil indicar a la gente más joven que, así como existe un
derecho positivo que cambia con rapidez, el suyo se fundamenta en una moral
positiva que, a su vez, encuentra su sitio en lo que podemos llamar un ‘pensa-
miento positivo’, igualmente sometido al cambio. Que buena parte de los idea-
les de libertad que ellos vivencian, estarán pasados de moda, para ellos mis-
mos, dentro de algunos años. El autor de estas líneas tiene 73 años y ha visto
pasar delante de sí varia s formas distintas de entender la vida. Lo común a
todas ellas ha sido su carácter dogmático.
1. LA HISTORICIDAD
El hombre tiene motivos para encontrarse muy a solas consigo mismo
cuando pretende orientar su conducta. Los animales poseen instintos que les
marcan definitivamente su comportamiento, pero la raza humana modifica
sus instintos a través de su razón y de su intelecto y entonces el problema es
cómo orientar esta ratio, porque a parte de los primeros principios de la con-
ciencia sabemos muy poco de nosotros mismos. Cristo contribuyó decisiva-
mente a que el hombre reconociera su p ropia identidad, pero la conducta a
seguir sigue estando -a pesar del Evangelio- poco determinada: no estamos
seguros de hasta qué punto la Hacienda pública, tal como funciona, puede
someter al ciudadano con impuestos, o de cuando una guerra está realmente
justificada, y estos ejemplos -incluso en temas fundamentales- podrían multi-
plicarse. En un plano más cotidiano, todos experimentamos incertidumbres
en lo que hemos de hacer en la familia o en cuestiones profesionales.
No existe una especie de derecho natural inmutable que nos libre defini-
tivamente de nuestras perplejidades. La mirada a cómo son las cosas, buscan-
do una orientación de ellas, tampoco nos libra siempre del peso de decidir.
Schwarz-Liebermann nos indica que puede parecer evidente que existe una
‘naturaleza de las cosas’ inmanente a la Realidad y que se descubre mediante
un razonamiento refinado, fruto de la experiencia del hombre; esto nos permi-
tiría responder al problema del ‘derecho natural inmutable’. Pero él mismo
contesta que la idea de un derecho natural inmutable es aberrante7. Cierta-
7«Il devient év ident, d’autre part, qu’i l y a bien de su pposer une ‘nature des choses’
imma nente et q ui est déc ouverte à la lumiè re d’un ra issonem ent raff iné, frui t de
l’expérience de l’homme ... Cela nous permettra aussi de répondre au problème d’un
‘droit naturel immuable’. L’idée d’un droit naturel immuable est aberrante» . Réflexions
sur la nature des choses..., cit., p. 52.

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