La democracia del juez Oliver Wendell Holmes - I. Jueces y juicios - Reflexiones de un juez - Libros y Revistas - VLEX 1025847327

La democracia del juez Oliver Wendell Holmes

AutorCharles E. Wyzanski, Jr.
Páginas32-43
32
CHARLES E. WYZANSKI, JR.
LA DEMOCRACIA DEL JUEZ
OLIVER WENDELL HOLMES
AL TRAZAR MIS PLANES para esta serie de conferencias, elegí como representantes
de la democracia norteamericana a cuatro presidentes de los Estados Unidos —
Tomás Jefferson, Abraham Lincoln, Wo odrow Wilson y Frankli n D. Roosevelt— y
a un juez: Oliver Wendell Holmes. ¿Por qué un juez, aun cuando sea el único que
haya in fluido en l a jurisprudencia, que haya afectado la teoría política, y que g oza
de un prestigio mundial igual al del juez John Marshall, presidente de la Corte
Suprema? ¿Por qué, repito, se pone a un juez al lado de cuatro jefes de Estado, como
representante del credo fundamental de nuestra sociedad?
Desde luego, Holmes es universalmente reconocido como un gr an norteame-
ricano. La historia de su vida se ha llevado al teatro, ha sido estudiada y populari-
zada en numeros as b iografías y majestuosa mente resumida en el Dictionar y of
American Biography por su discípulo y sucesor. No hay estudiante que n o sepa que
Holmes recibió h eridas en tres batallas de la Guerra Civil, o que no conozca sus
elementales conferencias que dio en el Instituto Lowell; acerca de The Common
Law; su labor precursora en los casos laborales llevados al Tribunal Superior de
Massachusetts, así como su larga y distinguida car rera como j uez as ociado a l a
Corte Suprema de los Estados Unidos. Sin embargo, no es la enumeración de los
puestos públicos que desempeñó lo que sitúa a Holmes al nivel de los otros cuatro
estadistas que figuran en esta serie. Al contrario de ellos, no fue, ni de título ni de
hecho, el comandante en jefe de su generación. Buscaba los goces del pensador «que
sabe que... hombres que jamás lo conocieron actuarán de acuerdo con ideas por él
expuestas: sutil éxtasis de un poderío diferido. . . más real que aquel que manda un
ejército».
Y esta noche, en vez de recorrer con ustedes los detalles de su biografía, o de
analizar los contornos precisos de los casos que le ha tocado a resolver, me propon-
go hablar exclusivamente de las ideas democráticas que el juez Holmes personifica
en tres campos: los poderes del gobierno popular, las libertades civiles del ciudada-
no y la dignidad del hombre. Por supuesto, se trata apenas de hilos sacados de una
trama. No se crea que pretendo realizar un ensayo completo acerca del homb re.
Todo lo que deseo es aquilatar algunas de sus ideas que, aun cuando en cierta
medida puedan llegar a ser invalidadas, si es que no lo han sido ya, a mi modo de
ver tienen valor eterno para la democracia y, por consi guiente, son de perenne
interés para todo norteamerica no.
Abordaré primero las opiniones del juez Holm es acerca de los poderes del
gobierno popular. Etimológicamente, es inn egable que este tema debe ocupar lu-
gar preferentísimo en cualquier examen de la democracia. Porque ya desde la época
de los griegos, cuando se acuñó la palabra, democracia abarca, cuando menos, la

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